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Cierra el yacimiento de gas de Groninga, el mayor de Europa, por los continuos terremotos

Planta de gas.

Aldo Mas

Berlín —

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Se descubrió a finales de los años cincuenta del siglo pasado y ha supuesto un auténtico maná para Países Bajos. Sin embargo, el yacimiento de gas de Groninga echará el cierre definitivo esta semana después de que así lo confirmara el Senado.

El pasado martes votaban los senadores neerlandeses la ley por la cual se cerrará de forma permanente la explotación del gas natural. A principios de mes votaron mayoritariamente en el mismo sentido los diputados en la Cámara Baja.

La producción de gas natural neerlandés de Groninga ha generado para las empresas explotadoras, la ahora británica Shell (en origen neerlandesa) y la estadounidense Exxon, suntuosos beneficios en las últimas seis décadas. Se estima, según datos de la agencia de información británica Reuters, que esa firmas se han repartido 66.000 millones de euros. Para la Hacienda del Estado neerlandés, según Reuters, los beneficios han sido mucho mayores: de hasta 363.000 millones de euros.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte, el yacimiento de Groninga ha sido noticia, no por la rentabilidad del negocio que lleva asociado, sino por el sufrimiento para los habitantes de la región que lleva asociada la explotación del gas natural. Al menos 85.000 edificios han sufrido daños en las últimas cuatro décadas por culpa de los terremotos que ha causado la explotación del gas natural.

Se han contado en la región hasta 1.600 temblores de tierra. Suelen ser de baja intensidad, aunque recurrentes. El mayor de esos terremotos tuvo lugar en 2012 con 3,6 en la escala de Richter.

En la provincia de Groninga, donde viven medio millón de personas, hasta 13.000 casas dejaron de contar con los estándares de seguridad para la habitabilidad, según las cuentas que hacía en 2022 el Gobierno neerlandés. Esas casas estaban en “mayor riesgo de derrumbarse” en caso de “fuerte terremoto”, según los términos que manejan en las informaciones que ha hecho públicas el Ejecutivo neerlandés sobre el yacimiento de Groninga y sus implicaciones para la población local.

En 2018, el Gobierno del primer ministro Mark Rutte decidió poner fecha de caducidad a la explotación del yacimiento, aunque eso no evitaba que se fuera cumplir con contratos internacionales. La idea que inicialmente se manejó era mantener hasta 2030 la explotación ya que el yacimiento alberga unos 2.740 millones de metros cúbicos de gas.

El de Groninga sólo está por detrás de una decena de yacimientos aún mayores, situados en Irán, Qatar, Argelia, Turkmenistán y Rusia. Siete de los diez mayores yacimientos de gas natural del mundo se encuentran en el país de Vladimir Putin.

Precisamente el gas de Rusia, debido a las sanciones internacionales impuestas a ese país por su invasión de Ucrania en 2022, ha ocupado una parte importante del debate en los Países Bajos. Se consideraba que en el actual contexto geopolítico era una cuestión de “seguridad energética” mantener abierta la actividad gasística en la provincia de Groninga.

Aunque el Gobierno neerlandés ya anunció – en coherencia de lo decidido en 2018 – que iba a parar la extracción de gas natural a partir del primero de octubre de 2023, el yacimiento siguió operativo debido a la situación energética que ha planteado para Europa el cierre del grifo del gas natural ruso.

A finales del año pasado, el ministerio para Asuntos Económicos dijo que se dejaba la puerta abierta a la explotación del yacimiento para combatir un eventual escenario de “invierno severo”. Esa expresión aludía a la posibilidad de pasar varios días consecutivos con temperaturas inferiores a los – 6,5º grados centígrados.

El pasado mes de enero, volvían a extraerse lo que oficialmente se dijo eran “cantidades mínimas” de gas natural de Groninga con el visto bueno del ministro para la Minería, el político liberal Hans Vijbrief. Él es de los que ha reconocido públicamente que la población de Groninga necesitaba “certidumbre” después de años de debate a cuenta de qué hacer con el yacimiento.

“Los habitantes de Groninga tendrán la seguridad que se merecen”

Para Vijbrief, ya era hora de cerrar definitivamente el yacimiento de Groninga. “El Senado acaba de aprobar el proyecto de ley para cerrar definitivamente el yacimiento de Groninga. Por fin, los habitantes de Groninga tendrán la seguridad que se merecen”, señalaba.

En 2022, el Gobierno neerlandés ya había explicado que en caso de que la seguridad energética de los Países Bajos estuviera en riesgo, entonces volvería a extraerse gas de Groninga. Algo que sólo ocurriría si, con el cierre del yacimiento y el grifo del gas natural ruso cortado, “no hay gas para calentar nuestros hospitales o para que la gente pueda cocinar”.

Así lo explicaba un documento del Ejecutivo neerlandés titulado: “¿Significa menos gas ruso, más gas de Groninga?”. En dicho texto ya se apuntaba que pese a los beneficios que ha supuesto el yacimiento para el país, para los habitantes de la zona de extracción del gas “los inconvenientes superan con creces los beneficios”.

“Los terremotos ocurren a menudo, causando daños, estrés por problemas de seguridad y disminución del valor de las propiedades”, según las explicaciones del Gobierno neerlandés.

El gas natural juega un papel muy relevante en el mix energético neerlandés. Se considera a este hidrocarburo una fuente de energía de transición en la transformación ecológica. Según datos de 2022 recogidos por la Agencia Internacional de la Energía (IEA), en el suministro total de energía de Países Bajos, ese hidrocarburo representa un 36,6%. El gas natural sólo está por detrás del petróleo (38,4%).

Según la Oficina Central de Estadística de Países Bajos, las energías verdes representan un 15% de la consumida en esta pequeña nación del norte europeo, donde viven de algo más de 17 millones de personas.

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