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ENTREVISTA Cofundador de Standing Together

Alon-Lee Green, pacifista judío israelí: “La comunidad internacional no debe dar un cheque en blanco a Israel”

Vigilia reciente por todas las víctimas, organizada por Standing Together. Su cofundador, el judío israelí Alon-Lee Green, en el centro. Junto a él, las árabes israelíes Sally Abed y Ghadir Hani y el judío israelí Maoz Yanon, cuyos padres fueron asesinados el 7 de octubre.

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Mientras en Gaza sigue la masacre diaria -más de 28.000 muertos, 70.000 heridos, dos millones de desplazados- en Israel son pocos los espacios que ponen el foco en ello, y solo una minoría pide un alto el fuego. El pasado 7 de febrero el movimiento Standing Together logró reunir en su asamblea, en la ciudad de Haifa (Israel), a más de cinco mil personas, judíos y árabes israelíes, poco después de que el ala más ultraderechista del país organizara un congreso en defensa de la ocupación ilegal, al que acudieron doce ministros del Gobierno de Benjamin Netanyahu.

“Frente a la conferencia de muerte organizada por los partidarios de la supremacía judía, de los asentamientos y de la guerra eterna, ofrecemos una conferencia de vida, organizada por judíos y árabes que apoyamos la igualdad, la paz y la justicia social”, anunciaron desde sus redes sociales.

Una de las pocas organizaciones integrada por judíos y árabes israelíes -estos últimos conforman el 20% de la población de Israel-, Standing Together va “a contracorriente” desde su nacimiento en 2015, cuando una treintena de activistas acordaron “que había que hacer algo”.

“Defendemos el fin de la ocupación israelí y de la masacre en Gaza, pedimos un acuerdo para la liberación de los rehenes de Hamás y una negociación para la paz donde todo el mundo pueda vivir en libertad, con derechos y sin discriminación”, explica unos de sus fundadores, el judío israelí Alon-Lee Green, en conversación con elDiario.es.

No tenemos líderes en nuestro Parlamento que representen la opción de la paz

A sus reuniones han acudido en más de una ocasión Maoz Yanon y Yotam Kipnis, hijos de víctimas de los ataques de Hamás del 7 de octubre, así como Yonatan Zeigan, cuya madre, la conocida pacifista israelí Vivien Silver, también fue asesinada. En su grupo directivo, recién renovado, “hay religiosos y laicos, residentes en el sur, y en el norte, en la periferia y en el centro, trece judíos y doce árabes israelíes”.

Cuando el 7 de octubre comenzaron a llegar las primeras noticias de lo ocurrido, varios de sus integrantes se reunieron esa misma tarde: “Nos sentamos juntos judíos y palestinos israelíes, lloramos juntos, entendiendo que estamos unidos en esto”, explica Green, quien señala que simplemente esa acción es considerada como “no neutral en nuestra sociedad”. Tanto él como otros compañeros han sufrido en su entorno descalificaciones, insultos o indiferencia. “Pero seguimos, porque sabemos que este es el único camino”.

No somos mayoría, nuestra posición origina mucha resistencia en Israel, pero defendemos una vía real para salvar vidas

En estos cuatro meses el movimiento ha ido creciendo lentamente. En las primeras semanas, solo había un puñado de personas en sus protestas, y ni siquiera lograban permiso de las autoridades para manifestarse. El 18 de octubre dos de sus activistas, “Rimon y Muhammad, fueron detenidos en Jerusalén por la policía porque colgaban carteles en los que se leía: ‘judíos y árabes, superemos esto juntos’”. Confiscaron sus carteles y camisetas, con frases en hebreo y árabe. “Esto no solo es vergonzoso, es increíblemente peligroso. No vamos a detenernos”, denunció entonces Standing Together.

“Escuchamos voces que hablan de borrar Gaza y de una Nakba 2. Son declaraciones peligrosas e inhumanas. Nos guste o no, en este país viven dos pueblos”, ha dicho en varias ocasiones una de las portavoces del movimiento, la palestina israelí Ghadir Hani.

En octubre y noviembre recibieron múltiples amenazas. “Elementos extremistas han intentado cancelar esta asamblea, pero aquí estamos. Continuaremos trabajando por la paz”, advirtió el pasado 4 de noviembre el emir Sharif Odeh en un acto de Standing Together al que fue invitado.

El Gobierno israelí rechaza un acuerdo porque sabe que en cuanto la guerra termine, hay elecciones

“Mientras defendemos la solidaridad, hay elementos extremistas que aprovechan la ruptura y el trauma para enfrentarnos, para distribuir armas y tratar de abrir más frentes”, denunciaba Alon-Lee Green en otra conferencia en diciembre.

Esta semana el rescate de dos rehenes por las fuerzas israelíes -el primero en cuatro meses, tras más de 28.000 muertos en Gaza- acapara la atención en Israel. En contra de la tendencia mayoritaria, desde Standing Together insisten en la necesidad de visibilizar a todas las víctimas, y advierten contra el anunciado “ataque israelí contra Rafah”:

“El precio de la libertad de un rehén no debe implicar la muerte de nadie, y menos de decenas, cientos o miles. Hay otra vía, que es llegar a un pacto que conduzca a la liberación de todos los secuestrados e impida el asesinato de más inocentes” en Gaza, señala Alon-Lee Green.

Salvar vidas significa que todo el mundo pueda ser libre, porque si alguien no es libre, nadie está a salvo

Pregunta: ¿Cómo y por qué fue creado Standing Together?

Respuesta: Comenzó a finales de 2015, cuando hubo otra escalada de violencia, la llamada Intifada de los cuchillos. En todas partes en Israel había llamamientos -de los medios de comunicación, del Parlamento, del Gobierno- en favor de más violencia, del envío de más tropas a Cisjordania y del control de los palestinos israelíes. Netanyahu pronunció en esos días aquella famosa frase: “Viviremos siempre con la espada”.

Así que una treintena de activistas -algunos diputados, otros de asociaciones, de sindicatos y partidos- nos pusimos de acuerdo y decidimos que no queríamos ir en esa dirección, ni resignarnos. Entendimos que es preciso empujar por la paz, por la igualdad y la justicia social, y unir a israelíes y palestinos. Empezamos organizando una protesta tras otra, poco a poco se fue sumando gente y nos convertimos en un movimiento.

¿Cómo es la atmósfera que se vive en Israel tras el 7 de octubre?

Estamos todavía en un clima de miedo y trauma provocados por la masacre del 7-O, por las vidas que se han perdido y la sorpresa ante la magnitud de cuán horrible es y fue. Pero, tras ello, también hay un gran enfado con nuestro Gobierno, porque no están viendo a los rehenes, la gente no entiende qué pasa, no se comprende por qué sigue igual la situación, sin resultados.

Este Gobierno dice que desmantelará a Hamás, que traerá de vuelta a los secuestrados con la operación militar en curso, pero nada de esto ocurre. Muchos pensamos que necesitamos un acuerdo para lograr la puesta en libertad de los rehenes, pero el Gobierno rechaza un acuerdo. Hay enfado por ver cómo el ala de extrema derecha del Gobierno dice no a todo tipo de compromiso y, tras ello, afirma que hay que construir asentamientos en Gaza.

¿En qué se diferencian las manifestaciones de su movimiento de otras?

Hay protestas que piden el regreso de los rehenes. Otras exigen que se celebren elecciones y la dimisión del Gobierno. Y hay un tercer tipo de protestas, que son las nuestras, que piden un acuerdo para un alto el fuego, el regreso de los secuestrados y el fin de la matanza en Gaza.

Es preciso un acuerdo para liberar a los rehenes, poner fin a la matanza en Gaza, terminar con la ocupación y buscar la paz

¿Es popular su posición, la defensa de la paz, en este momento?

Todavía no, pero está ganando terreno.

¿Qué implica la paz? ¿Qué es necesario para conseguirla?

La paz significa permitir que todas las personas que viven en esta tierra tengan derecho a gozar de libertad, independencia e igualdad. Creo que esto supone un compromiso, un compromiso del lado palestino, para que entiendan que nadie se va a ir a ningún sitio, por supuesto no se van a ir los millones de palestinos, pero tampoco los millones de judíos que viven aquí. Y, del mismo modo, el compromiso necesario desde el lado israelí es que no podemos controlar toda la tierra y negar a un sector de la población su libertad e independencia.

Hay que elegir una de las dos cosas: o proporcionar ciudadanía completa e igualitaria a todas las personas en esta tierra, algo que Israel rechaza hacer; o dar a los palestinos su libertad y permitirles disponer de un Estado palestino independiente.

¿Hay líderes israelíes que pueden representar esta posición?

No; en el Parlamento, no.

¿Cómo recibe la sociedad israelí sus reivindicaciones y protestas?

En el lado palestino israelí -que conforma el 20% de la población israelí- tenemos mucha popularidad y apoyo, obviamente. Muchos de nuestros líderes e integrantes son palestinos israelíes, somos un movimiento judío palestino. Dentro de la sociedad judía estamos ganando más momentum, aunque todavía no somos mayoría.

Y, por supuesto, recibimos mucha atención del ala derechista, que nos llaman traidores, nos dicen que ponemos en peligro la seguridad de Israel. Lo que les contestamos es que nosotros somos los verdaderos patriotas, somos los que ofrecemos un camino real para la seguridad, para salvar vidas. Y salvar vidas significa que todo el mundo pueda ser libre, porque si alguien no es libre, nadie está a salvo.

Necesitamos un acuerdo para asumir que nadie se va a ir de esta tierra: ni los palestinos, ni los judíos

¿Qué piensa del futuro de Gaza y de la población palestina?

Lo que está ocurriendo en Gaza es una absoluta locura, hablamos de casi 30.000 personas muertas a manos del Ejército israelí, más de 10.000 niños muertos. Es una locura. Una locura. ¿Cómo puede soportarse este número de niños?

Hablamos del 70% de las edificios destruidos, casi 2 millones de palestinos desplazados en su propia tierra, no se les permite regresar a sus casas. Hablamos de soldados israelíes que pierden la vida, de rehenes que están en túneles bajo tierra, que tienen miedo de morir por las bombas de las Fuerzas israelíes.

No tiene sentido. Tenemos que entender que lo razonable es alcanzar un acuerdo. Hamás hizo algo terrible, sí, es una organización terrorista, sí, pero necesitamos crear una opción de vida, y elegir vida significa también comprometerse con gente que no querría comprometerse.

Ellos tienen poder para dañarnos, nosotros tenemos poder para dañarles. Necesitamos alcanzar un compromiso y un acuerdo. No hay otro modo de salvar a los secuestrados, no hay otro modo de salvar las vidas de palestinos inocentes en Cisjordania y Gaza, no hay otro modo de salvar la vida de los soldados israelíes.

La comunidad internacional tiene que entender que apoyar a la gente de Israel significa apoyar también a la gente de Palestina

¿Qué debería esperarse de la comunidad internacional?

Primero, y ante todo, no dar un cheque en blanco al Gobierno israelí. No decir que todo lo que el Gobierno israelí haga representa al pueblo israelí.

La comunidad internacional tiene que entender que apoyar a la gente que vive en Israel necesariamente significa apoyar también a la gente que vive en Palestina. Tiene que entender que apoyar a quienes vivimos en Israel es resistir frente al ala derechista fascista populista del Gobierno de Israel, que tiene intereses políticos en torno a esta guerra.

Todos los socios políticos de este Gobierno saben que en el momento en el que esta guerra termine, habrá elecciones y ellos perderán su Gobierno, lo saben. Esta es una de las razones por las que rechazan un acuerdo sobre los rehenes.

La comunidad internacional también tiene que entender que cuando dice 'somos amigos de Israel' y entrega un cheque en blanco al Gobierno israelí, eso no ayuda al pueblo israelí.

Nuestro Gobierno está rechazando la paz; no solo ahora, lo hace desde hace décadas

¿Cree que es viable un Estado palestino? ¿Qué opción preferiría usted, dos Estados o uno solo con igualdad para todos?

La prioridad es que la gente aquí pueda vivir en libertad, igualdad e independencia y con prosperidad. En segundo lugar, nuestro trabajo como movimiento social no consiste en trazar líneas en el mapa y decir 'aquí está esta frontera, que va de este lugar a este otro'. La tarea de los ciudadanos palestinos e israelíes es construir una mayoría política en nuestra sociedad que coloque a nuestro Gobierno en una habitación con los palestinos, y que lo haga con la intención de acabar con la ocupación y con el proyecto de asentamientos, para lograr una solución de paz.

El trazado de fronteras lo deben decidir los dos liderazgos en un proceso legítimo. Pero ahora mismo la situación es que nuestro Gobierno está rechazando la paz, está rechazando decir sí a la paz. No solo ahora, ante esta guerra; llevan haciéndolo desde hace muchas décadas.

Hablar de un Estado o de dos es lo de menos ahora. Antes hay que crear una mayoría social.

¿Qué le han aportado estos años de activismo?

No somos la corriente mayoritaria, nuestra posición origina mucha resistencia en este país. Mucha gente nos acusa, nos dicen que solo causamos problemas, pero creer en algo te da fuerza, ser parte de un colectivo te proporciona esperanza y capacidad para ser constante en la persecución de tus objetivos.

No estamos solos. Somos personas que formamos parte de algo. En los momentos más terribles, estamos conectadas con gente con la que compartimos ideas.

¿Puedo preguntarle qué estudió, o qué educación recibió de sus padres, o qué experiencias ha vivido que le llevaron a tener esta posición?

No tengo estudios universitarios, no tengo una licenciatura.

Me refiero a que no todo el mundo cree en la paz, no solo en Israel, sino en el mundo. No es algo muy popular en estos momentos

[Silencio largo] Es una buena pregunta. Creo que es porque crecí como alguien que tenía algo que ganar con la igualdad y la lucha política. No lucho solo por el otro, lucho también por mí mismo.

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