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“Parar y reflexionar”, no Sánchez sino nosotros

Sánchez abandona el hemiciclo tras la sesión de control del miércoles.

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La mejor prueba del grado de canibalización que ha alcanzado la política española es la reacción que muchos tuvimos a la carta de Pedro Sánchez. No sé tú, pero yo reconozco que mi primer impulso fue pensar en una jugada maestra, un movimiento táctico, pura astucia para ganar apoyo, tomar el liderazgo moral, dejar sola a la derecha y la ultraderecha, marcar la campaña catalana… No se me ocurrió pensar que Sánchez pudiera estar harto, agotado, dolido, que no pudiera más, que quisiera proteger a su mujer, que estuviera preocupado por sus hijas que llevan años viendo a su padre arrastrado por el barro y ahora también a su madre. No se me ocurrió que pudiera ser humano, vaya. Hasta ese extremo se ha deshumanizado nuestra vida pública, y nosotros con ella.

Llevamos años viendo cómo los caníbales se hacen fuertes en el parlamento, en los partidos, los medios y también la judicatura, donde siempre hay un juez dispuesto a firmar lo que le pongan por delante si suma para la causa. Y lo normal es que vayan a más y a peor: por un sencillo proceso de selección adversa, solo los caníbales estarán dispuestos a participar en un banquete donde puedes comer o ser comido. Los que no comemos carne humana nos iremos alejando, espantados por los mordiscos que otros se llevaron antes.

¿Quién se atreverá a presentarse, no a presidente del Gobierno sino a concejal de su pueblo, viendo por lo que han pasado otros? Sánchez es el último de la lista, pieza de caza mayor, pero antes que él han caído otros devorados por la misma jauría. Está reciente el caso de Mónica Oltra, pero antes ya lo sufrieron Pablo Iglesias e Irene Montero, sometidos a un acoso como el que no ha tenido otro político en la democracia española, con su casa familiar sitiada durante meses. Sabemos también de diputados que perdieron el escaño por decisiones judiciales que luego quedaron en nada. Hasta de Guillermo Zapata me acuerdo estos días, aquel concejal madrileño que tuvo que dimitir nada más tomar posesión, por ¡unos tuits! Por no hablar de quienes en Cataluña o Euskadi también han conocido acoso mediático y maniobras judiciales, cárcel incluida.

Repito la pregunta: ¿quién se atreverá a presentarse, no a presidente del gobierno sino a concejal de su pueblo, viendo por lo que han pasado otros? ¿Volveremos a decirles a nuestros hijos, como en el franquismo: “Hija, tú no te signifiques, no te metas en política, que te puede pasar algo malo”? Habrá quien piense que los del párrafo anterior son políticos, y que a la política se viene llorado de casa, lo llevan en el sueldo. ¿También los periodistas, actores o deportistas que igualmente reciben una tormenta de mierda tras pronunciarse sobre algún asunto político?

En la España actual, significarte, meterte en política, es un deporte de riesgo si lo haces desde posiciones de izquierda. Te expones a ser señalado en ciertos medios. A que rebusquen en tus redes sociales. A que un juez acepte una denuncia contra ti. A que un matón de ultraderecha publique aspectos de tu vida personal en sus redes sociales, fotos incluidas. A que te insulten por la calle. A que te monten una concentración fascista delante de tu teatro, tu despacho o tu casa.

Como el presidente, debemos aprovechar estos días para “decidir qué camino tomar”. Primero, lo urgente: si apoyamos al presidente para que se sienta fuerte, respaldado, y siga; o lo dejamos caer. Si permitimos el golpismo blando o defendemos la democracia

Dice Sánchez que necesita “parar y reflexionar” y que se coge unos días sin agenda “para poder reflexionar y decidir qué camino tomar”. Yo creo que somos los ciudadanos los que debemos “parar y reflexionar”. Por ejemplo, preguntarnos si hicimos bastante, si hicimos algo, para defender, para apoyar, para no dejar solos a quienes antes fueron canibalizados, a quienes sufrieron acoso, difamación, persecución judicial, violencia. ¿Hicimos bastante, hicimos algo por los nombrados en el tercer párrafo? Yo no necesito cinco días para responder: yo no hice bastante.

Como el presidente, debemos aprovechar estos días para “decidir qué camino tomar”. Primero, lo urgente: si apoyamos al presidente para que se sienta fuerte, respaldado, y siga; o lo dejamos caer. Si permitimos el golpismo blando o defendemos la democracia. Segundo, lo importante: hasta cuándo y hasta dónde vamos a permitir esta canibalización de la política. Antes de que sea demasiado tarde, si es que no lo es ya.

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