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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

PP y Vox pugnan por quedarse con el legado de Ciudadanos en Catalunya y sus escasos votos en Euskadi

El candidato del PP a las elecciones catalanas, Alejandro Fernández.

Carmen Moraga

Madrid —

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Ciudadanos se prepara para desaparecer del mapa y el PP y Vox lo saben. Ambas fuerzas pelearán en las próximas citas con las urnas por quedarse con los escasos votantes que le queden al partido que fundó en Catalunya Albert Rivera, y que después de renegar de sus siglas para hacerse llamar “liberal”, acaba de recuperarlas en un último intentó de reivindicar su pasado. En esa autonomía el líder de la formación, Carlos Carrizosa, ha decidido volver a presentarse como candidato a la Generalitat después del fracaso de las negociaciones con los de Feijóo para ir juntos en una sola candidatura. En Euskadi, aunque las tres derechas siguen siendo irrelevantes, la decisión de la desmembrada dirección de Ciudadanos de no concurrir a la cita del 21 de abril abre también posibilidades a PP y Vox para repartirse el minúsculo hueco que hipotéticamente deja allí la formación, que jamás logró representación yendo en solitario.

No obstante, el principal foco de la disputa va a estar en las elecciones catalanas del 12 de mayo que es donde Ciudadanos nació en 2006 y creció bajo el liderazgo de Rivera hasta lograr en 2017 toda una gesta: ser la primera fuerza política. Lo consiguieron con Inés Arrimadas como candidata, que obtuvo 36 escaños, 11 más que en las anteriores elecciones celebradas en 2015, en las que la jerezana ya había alcanzado otra cifra mágica, 25 diputados frente a los 9 dejados por el líder de la formación antes de dar el salto a la política nacional.

Han pasado ocho años y de aquella herencia de 2017 ya no queda nada o casi nada. En la actualidad Ciudadanos conserva seis actas en el Parlament -cinco por Barcelona y una por Tarragona– logradas en 2021 por Carrizosa, que retuvo tan solo 155.687 votos (5,56%) del 1.109.732 (25,35%) conseguido en aquellas históricas elecciones. Ahora, en la nueva cita autonómica, todas las encuestas les dejan fuera del Parlament.

Ante este panorama y tras el fracaso de las negociaciones para ir juntos en la misma papeleta, en el PP creen que ese legado puede terminar yéndose a la candidatura que lidera Alejando Fernández, un dirigente con un discurso muy radical y beligerante con los nacionalistas. Es precisamente lo que no querían en Génova, ya que Feijóo no tiene intención de dinamitar puentes con el independentismo por si los necesita en el futuro.

Aunque tanto en Génova como en Bambú, sedes del PP y Vox respectivamente, consideran amortizado y en tiempo de descuento a Ciudadanos –que renunció a presentarse a las generales de 23J–, les contraría el hecho de que Carrizosa haya decidido volver a intentarlo dado que los votos que coseche no servirán para nada. “Dice que tiene encuestas internas que le dan representación, pero no es verdad. Además, se ha encontrado con serias dificultades para completar su candidatura. Lo único que va a conseguir es hacer el ridículo”, vaticinan fuentes críticas de su partido. Carrizosa, pese a todo, ha decidido dar la batalla.

Carrizosa y Fernández ganan el pulso en Catalunya

En el PP tampoco querían un incendio interno y tras muchas dudas, tiras y aflojas, Feijóo cedió y ha dejado que Alejandro Fernández también repita como candidato. Para controlarle ha colocado como número dos de la lista a uno de sus hombres de confianza, Manuel Reyes, y como directora de campaña a la exministra de Sanidad y eurodiputada Dolors Monserrat, que era su preferida para liderar la lista a la Generalitat. El pasado martes Monserrat presentaba el lema de precampaña, 'Queremos una Cataluña de Primera', en un acto al que no pudo asistir el Fernández al estar en Madrid. Según adelantó los mensajes que quieren trasmitir están centrados en los “problemas reales de la gente”, como “la economía, la sequía, la seguridad y los servicios sociales”. Eso, sin dejar a un lado las criticas a nacionalista e independentistas y sin olvidar a Sánchez y al candidato del PSC, Salvador Illa, del que se encargará Fernández, que ya está alertando de que si lograra gobernar abría la puerta a un “referéndum de autodeterminación”.

Pese a todas esas vicisitudes, en el PP desbordan optimismo y aspiran a superar el 12M la quincena de escaños, lo que supondría un subidón electoral importante ya que ahora solo cuentan con tres asientos en el Parlament. Y ese ascenso están convencidos de que será gracias al antiguo votante de Ciudadanos y a muchos abstencionistas a los que esperan movilizar. Fuentes de Ciudadanos críticas con Carrizosa ven muy factible que los de Feijóo crezcan a su costa: “En 2017 conseguimos aglutinar los votos descontentos del PSC y de un PP en decadencia, en unas circunstancias políticas muy concretas pero nuestro electorado no nos ha perdonado la espantada que dio Inés [Arrimadas] para irse a Madrid. Se sintió defraudado por un partido que les dejó abandonados. Esos votos fueron prestados y ya no van a volver”, opinan.

Vox, campaña contra el separatismo y la inmigración

En Vox también creen posible atraer a esos votantes “huérfanos” de Ciudadanos. Pero las encuestas apuntan a que la candidatura que lidera de nuevo Ignacio Garriga, que ha dejado la portavocía del partido para dedicarse de lleno a la campaña electoral, retrocederá en apoyos el 12M en Catalunya.

En 2021 la extrema derecha irrumpió por primera vez en el Parlament, desbancando a Ciudadanos y PP con 11 diputados –siete por Barcelona, dos por Tarragona, uno por Girona y otro por Lleida–. Fue la cuarta fuerza política logrando 214.735 votos (7,67%) y superando incluso los nueve escaños de la CUP.

El partido de Abascal no se andará con medias tintas, como reprochan al PP, y centrará buena parte de sus mensajes en atacar con fiereza al PSC y a sus “socios” de Junts y a ERC, alertando de un nuevo procés y de la celebración de un referéndum de autodeterminación tras la concesión de la amnistía. Uno de los fichajes que ha hecho Garriga con la idea de captar el voto joven del “constitucionalismo catalán” es el de Julia Calvet, expresidenta del movimiento ¡S’ha Acabat!, que va como número seis por Barcelona. Este colectivo juvenil liderado por Andrea Llopart, que dice combartir “las imposiciónes nacionalistas” y quiere “defender la libertad”, está estos días haciendo una ronda de entrevistas con los partidos de la derecha y ultraderecha para mostrarles su apoyo en las próximas elecciones catalanas y vascas. La semana pasada se reunieron con Miguel Tellado y otros dirigentes del PP, y la anterior con Pepa Millán y Jose María Figaredo, de Vox. Los tres partidos -PP, CS y Vox- han acudido a la presentación de su documental “El precio de la libertad”.

Pero, como es habitual, en lo que más está incidiendo Vox es en el discurso xenófobo de alertar sobre los supuestos peligros de la inmigración, que vincula al aumento de la delincuencia en los barrios y a potenciales actos terroristas por parte de células yihadistas asentadas en Catalunya. Garriga presentó la semana pasada su campaña basada en el eslogan “'Billete de vuelta’ para los ilegales”, mientras Abascal cargaba en el Congreso contra Feijóo por el apoyo del PP a la tramitación de la ILP en la que se pide regularizar la situación a medio millón de migrantes de nuestro país.

Los de Abascal han distribuido carteles advirtiendo a sus potenciales votantes de que si hay “delincuentes en su barrio” ellos les enviarán de inmediato a sus países de origen para que cumplan allí sus condenas, prometiéndoles reformar las leyes penales para “castigar más la reincidencia”. “Nuestra casa común es España y, como nuestra casa particular, la queremos unida, fuerte, próspera y limpia”, señaló Garriga, un mensaje del miedo a la inmigración que ya utilizó con éxito en Badalona Xavier García-Albiol, el dirigente del PP que ocupó el bastón de mando de ese municipio barcelonés entre 2011 y 2015 y entre 2020 y 2021 y ahora lo vuelve a ostentar.

El PP busca arrebatar a Vox su escaño por Álava

De momento, y dada la cercanía de los comicios vascos, Abascal se está volcando en ayudar a su candidata Amaia Martínez, la única diputada autonómica que tiene Vox por Álava. El mantenimiento de ese escaño, muy disputado por todos los partidos, podría depender de un puñado de votos. El líder de la extrema derecha no lo quieren perder y cerrará el próximo viernes 19 la campaña en Vitoria.

El PP tampoco tiene mucho predicamento en Euskadi pero lleva ventaja a Vox. Allí los de Feijóo se estrenan con Javier de Andrés como candidato a lehendakari, que busca revertir la tendencia a la baja que el partido ha ido sufriendo en las sucesivas elecciones: en 2001, llegó a tener un apoyo del 23,93% que paulatinamente fue perdiendo hasta situarse en el 10,11% en 2016. En las últimas elecciones de 2020 se presentó junto con Ciudadanos, que nunca había logrado representación en Euskadi.

La fórmula no funcionó pero benefició a los de Arrimadas. De los seis escaños que obtuvo la coalición, cuatro fueron al PP y dos Ciudadanos, consiguiendo un 6,77% de apoyo en total. Tres de aquellas seis actas las lograron por Álava a pesar de que Pablo Casado decidió cargarse entonces a Alfonso Alonso, exalcalde de Vitoria –que dimitió como presidente del partido en Euskadi– y colocó a Carlos Iturgáiz como aspirante a lehendakari. Aquel pacto con Ciudadanos duró poco ya que a mitad de legislatura Luis Gordillo, uno de los diputados electos de esa formación, anunció que se marchaba al PP, mientras su compañero Jose Manuel Gil acabó en el Grupo Mixto junto a Vox,

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