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Podemos e IU Andalucía defienden juntos un modelo confederal frente al centralismo de sus líderes nacionales

Teresa y Maíllo

Daniel Cela

Hace tiempo ya que Podemos e IU en Andalucía vienen respondiendo con una sola voz a sus rivales políticos en muchos temas. Hacen oposición conjunta al Gobierno de Susana Díaz, a las decisiones de Mariano Rajoy, a las propuestas liberales de Ciudadanos y ahora, finalmente, han dado la réplica juntos a sus respectivas direcciones nacionales. El modelo andaluz frente al madrileño, la alianza desde abajo frente a la “fallida experiencia” de Unidos Podemos, una coalición meramente electoral. El modelo confederal frente al centralismo. Hace tiempo ya que los líderes andaluces de Podemos e IU, Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo, han propuesto exportar su modelo de confluencia al conjunto del territorio, “una alianza de iguales”, “respetuosa con el otro y con idéntica visibilidad”.

La hoja de ruta de la confluencia andaluza ya se ha tropezado varias veces con el debate orgánico del Podemos de Pablo Iglesias, renuente a ceder autonomía a los territorios; y ahora se enfrenta a una situación similar con la IU de Alberto Garzón, aunque aquí el líder federal está mucho más en sintonía con el líder andaluz.

Pese a ello, la dirección federal de IU ha desatado la inquietud en las federaciones territoriales al proponer que cedan su personalidad jurídica y aboguen por una organización más centralizada. El esquema que plantea Garzón ha tensionado las agrupaciones más veteranas y consolidadas, como Andalucía, donde la dirección de Antonio Maíllo ha intentado dar una respuesta sosegada -evitando confrontar con Madrid- pero también tajante: “No vamos a perder nuestra personalidad jurídica ni nuestra soberanía política”, ha insistido el líder regional de IU. La propuesta de Garzón, en fase muy embrionaria, fue discutida este sábado en una reunión en Madrid entre miembros del federal y los territorios.

En el encuentro, según algunos presentes, se intentó “no confundir pérdida de la personalidad jurídica con pérdida de soberanía política”. Los más escépticos plantearon que “la redacción de la propuesta de Garzón era poco pedagógica” y que “había razones para inquietarse”. La federación andaluza estuvo representada por el secretario de Organización, Francisco Javier Camacho, que intentó ser muy claro: “Si se pierde una sola competencia actual de las federaciones, no vamos a estar de acuerdo con la propuesta”. Dentro de IU, hay quien sostiene que si los territorios pierden su CIF, perderán capacidad de decisión, independencia orgánica y económica. Otros no le dan tanta importancia, recuerdan que PSOE, PP, Podemos y Cs son organizaciones centralizadas con un mismo CIF en el registro de partidos, sin que eso le reste autonomía a las federaciones territoriales. “El CIF de IU Andalucía y el de otras comunidades le confiere un carácter confederal a nuestro proyecto político. Pactemos cómo queremos funcionar, pero todos iguales. Si los catalanes, por ejemplo, mantienen su CIF, Andalucía también lo hará. Lo lógico sería delimitar perfectamente en los estatutos de IU las competencias políticas que tendrán los territorios”, explica Camacho.

Antonio Maíllo no asistió el sábado a la reunión, pero este lunes ha hecho una defensa férrea del actual modelo confederal de IU, en especial de la singularidad política de IU Convocatoria por Andalucía (IU-CA), y lo ha hecho arropado por la líder regional de Podemos, Teresa Rodríguez. La comparecencia conjunta de ambos dirigentes, artífices de la confluencia Podemos-IU de cara a las próximas elecciones autonómicas y municipales, simboliza la unidad de sus proyectos en Andalucía por encima del debate interno de sus respectivas organizaciones en Madrid. 

“Queremos ser como En Comú Podem”

Teresa Rodríguez lleva año y medio forcejeando con la dirección estatal de Pablo Iglesias para lograr que su agrupación tenga la autonomía jurídica, política, financiera y orgánica de la que disfruta IU-CA desde 1984, y que ahora Garzón propone eliminar. “Uno de los ejemplos de lo que queríamos ser nosotros era precisamente el modelo de IU-CA”, ha subrayado la gaditana, al ser preguntada por el debate entre centralismo y confederación que se ha abierto en el seno de la coalición de izquierdas. Desde la reelección de Teresa Rodríguez como líder de Podemos Andalucía, su agrupación aspira a ser una organización más autónoma dentro del esquema confederal de Podemos. Incluso abogan por tener un subgrupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados, como lo tienen los catalanes de En Comú Podem. “Nuestra aspiración es llegar a ser como En Comú Podem. Éste es el debate y la negociación que tenemos con el grupo confederal”, dice. 

Maíllo siempre ha sido aliado de Rodríguez en sus pretensiones autonomistas, y ha criticado el “afán centralista” de Pablo Iglesias. En noviembre de 2016, tras la II Asamblea Ciudadana de Podemos Andalucía, el líder regional de IU respaldó abiertamente el proyecto de la gaditana, igual que este lunes lo ha hecho ella con su compañero. “El interés de Podemos Andalucía por ser un partido autónomo y netamente andaluz es digno de celebrar”, dijo Maíllo entonces, “Y la decisión de federalizarse respecto a la organización estatal es una buena reflexión política. IU-CA resolvió ya esta situación en los años 90”.

Dejar de ser un partido clásico

La federación andaluza de IU es la más potente y la de mayor implantación territorial. Nació en 1984 de la mano del histórico dirigente comunista Julio Anguita, que dos años después exportó el modelo a la dirección federal. Maíllo es amigo de Alberto Garzón y uno de sus más firmes soportes orgánicos, ya lo fue en la asamblea federal de la que salió elegido con la hoja de ruta para la confluencia con otras fuerzas de izquierdas, en especial Podemos. Ambos comparten la idea de transformar IU para que deje de ser un partido en el sentido clásico -que ellos relacionan con una maquinaria puramente electoral- para convertirse en un movimiento político y social, similar a lo que fue en sus orígenes. 

Pero una cosa es la filosofía política y otra distinta la plasmación de esa idea. El documento Propuestas e Hitos para la Construcción del Movimiento Político y Social, elaborado por Garzón, plantea una modificación de los estatutos de IU a partir del “proceso de desaparición de las personalidades jurídicas de las federaciones”. En el plazo de dos años, las agrupaciones con un número de CIF propio -Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana, Asturias, Islas Baleares y Euskadi- “deberán o bien disolver o bien modificar el nombre del partido que tengan registrado, de tal forma que Izquierda Unida (y sus siglas) no figure en la denominación de dicho partido”. 

Este lunes, durante la comparecencia conjunta de Maíllo y Rodríguez, se le preguntó a la gaditana si esta propuesta de Garzón podría condicionar de alguna manera el proyecto de confluencia en Andalucía en el que llevan meses trabajando, pero el líder de la coalición de izquierdas se apresuró a responder: “Teresa no tiene que comentar nada sobre algo que no existe. IU no va a renunciar a su personalidad jurídica y política en Andalucía”, dijo, tajante. Al ser preguntado si se le había trasladado así a la dirección federal, añadió: “Efectivamente”. El ejemplo andaluz va a ser crucial para otros territorios que discrepan con la postura de Garzón, como Asturias, donde el líder federal firmó un documento que reconocía la “identidad propia” de esta agrupación en los próximos comicios locales y autonómicos.

Modelo exportable

En Andalucía conviven dos partidos, Podemos e IU, que desde hace meses trabajan conjuntamente para consolidar un proyecto político común de izquierdas, una confluencia que vaya más allá de la suma de siglas. La negociación se ha dilatado más de lo esperado, no tanto por las discrepancias entre sus dirigentes, que demuestran una simbiosis política casi total, sino por la complejidad de armonizar dos proyectos y estructuras orgánicas a todos los niveles: desde los municipios, donde IU cuenta con una gran implantación territorial y Podemos aún no existe (no concurrió con sus siglas en los comicios de 205), hasta el Parlamento andaluz, donde la formación morada tiene más peso (15 diputados) que la coalición de izquierdas (cinco escaños).

Rodríguez y Maíllo han querido que la confluencia andaluza fuera el modelo a exportar para el resto del territorio, incluido en el ámbito nacional, una suma de fuerzas que respete el equilibrio de poder entre las partes, con el mismo espacio y la misma visibilidad tanto para los que vienen de Podemos como para los que son de IU. También Alberto Garzón es un entusiasta defensor de esta fórmula. El líder federal se ha quejado de la falta de visibilidad de su equipo dentro del grupo de Unidos Podemos en el Congreso.

Muchos han entendido su propuesta de homogeneizar y centralizar IU como una forma de allanar el terreno a la “absorción” definitiva de Podemos, un extremo que él ha negado rotundamente. Garzón enmarca su esquema en la Ley de Partidos y en los requerimientos del Tribunal de Cuentas, que le exige más transparencia y control de sus finanzas. La dirección federal no puede acceder ni controlar las cuentas de aquellos territorios que, como Andalucía, tienen personalidad jurídica propia. Al disolver dichas federaciones y centralizar la toma de decisión y el control financiero, IU también tendrá la posibilidad de reestructurar su deuda con las entidades bancarias. Desde la llegada de Maíllo al poder, la federación andaluza ha desarrollado un estricto plan de ahorro para lograr poco a poco menguar la deuda que arrastraba de mandatos anteriores, tanto con Hacienda y la Seguridad Social como con la banca. Esta última aún no está saldada del todo, pero la práctica totalidad de su deuda pública sí.

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