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Como cuando dijeron que no dejarían a nadie atrás

Imagen de la campaña '¿Quién quiere ser voluntario?', del Fondo de Asistencia Internacional para Estudiantes y Académicos de Noruega (SAIH).

Gabriela Wiener

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Tenía que pasar. Como cuando una negra se inventó el MeToo y las blancas lo pusieron de moda. O como cuando las mujeres guatemaltecas acuñaron el YoTeCreo y las blancas se lo adjudicaron como propio. Ahora que Justin Bieber y Taylor Swift se han posicionado, ahora mola ser antirracista y Vogue recomienda listas de libros para entender el racismo. Libros que si muchos más hubieran leído no tendríamos el 99% de las veces a blancos y sus cosas ocupando espacios y diciendo que todas las vidas importan.

Como cuando el cómico de los blackface de la televisión peruana y el Pepe Reina que aplaude manis de Vox se apuntan a la moda del #StopRacismo con la más descarada hipocresía. Como cuando te piden callar y petas la red de cuadrados negros y ahora tus cuadrados negros tienen más visibilidad que la lucha negra.

Como cuando te preocupan los negros de otros y no los tuyos, los que persigues en las plazas con tu propia policía, los que dejas morir en tus fronteras. Hay cuerpos que solo importan cuando están muertos y otros que no importan ni cuando mueren.

Como cuando asesinan a Marielle Franco y luego eligen a su asesino como presidente. Como cuando las feministas mexicanas o la ciudadanía chilena dejaron huella de su levantamiento en los monumentos y calles y hubo gente que se escandalizó más por las pintadas que por los crímenes machistas, o el saqueo capitalista. Ahora también los que no sufren la brutalidad policial pretenden decir cómo sí y cómo no se protesta.

Como cuando más de mil colectivos racializados y sus voces se han fajado desde su precariedad organizando la campaña RegularizaciónYa para exigir derechos de los migrantes en España, y aparece CEAR con cien millones de euros y no se une a esta iniciativa sino que va por libre cual salvador blanco con su propia propuesta de regularización. Como cuando nos dijeron que no dejarían a nadie detrás y hay 600 mil migrantes en situación administrativa irregular, los más vulnerables, sin derecho al ingreso mínimo de la pandemia. Y así todo.

Lo vemos cada vez que violan a una temporera de la fresa. Cada vez que se les niegan derechos a trabajadoras del hogar, a trabajadoras sexuales. Cada vez que una sudaka está enredada en un infierno burocrático para conseguir la reagrupación familiar. Cada vez que un mantero es maltratado. Cada vez que un niño migrante es arrancado de sus familias. Como el que acaba de suicidarse en Tudela. Como dice Farah Jerari,  el racismo no solo existe una vez al año para que laves tu culpa blanca con un hashtag, es un sistema que oprime diariamente y con crueldad a los cuerpos negros. Este domingo a las 11h frente a la embajada de Estados Unidos nos acuerparemos contra la discriminación, para prenderle fuego al racismo que aquí también mata, y pedir justicia y regularización ya.

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