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Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.

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IDA Y MAR

Isabel Díaz Ayuso y Miguel Ángel Rodríguez en 2022

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Ayuso (IDA) ha mentido. Vamos a explicarlo todo, punto por punto, para desmontar la campaña de intoxicación que ella y su jefe de Gabinete, Miguel Ángel Rodríguez (MAR), están difundiendo: 

MAR (es decir, Ayuso) filtra a la prensa de derechas, subvencionada con dinero público, un correo entre la Fiscalía y el abogado del novio de la presidenta en el que hablan de llegar a un acuerdo para evitar el juicio.

A continuación dice en Twitter, sin aportar prueba alguna, que la Fiscalía recibió presiones “de arriba” para romper el acuerdo y que la pareja de la presidenta afrontase las consecuencias penales. Es la misma Fiscalía del caso Koldo que investiga al PSOE, que no sabemos cómo consigue influir en unos casos pero en otros no.  

Al mismo tiempo, Ayuso sostiene en su comparecencia que hay una cacería de Sánchez y todos los poderes del Estado contra su novio para atacarla a ella y ocultar la amnistía.  

Pero la Cadena SER revela el primer correo de la conversación filtrada por MAR (o sea, por Ayuso), un mail en el que el abogado del novio reconoce a la Fiscalía que “ciertamente se han cometido dos delitos” contra la Hacienda Pública. 

Al día siguiente, la Fiscalía confirma esta información en una nota oficial elaborada para desmentir las informaciones falsas que MAR (es decir, Ayuso) ha hecho circular. Es el novio el que reconoce los delitos y el que ofrece un acuerdo que no está roto. 

En ayuda de la presidenta sale el Colegio de Abogados de Madrid que, curiosamente, anuncia acciones legales contra la Fiscalía por la nota oficial revelando una conversación confidencial, pero no dice nada de la filtración de esa misma conversación por parte de MAR (o sea, de Ayuso). Curiosamente también, el Colegio acaba de nombrar secretario general a Luis Banciella, abogado general de la Comunidad en los últimos 5 años. Pero eso es solo una casualidad que no tiene nada que ver con el caso. 

En suma: Miguel Ángel Rodríguez, y por tanto Ayuso, tienen conocimiento de la conversación en la que el propio investigado reconoce los delitos, por lo que la presidenta y su jefe de Gabinete mienten cuando intentan hacernos creer que hay una persecución. 

Y mientras intoxican a la opinión pública por un lado, por otro amenazan al periódico que está publicando la información. MAR envía a la periodista Esther Palomera, adjunta al director de elDiario.es, unos mensajes de Whatsapp en los que le dice: “Os vamos a triturar. Vais a tener que cerrar. Que os den. Idiotas”. Este señor es un cargo público por el que los contribuyentes le pagamos casi 94.000 euros al año. Este señor trabaja para Ayuso. Cuando MAR amenaza a una periodista y a un medio, es IDA la que está amenazando.

Por supuesto, él ni se ha planteado dimitir ni ella se ha planteado cesarle. Toda la respuesta de Ayuso ha sido: “a ver si no nos podemos enfadar con gente de confianza”. No existe tal confianza, no hay amistad alguna entre político y periodista, solo relación profesional, pero aunque la hubiera, nada justifica que un cargo público amenace a un medio y a una periodista con destruirlos. 

Nada lo justifica, pero es lo que nos hemos acostumbrado a ver en la política en general, y en Miguel Ángel Rodríguez en particular. Nos hemos acostumbrado a que los políticos presionen, censuren y fulminen a medios y periodistas (sé de lo que hablo), incluso a que cierren periódicos. 

Nos hemos acostumbrado a que los políticos ataquen a los periodistas y comunicadores en redes, como hizo el ministro Óscar Puente con Risto Mejide, al que llamó “matón”, en lugar de desmontar las inexactitudes flagrantes de su programa. 

Nos hemos acostumbrado a políticos que compran a periodistas y a periodistas vendidos. Nos hemos acostumbrado a que los gobiernos controlen los medios públicos y rieguen con subvenciones millonarias de publicidad institucional a los medios privados para tenerlos a su servicio. 

Y nos hemos acostumbrado al MARTONISMO, a las maneras de matón de Miguel Ángel Rodríguez (o sea, de Ayuso), que extorsiona y hace listas de informadores. En la misma conversación con Palomera presume de haber intercedido para que el PP no la echara de La Razón, como acabó ocurriendo. Se asume que eso es lo que la derecha hace, echar a periodistas cuando quiere. 

Hemos normalizado la anormalidad democrática de que la política controle el contrapoder que debe ser el periodismo. Hemos normalizado que la presidenta de Madrid mienta descaradamente, que ataque a unos periodistas de un medio de comunicación, que tenga comprados a otros medios y periodistas que intoxican para defenderla, que todo su entorno se enriquezca  y que ella viva en dos pisos de un defraudador comprados con dinero de un fraude, y que no dé explicaciones ni dimita por ello. 

Por eso lo hacen. Porque sus votantes no les piden ni las explicaciones ni la dimisión. Porque les justifican. Porque y tú más y los otros también roban y mienten. Roban y mienten porque pueden. Porque una parte de la sociedad les deja. Porque se saben inmunes y se sienten impunes.   

Cuando hoy los periodistas le preguntaron a Ayuso por sus contradicciones respondió “me pinchas y no sangro”. Esa es la cuestión. Les pinchan y no sangran. O peor aún: no les pinchan, por eso no sangran. Y mientras, desangran a la democracia y nos desangran a nosotros.

Produce Carne Cruda

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