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ENTREVISTA Ganadora del Premio Euskadi de Literatura 2020

Karmele Jaio, premio Euskadi de literatura: “Tenemos la carga de que nosotras hacemos literatura femenina y ellos literatura”

Karmele Jaio

Maialen Ferreira

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Karmele Jaio (Vitoria, 19 de marzo de 1970) ha sido la ganadora del Premio Euskadi de Literatura 2020 en la categoría de 'Literatura en Euskera' por su última obra, 'Aitaren etxea' o, en su traducción a castellano 'La casa del padre'. En 'Aitaren etxea', Jaio trata de retratar los modelos de masculinidad heredaros que se reproducen -consciente o inconscientemente- en el día a día de las personas, ya sea en el ámbito privado o público. Para ello, cuenta la historia de Jasone e Ismael, una pareja de escritores que vive su carrera de forma distinta: él, es reconocido y alabado por el público, mientras que ella hace de su “negro”. Una discriminación que, según esta autora, pueden llegar a sufrir todas las mujeres en distintos aspectos de la vida, pero en el que a ella profesionalmente le concierne se muestra optimista: “Hay mucho que hacer, pero por ver la botella medio llena, hay que decir que en nuestra literatura, en la literatura vasca, la aportación de las mujeres ha sido imprescindible, de lo mejor que ha pasado a la literatura vasca en los últimos años”, afirma.

¿Qué ha supuesto para usted ganar el Premio Euskadi de Literatura 2020? 

Es un reconocimiento importante. Desde que se publicó me ha dado muchas alegrías. Sentí que recibía una buena respuesta de la gente, de los lectores y lectoras y de los libreros y libreras, y ahora con el Premio Euskadi es como cerrar el broche de reconocimiento que ha tenido el libro. 

¿Qué es lo más complicado de hacer literatura en euskera? 

Lo más difícil a veces puede ser la visibilidad dentro incluso de tu propia comunidad, de tu propio país. En una librería muchas veces hay que buscar y rebuscar para encontrar la sección de literatura en euskera. No está al mismo nivel de visibilidad que puede estar la literatura en español, esa es una de las dificultades, pero también creo que tenemos ventajas. La literatura vasca está haciendo un camino importante. Tenemos una lengua que a pesar de ser muy antigua es también muy nueva. Desde los años 60, desde que tenemos el euskera batua, tenemos la sensación de estar pisando nieve virgen, de hacer cosas nuevas. Como todo, tiene sus pros y sus contras. El contra puede ser la visión que desde fuera se pueda tener, esa visión de que es algo pequeño. Yo no creo que haya ni lenguas grandes ni lenguas pequeñas, pueden ser más usadas o menos, pero lo que tenemos que hacer es desde nuestra entre comillas “pequeñez” hablar de temas que puedan llegar a ser interesantes para cualquier persona de cualquier sitio.  

Aitaren etxea habla sobre un hombre que consigue deshacerse del rol dominante y se muestra como un nuevo hombre. ¿Cómo se puede desprender de esa masculinidad tóxica? 

No es fácil. El cambio de valores en general es muy difícil. Hemos sido socializados, hombres y mujeres, sobre unos valores y eso lo llevamos en el disco duro. No es fácil desprenderse. El primer paso para desprenderse de esos mandatos que hemos aprendido -expectativas, oportunidades diferentes entre hombres y mujeres- es ser consciente de que existen. El libro cuenta un poco el proceso de toma de consciencia de una persona, en este caso de un hombre, de ese peso del modelo de masculinidad que ha aprendido. Muchas veces me parece que vivimos sin darnos mucha cuenta de la influencia que tiene, de que influye en todo lo que hacemos, tanto en el terreno público como en el más íntimo. Influye en cómo hablamos en una reunión de trabajo, pero influye también en la forma en la que nos enamoramos de otra persona. En todos los ámbitos de nuestra vida y nos limita. ¿Cómo se puede hacer? Es muy difícil, pero el primer paso es ser consciente de que tenemos ese condicionante, que hemos aprendido a ser hombres y a ser mujeres de una manera y darnos cuenta de ello. El siguiente paso sería poder salir de ahí. 

¿Es más complicado para ellos ser conscientes de los roles de género que se heredan? 

Las mujeres hemos tenido y tenemos una necesidad de hablar más y de reflexionar más sobre estos temas porque estamos en una posición peor y esto te hace movilizarte o reflexionar más. Te hace ser más consciente de ello, pero también tenemos los instrumentos que nos ha dado el feminismo. El feminismo nos ha dado unos instrumentos teóricos que nos ayudan a entender cosas que nos pasan en la vida cotidiana como mujeres y por eso me parece importante el acercamiento y el conocimiento por parte de los hombres del feminismo. Es un instrumento que nos abre los ojos, que nos permite ver todo eso que se esconde bajo la normalidad, esa normalidad donde parece que todo es neutro, pero que está repleta de condicionantes. El feminismo nos ayuda a verlo. Y siempre quien está en una situación de privilegio tiene menos necesidad de pensar en ello, por eso creo que es necesario que los hombres lo hagan.  

Jasone es escritora, pero se reconoce más la obra de Ismael de tal manera que ella hace de “negro” de su marido. ¿Siguen reproduciéndose situaciones como esa a día de hoy en la literatura? 

Quizá no como se cuenta, pero lo que ocurre en la novela es un reflejo de muchas situaciones diferentes que se pueden producir: esa falta de prestigio, esa falta de reconocimiento, esa desvalorización de todo lo que tenga ver con lo femenino. Las mujeres escribimos de temas universales y muchas veces se consideran temas de mujeres y cuando los hombres escriben sobre hombres no hablan de hombres, hablan del ser humano en general. Por un lado, creo que hay que reclamar esa universalidad de los temas que aparecen ahí y el prestigio, no solo en la literatura. En la novela se hacen preguntas en ese sentido: ¿Quién da el prestigio a una obra literaria? ¿Quién decide qué temas son importantes y cuáles no? ¿Qué condiciones de escritura tienen las mujeres condicionadas muchas veces por la sobrecarga de trabajos de cuidado? Hay muchos factores que hacen que en nuestra labor no se puedan dar las mismas condiciones que la de los hombres. 

Hay muchos factores que hacen que en nuestra labor no se puedan dar las mismas condiciones que en la de los hombres

¿Cuánto hay de Karmele en Jasone? 

Hay mucho de Karmele en Jasone, en Ismael y el Libe. Por supuesto, soy mujer, soy escritora y en todo lo que escribimos hay algo nuestro, pero que no tiene que ser coincidente con lo que está ocurriendo en la historia que estás contando. Hay algo que has sentido alguna vez, hay algo que has visto que ha sentido alguna persona cercana... Todo lo que nos pasa en la vida tiene un reflejo en lo que escribimos, puede ser en la trama de una novela o en lo que queremos contar al final. En este caso en todos los personajes hay una parte de mí.  

¿Qué considera que se debe hacer para impulsar la literatura escrita por mujeres? 

Las mujeres hemos vivido durante mucho tiempo con esa carga de que nosotras hacemos literatura femenina y los hombres hacen literatura. Uno de los retos en literatura es que lo que cuente una mujer si está contando en una novela las vivencias de una mujer no se considere un tema de mujeres, que se considere un tema de seres humanos, igual que nos concierne a todos y todas cuando se habla de un hombre. Eso, el prestigio y que las mujeres se conviertan en referentes. Ahí todavía hay mucho que hacer, pero por ver la botella medio llena, hay que decir que en nuestra literatura, en la literatura vasca, la aportación de las mujeres ha sido imprescindible, de lo mejor que ha pasado a la literatura vasca en los últimos años. Escritoras como Eider Rodríguez, Uxue Alberdi, Katixa Agirre o Miren Agur Meabe. Tantas y tantas escritoras que están mostrando una visión que hasta ahora no aparecía en la literatura o que aparecía menos y que se han convertido en un referente, no solo para mujeres que puedan querer escribir, sino también para hombres que escriben y eso es importante. 

¿Considera que la discriminación de la mujer en literatura pueda llegar a desaparecer del todo? 

La desigualdad es estructural, multidimensional, llega a todos los ámbitos de la vida y es difícil, es un trabajo muy difícil. Es una lucha que en cuanto se relaja tiene el peligro de que se den pasos atrás. Hay que estar muy atentas, es imprescindible la complicidad y el compromiso de los hombres también porque la desigualdad de mujeres y hombres no nos afecta solo a las mujeres, afecta a toda la sociedad. La igualdad sería una mejora impresionante para la sociedad. Hay días que veo la botella medio vacía, pero yo creo que quien esté queriendo avanzar en igualdad en nuestra sociedad tiene que ver la botella medio llena porque es un trabajo tan difícil, la inercia es tan fuerte, que como no tengas esa esperanza es difícil seguir empujando para adelante.  

La desigualdad de mujeres y hombres no nos afecta solo a las mujeres, afecta a toda la sociedad

¿Usted como escritora ha sufrido discriminación de algún tipo en su trabajo? 

Todas las mujeres inconsciente o conscientemente vivimos una realidad diferente a los hombres en todos los aspectos de la vida. Desde el momento en el que te han socializado diferente, que te han dicho que ciertos estudios no son para ti y has tenido que optar quizás por otros inconscientemente, creyendo que lo estás haciendo con total libertad o cuando en una reunión la palabra de un hombre tiene más valor que la de una mujer. Hay muchas situaciones que muchas veces no consideramos, que son sutiles, pero que tienen mucha carga de desigualdad. Todas las mujeres vivimos una situación diferenciada de los hombres, y que los hombres viven una situación de privilegio en esta sociedad es algo que es visible. 

¿En qué se está inspirando para su próxima obra? 

Yo siempre me inspiro en lo que veo, lo que vivo, lo que tengo cerca. Ahora mismo después de todo lo que ha pasado y lo que está pasando estoy pensando mucho en la fragilidad del ser humano. Hay un tema que siempre está presente en todo lo que escribo, que son las relaciones entre los seres humanos, las relaciones humanas, las palabras que no decimos...No puedo adelantar exactamente qué es lo que estoy escribiendo, todavía está muy abstracto, pero un tema al que llego siempre es el de las relaciones humanas.  

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