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La UE pacta con Reino Unido una nueva prórroga hasta el 31 de octubre para evitar el abismo del Brexit sin acuerdo

La canciller alemana, Angela Merkel; y la primera ministra británica, Theresa May,  en el Consejo Europeo de Bruselas (Bélgica), este miércoles.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

No se fían de Theresa May. Ha perdido tres veces la votación en su Parlamento para ratificar el acuerdo del Brexit. No se fían de Theresa May. Lleva desde noviembre en la tarea de sacar adelante en Londres el tratado de 600 páginas pactado con la UE, pero hasta hace cuatro días, 34 meses después del referéndum en Reino Unido, no ha querido abrir un diálogo real con el Partido Laborista. No se fían de Theresa May, porque aunque ella prometa una “cooperación sincera” mientras sale de la UE, quieren llenar de contenido los términos de esa cooperación sincera. 

La primera ministra británica pidió el viernes pasado, a un mes de la nueva fecha de salida del Reino Unido de la UE –el 12 de abril–, una prórroga hasta el 30 de junio, con la idea de salir antes de las elecciones europeas: no obstante, se comprometía a convocar los comicios al Parlamento Europeo por si acaso no conseguía ratificar el acuerdo de retirada antes del 23 de mayo.

Pero no se fían, y le conceden, después de ocho horas de cumbre, una prórroga hasta el 31 de octubre, con una revisión en junio, y se aseguran así que Reino Unido no obstruirá el funcionamiento de la nueva Comisión Europea al salir de la UE un día antes de que asuma el poder el 1 de noviembre. Eso sí, si Reino Unido ratifica el acuerdo de retirada antes, antes que se  puede marchar:  la prórroga acordada prevé que Reino Unido deje la UE el día 1 del mes siguiente a la ratificación del acuerdo de retirada.

“La fecha del 31 de octubre frente a una extensión más larga hasta marzo de 2020 defendida por otros Estados miembros”, explican fuentes francesa, “circunscribe el impacto del Brexit en las instituciones europeas y, por lo tanto, en el desarrollo del proyecto europeo”.

Y no se la dan más larga porque, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha insistido en que cuando más tiempo permanezca Reino Unido como “Estado saliente”, más riesgo corre “el proyecto europeo”.

Pero no se fían de ella, porque no ha presentado, en su exposición este miércoles por la tarde ante los líderes de la UE, más que la confianza de tener éxito las conversaciones con los laboristas y sacar el acuerdo adelante. Pero no ha traído a Bruselas más que su palabra, y su palabra, desde noviembre pasado, no ha conseguido lo prometido por la división de su partido, la falta de colaboración de los laboristas y por una división del Parlamento británico en cuanto a los pasos a seguir.

Y los pasos a seguir, según los 27, deben conducir a la salida ordenada del Reino Unido de la UE. “Salida ordenada” es el nuevo mantra, toda vez que la “flextensión” del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, no ha terminado de cuajar. Pero para esa “salida ordenada”, entienden los líderes de la UE, se necesita tiempo. Tiempo para que maduren las negociaciones con los laboristas y tiempo para que Reino Unido se aclare sobre qué relación quiere tener con la UE en un futuro. 

Porque las conversaciones entre el Partido Conservador y el Partido Laborista tienen mucho que ver con eso, en qué quiere ser Reino Unido de mayor en relación con la UE. En si quieren no hablarse, hablarse poco o mandarse mensajitos todo el rato. Y los laboristas mayoritariamente apuestan por lo segundo: una unión aduanera, que ve con muy buenos ojos Bruselas, con derecho a participar en la toma de decisiones del espacio económico común.

Pero, mientras tanto, mientras se llega a eso, los 27 son desconfiados. Unos más, y otros menos. El que más ha trasladado esa desconfianza y dureza es el presidente francés, Emmanuel Macron, convencido de que su papel en este momento histórico pasa por erigirse en el símbolo de la defensa de la arquitectura de la UE realmente existente: ya sea frente a Marine Le Pen, Matteo Salvini o Theresa May. 

Y Macron fue el que más defendió una prórroga corta, y logró así reducir a la mitad la prórroga de un año –hasta marzo de 2020– impulsada por el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. El 31 de octubre, la nueva fecha límite –con una revisión en junio, ratificando que han celebrado las elecciones de junio y evaluar la situación–, además de Halloween, es el día en el que vence la Comisión Europea de Jean-Claude Juncker, con lo cual no tomaría posesión el comisario británico en la nueva Comisión y no participaría Reino Unido en la confección de las nuevas instituciones europeas. Salvo el Parlamento, pero de forma breve en tanto que se constituye el 2 de julio.

Pero Macron fue, también, el más empeñado en que los 27 desarrollen el significante flotante “cooperación sincera”. ¿Qué significa eso? De alguna manera, significa recuperar el anatema irlandés, una suerte de backstop 2.0 para ponérselo a Reino Unido: una salvaguarda para asegurar esa “cooperación sincera”.

Pero, ¿cómo se desarrolla eso? Limitando la capacidad de Reino Unido como Estado miembro. Así lo explican las conclusiones aprobadas por la UE:

"Reino Unido facilitará las tareas de la Unión y se abstendrá de adoptar cualquier medida que pueda poner en peligro los objetivos de la Unión, en particular cuando participe en los procesos de toma de decisiones de la Unión.

Además de las reuniones en virtud del artículo 50, los 27 Estados miembros y la Comisión, cuando corresponda junto con otras instituciones, organismos y agencias de la Unión, continuarán reuniéndose por separado a todos los niveles para discutir asuntos relacionados con la situación después del retirada del Reino Unido".

“Si se está yendo de la UE, ¿qué interés tiene en seguir participando de las decisiones de la UE?”, se preguntaba una fuente diplomática en Bruselas. Por tanto: reuniones a 27 más allá de las que se han producido para tratar del Brexit –como la cumbre rumana de Sibiu el 9 de mayo para hablar sobre el futuro de Europa–; que Reino Unido ejerza su derecho a veto ante decisiones tomadas por los 27; tendrá que participar en las elecciones europeas; y no tendrá comisario, entre otras condiciones, en tanto que se habrá ido de la UE antes de que tome posesión el nuevo Ejecutivo comunitario, el 1 de noviembre.

“La extensión es tan flexible como esperaba y un poco corta de lo que esperaba, pero aun así suficiente para encontrar la mejor solución posible. Por favor, no malgasten este tiempo”, pidió Tusk en la rueda de prensa posterior a la cumbre europea en Bruselas, quien reconoció que era más fácil alcanzar acuerdos entre los 27 “que en el Parlamento británico”.

“Nos hemos puesto de acuerdo en el hecho de que de cuando en cuando los 27 se tienen que reunir para el definir el camino futuro”, ha explicado el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker: “A veces se dice que no debe haber diferencias entre el que se queda y el que se marcha. Pero hay un precedente: en diciembre de 1997, cuando propuse como presidente del Consejo Europeo que se crease el Eurogrupo ante las dudas de muchos. Pero se hizo porque quienes tienen que gestionar la moneda única puedan hacerlo sin que esté el resto. Eso es lo que hemos hecho, hemos recordado el principio de una cooperación leal y estamos convencidos de que Reino Unido cumplirá con esas obligaciones. Habrá elecciones europeas en RU, pueden parecer una excentricidad, pero hay que hacerlo. Lamento que se debata tanto del Brexit”.

Al final, Reino Unido seguirá en la UE hasta que se vaya, con obligaciones pero con sus capacidades limitadas, en una suerte de asfixia que le hará cada día sentirse más incómodo dentro y, en definitiva, alimentando las ganas de irse cuanto antes, que es lo que quieren cada vez más entre los 27.

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