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Las víctimas del 11M, dos décadas después: “Cada vez que se cuestiona lo que ocurrió nos revictimizan”

Francisco Alameda, frente a la estación de Santa Eugenia.

Iñigo Aduriz

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“Mi día empezó normal y corriente. Me levanté en Alcalá de Henares, donde vivo, y cogí el tren como todos los días. Como hasta Atocha tenía media hora o 35 minutos solía quedarme dormido apoyado en el cristal y ponía el despertador en el teléfono para despertarme más o menos cuando llegaba a Entrevías. Ya entrando a Atocha el tren se paró como tres minutos y, de repente: pum, pum, pum. Dije: algo ha pasado con la catenaria. Después mi vagón explotó y cuando me di cuenta estaba en el suelo. Ya no había ventanas, ni puerta. Vi otro socavón al principio del vagón y, al final, caí: joder, esto es un atentado”.

Es el relato de Francisco Alameda, uno de los cientos de trabajadores que aquel jueves, 11 de marzo de 2004, viajaba en uno de los cuatro trenes de Cercanías de Madrid en los que un grupo de yihadistas sembró el horror en el ataque terrorista más grave de la historia de España. Él resultó herido leve, apenas sangró por los oídos a consecuencia de los impactos. Pero a su lado vio cómo muchos de sus compañeros de viaje murieron o resultaron gravemente heridos. En total, por lo ocurrido en los cuatro trenes en los que explotaron las bombas fallecieron 192 personas. Más de un millar resultaron heridas.

Las bombas de los terroristas yihadistas mataron a Susana, la hermana de Montse Soler. 20 años después, a ella aún le cuesta revivir aquella mañana y, sobre todo, los momentos que pasó en el hospital a donde la llevaron. Murió en el quirófano y ella la identificó gracias a un pendiente que le enseñaron los médicos. Al dolor y la pena, Montse sumó dos grandes preocupaciones: cómo contar a su sobrino de ocho años y a su madre, de 80, que había muerto Susana, madre del primero e hija de la segunda.

Alameda y Soler reciben a elDiario.es en el barrio de Santa Eugenia de Madrid (24.700 habitantes) del distrito de Villa de Vallecas. La vía más rápida para llegar desde allí hasta el centro de Madrid es el Cercanías. Y el 11M de 2004 fueron 14 los vecinos que fallecieron en los trenes. En una de sus plazas, entre bloques, tiene su sede la Asociación 11M Afectados por el Terrorismo, la principal organización que agrupa a víctimas del 11M con más de 1.900 asociados.

En una austera oficina está el despacho de Eulogio Paz, hoy presidente de la asociación. Sustituyó en el cargo a Pilar Manjón, rostro de las víctimas de la masacre durante lustros. En los atentados ambos perdieron a Daniel, su hijo en común. Y en el 20 aniversario de la matanza Manjón ha optado por huir de los focos. Durante años recibió insultos y amenazas por haber dado la cara en nombre de las víctimas. El PP y la derecha mediática le culparon de que los populares perdieran el Gobierno solo tres días después de los atentados. También la censuraron por exigir la verdad al Ejecutivo de José María Aznar que, durante días, sostuvo que el ataque no lo perpetró un grupo yihadista –como certificó el juicio– sino ETA, pese a que tenían las evidencias de la autoría islamista.

La vida tras la matanza

“Es necesario ajustar las expectativas, entender y aceptar que nuestra vida no va a volver a ser igual tras esa experiencia”, se lee en uno de los carteles que cuelgan en el despacho de Paz. “No obstante, esto no quiere decir que no se pueda recuperar un nivel de bienestar y calidad de vida razonablemente satisfactorio, ya sea a través de recuperar una vida similar a la que teníamos antes o ya sea adaptándonos a la nueva situación construyendo una nueva vida diferente”, zanja.

“Yo volví a trabajar porque tenía que comer y vivir”, explica Eulogio Paz. Pero él también adaptó su vida a la nueva situación sin su hijo. “Me impliqué precisamente en conocer e investigar un poco la realidad de estos atentados y por qué Daniel fue asesinado. Entonces, en 2006 escribí un primer libro,11-M. Palabras para Daniel y cartas al director (Ayuntamiento de Rivas, 2006), en el que recogí diez cartas que envié a la prensa y que no me publicaron. En 2007 volví a escribir otro libro, 11-M Cartas al Director (Planeta Rojo, 2007) y luego escribí más libros, hago un blog y siempre he estado en esa tarea”, añade.

Los tres entrevistados constatan que ya hay personas adultas, de 18, 19 y 20 años, que no habían nacido cuando ocurrieron los ataques. ¿Cómo les explicarían lo que sucedió? “Fue un atentado terrorista por haber entrado en una guerra [la de Irak] en la que no debíamos haber entrado nunca. Se sabía que cualquier país que interviniera iba a sufrir consecuencias. Fue una guerra que no queríamos nadie. También les diría que no hubo más fallecidos porque ese día había huelga de profesores y no iba más gente en el tren”, apunta Montse Soler.

Eulogio Paz suele dar charlas y conferencias en colegios e institutos para concienciar a los más jóvenes frente a la violencia. “Yo lo que les digo es que el 11M es un atentado cometido por terroristas yihadistas motivados por la participación de España en la guerra de Irak”, concluye.

Hay un asunto que, dos décadas después, sigue escociendo a la mayoría de las víctimas de la masacre: los relatos alternativos aireados sin pruebas por varios medios y respaldados por dirigentes del PP para poner en duda la autoría del atentado y utilizarlo políticamente contra la izquierda. “Las teorías de la conspiración nos hicieron mucho daño y, durante años yo incluso evitaba contar que era una víctima del 11M”, explica Francisco Alameda. Él reconoce que 12 años después del ataque tuvo que acudir por primera vez al psicólogo para superar el trauma de la matanza. “Sentía incluso vergüenza y miedo porque temía que me empezaran a cuestionar lo que sucedió”.

“Nos sentimos como víctimas de segunda respecto a las de ETA”, advierte Eulogio Paz. “Este local [se refiere al de Santa Eugenia en el que tuvo lugar el encuentro con elDiario.es] lo pagamos religiosamente mientras en su momento el Ayuntamiento de Madrid dio locales a otras asociaciones. Pilar [Manjón] solía decir que ojalá hubiésemos sido víctimas de ETA, pues así nos considerarían de otra manera”, relata. “Cada vez que se cuestiona lo que pasó nos revictimizan. Nosotros nos basamos en los hechos juzgados, los detenidos, sentenciados y condenados”, añade Montse Soler.

El temor al futuro

Una vez pase el 20 aniversario del 11M, sus víctimas temen volver al olvido institucional y mediático. “Volveréis cuando se cumplan 25 años y luego cuando se llegue a los 50, pero muchos ya no estaremos”, explica, resignado, Eulogio Paz, al equipo de elDiario.es desplazado hasta Santa Eugenia. Alameda continuará, por el momento, reuniéndose con otras víctimas para contarles su experiencia y Soler seguirá colaborando con la Asociación 11M Afectados por el Terrorismo y comisariando sus exposiciones, “porque un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla”.

Ella tardó 12 años en volver a coger un tren de Cercanías después de los atentados. Aún hoy debe ir acompañada y cuando viaja tiene momentos de angustia y ansiedad.

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