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Los médicos no van a Jaén: la provincia reúne el 80% de plazas rechazadas por los MIR en Andalucía para atención primaria

Ignacio Pérez es uno de los graduados de Medicina en Andalucía que ha decidido no coger una de las plazas MIR disponibles

Álvaro López

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Andalucía se queda sin médicos de atención primaria. Aunque es un mal extendido en todo el Sistema Nacional de Salud (SNS), la región andaluza no logra atraer talento joven para que ejerzan como galenos en los centros de salud. En la última convocatoria para Médico Interno Residente (MIR), 39 de las 434 plazas se han quedado libres en Andalucía porque los aspirantes, que ya han superado la carrera de Medicina y quieren empezar a formarse en el Servicio Andaluz de Salud (SAS), han rechazado hacerlo en la especialidad donde más falta hacen -médico de familia- por la “situación laboral” a la que se tienen que enfrentar.

De esas 39 plazas sin cubrir, 31 corresponden a la provincia de Jaén, casi un 80% del total. Este desnivel sobresale en un contexto en el que el Gobierno de Juan Manuel Moreno reclama insistentemente al Ministerio de Sanidad que amplíe tanto las plazas MIR como las unidades docentes para formarlos.

Jaén concentra la mayoría de plazas vacantes para médico de familia en esta convocatoria de médicos residentes. 31 de ellas se han quedado sin nadie que las reclame, en un año especialmente complejo para esta especialidad, porque en toda Andalucía sólo han aumentado en cuatro los puestos MIR de medicina de familia. En la anterior convocatoria sí se cubrieron todas las plazas disponibles en toda la comunidad.

La Consejería de Salud rechaza valorar el déficit acentuado de plazas en Jaén, la provincia menos poblada y peor comunicada de la región oriental, y se limita a confirmar que los datos evidencian que hay que “revisar el modelo” apelando a la responsabilidad del Gobierno central. La Marea Blanca, en cambio, tiene claro el diagnóstico: “Jaén es una provincia grande y montañosa, está alejada del mar y tiene mucha dispersión entre municipios, por lo que no es atractiva para los profesionales sanitarios si no se les incentiva salarial y laboralmente”. Este colectivo de sanitarios recalca que “la situación de desmantelamiento de los hospitales comarcales, la demora en la atención primaria, las listas de espera desbordadas, sumadas a las condiciones económicas sin ningún tipo de incentivos y precarias perspectivas laborales ponen a Jaén en la última posición a la hora de elegir plaza”.

Para entender mejor el marco de los MIR de atención primaria, María José Perea e Ignacio Pérez son dos ejemplos que definen a la perfección en qué punto está en Andalucía. Ambos son recién graduados que prefieren esperar al año que viene que aceptar alguna de las plazas MIR de atención primaria que han quedado vacantes en las dos últimas convocatorias, tras superar el examen que tuvo lugar el pasado 20 de enero.

Ambos han decidido que les compensa más estar a la espera que trabajar en una especialidad que está “destrozada”, según apuntan. Esperarán pese a poder formarse en las plazas vacantes que han quedado sobre todo en Jaén (31), pero también en Huelva (5) y Córdoba (3), ya que los futuros MIR pueden elegir su lugar de formación en toda España una vez aprobado el examen.

Profesionales como ellos, que optan por renunciar a ser residentes -perdiendo la nota que han logrado en esta convocatoria-, rechazan un sueldo base neto de alrededor de 1.100 euros que puede llegar hasta los 2.000 en el caso de que hagan guardias. Sin embargo, estas guardias están condicionadas a que el ambulatorio en cuestión tenga lo que se conoce como atención continuada. Si es así, el residente puede hacerlas en el mismo centro en el que se forma, pero si no lo es, debe trasladarse a otro, normalmente un hospital. En todo caso, como van rotando para ir formándose, las guardias acaban siendo una parte importante en el trabajo de un MIR. Por otro lado, los que desisten suelen aprovechar este tiempo de dos maneras: trabajando en la sanidad privada o con contratos extraordinarios en la pública antes de volver a presentarse al examen y mejorar nota para poder tener más posibilidad de elección o dedicando su tiempo únicamente a formarse.

Así, mientras el resto de especialidades sí han cubierto todos los puestos MIR disponibles, los que dan opción a formarse como médicos comunitarios o de centros de salud, que son los que se consideran vitales por hacer una labor de sanidad pública preventiva y como puerta de entrada al resto del sistema, se han quedado con 39 vacantes. Muchas, si se tiene en cuenta que, según cifras de Salud, en la próxima década se jubilarán la mitad de los actuales médicos de familia que tiene esta comunidad autónoma.

La población de Andalucía ronda los 8,5 millones de personas y hay zonas especialmente tensionadas a nivel sanitario, como la Costa del Sol de Málaga, en las que un solo profesional puede tener a su cargo a más de 2.000 pacientes, sin contar los que puedan entrar por el servicio de Urgencias o los que son su responsabilidad en caso de baja de algún otro médico del mismo ambulatorio. Esta cifra es la que se conoce como cupo y debería estar en el entorno de los 500 ciudadanos por médico en “una situación ideal”, según apuntan los sindicatos.

Una especialidad “destrozada”

“A pesar de ser la especialidad más importante, la base de la pirámide y la más completa, la atención primaria se está desvirtuando hasta llegar al punto de que cada año quedan plazas sobrantes de la misma. Entre los propios compañeros médicos se desprestigia al médico de familia, se le delegan demasiadas labores por parte de otros especialistas”, afirma María José Perea, una joven graduada en Medicina por la Universidad de Sevilla que ha optado por no hacer el MIR en primaria. Dice que es “muy triste” cómo esta especialidad “está quedando cada vez más destrozada”.

Ignacio Pérez, también graduado por la Universidad de Sevilla, cree que la “situación laboral” es mala. Afirma que, pese a haber plazas disponibles, no se ha planteado escogerla por lo que le han contado sus compañeros. “Creo que es una pena porque no deja de ser un pilar fundamental de nuestro sistema de salud pública, pero no me veía preparado para lidiar con muchas de las situaciones que desgraciadamente forman parte de la práctica diaria de la especialidad”. El joven, de 24 años, aspirar a hacer una especialidad quirúrgica y no descarta marcharse de Andalucía para lograr su objetivo.

El estrés al que se enfrentan los profesionales de primaria es una de las razones de peso por las que los aspirantes a MIR se lo piensan: “El paciente llega con una larga lista de motivos para que le vea su médico, debido a que el tiempo que ha esperado hasta que le han dado cita es más largo de lo habitual. Sin embargo, en las derivaciones que se hacen a servicios hospitalarios, además de tener más tiempo para dedicar al paciente, los especialistas solo tratan un motivo por consulta. En atención primaria el tiempo por paciente es de ocho minutos de partida, que luego se convierten en cuatro, en tres o incluso menos, en función del número de urgencias que se inserten al día”, explica María José Perea, que ve en todas estas circunstancias la razón de que algunos pacientes la tomen con el médico de familia con una actitud que puede llegar a ser “agresiva”.

Consejería versus Ministerio

Mientras los futuros médicos rechazan trabajar en los centros de salud ante el panorama al que han de enfrentarse, la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía insiste en reclamarle al Gobierno central más plazas MIR. La consejera del ramo, Catalina García, ha dicho en varias ocasiones que los médicos actuales “necesitan un relevo” y por ese motivo ha llegado a pedirle al Ministerio de Sanidad que promueva un millar de plazas MIR extraordinarias para paliar el déficit. Para García, si no se aumentan esas plazas en primaria, que en esta ocasión ni siquiera se han cubierto, “no se solucionará el problema de accesibilidad”.

Fuentes del Ministerio de Sanidad aseguran que desde el Ejecutivo no se oponen a incrementar las plazas MIR, pero piden a la consejera que sea consecuente con su petición. “Se están pidiendo más plazas, pero no se están cubriendo las que hay”, señalan. “El Ministerio está abierto a que haya más plazas, pero también debe acreditarse que hay profesionales disponibles para formar a los MIR, ya que la sobrecarga de trabajo que tienen hace que muchos de ellos no se sientan capaces”.

Por otro lado, la Consejería de Salud también pide al Gobierno central que se “flexibilicen” los requisitos para que se aumenten las unidades docentes donde se forman los MIR. Catalina García asegura que están “topadas”, pero desde el Ministerio de Sanidad utilizan una retórica similar a la de las plazas MIR: no se oponen a ampliarlas y están abiertos a la flexibilización de criterios, pero resulta “incongruente” la petición si no se cubre la formación actual quedando plazas libres.

La situación de la atención primaria es, como denuncian profesionales y sindicatos, “difícil”. La presión asistencial es tan elevada que los propios graduados de Medicina rechazan formarse en ella, salvo que haya incentivos económicos mayores o se aseguren contratos estables en el futuro. Mientras Salud pide más al Ejecutivo central, todo el SAS se ve afectado por el colapso de la medicina de cabecera. Las listas de espera, pese a los dos planes de choque promovidos por el Gobierno andaluz, siguen aumentando y superan la barrera del millón de pacientes, según las cifras de diciembre de 2023 (43.979 más que en junio).

No obstante, el segundo plan, que pretende hacer uso de la sanidad privada para reducir los enfermos que esperan, chocó de frente con la huelga indefinida de los letrados del SAS, que son los que han de dar el visto bueno a los contratos con la concertada. La desconvocatoria de esa huelga, la semana pasada, ha reactivado los contratos negociados sin publicidad con las clínicas privadas, que el departamento de García espera poder licitar a final de mayo.

El presupuesto autonómico en materia de sanidad para este 2024, que sigue su tramitación parlamentaria, se dibuja como el más abultado con una inversión de más de 14.000 millones de euros. Un presupuesto en el que, según la oposición de izquierdas, hay 100 millones de euros más que en 2023 para acuerdos con la sanidad privada, rozando los 700 millones en total.

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