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Poniendo guapa a la Sanidad: así se “maquillan” las listas de espera

El 51 % de los quirófanos en hospitales venezolanos no funciona, según una encuesta

Esther Samper

Uno de los indicadores más importantes de la salud de un sistema sanitario son las listas de espera quirúrgicas. A través del estudio del número de personas que se encuentran en ellas y del tiempo medio de espera, podemos inferir si la atención sanitaria especializada se da en un margen de tiempo razonable. Por otro lado, también nos indica si el personal sanitario es el adecuado para el volumen de pacientes a los que atiende. Debido a su importancia, tanto sanitaria como electoral, los políticos de cada comunidad autónoma tratan de garantizar, por ley, un plazo de respuesta quirúrgica para los pacientes. Esto es, un plazo máximo de tiempo en el que deben realizarse las cirugías.

De esta forma, unas listas de espera que se incrementan en número de pacientes y de tiempo medio de espera a lo largo del tiempo nos indican que algo está fallando: puede ser que el personal sanitario no dé abasto ante las demandas sanitarias de los pacientes, bien sea porque sean menos de los que deberían, porque no disponen de los recursos necesarios (disminución del número de camas por hospital) o porque, por alguna razón circunstancial, las demandas sanitarias se incrementen.

Como comentábamos en “¿Cómo han afectado a la sanidad 10 años de crisis?” , debido al panorama general de recortes de los últimos años se ha producido una reducción y precarización general del personal sanitario y también un aumento general de los tiempos medio de espera en diferentes territorios de España. Sin embargo, es muy difícil saber con certeza la verdadera realidad tras esta tendencia. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que las trampas para maquillar las listas de espera están a la orden del día.

Como verán a continuación, la variedad de retoques que se pueden aplicar para mejorar las apariencias de un sistema sanitario tan sólo está limitada por la imaginación o la falta de escrúpulos. Dado que no existe, en la práctica, un criterio estándar y universal para definir el comienzo y el final de la espera de un paciente para una determinada cirugía, hacer cambios metodológicos para mejorar los tiempos se convierte en una tarea de ingeniería sanitaria nada infrecuente. Estos son algunos ejemplos de maquillajes (confirmados o denunciados) que se han dado en nuestro país:

–Retrasar lo máximo posible la incorporación de los pacientes a las listas de espera quirúrgicas mediante la retención de citas médicas previas o el retraso de la derivación al especialista. Esta artimaña es muy frecuente y se da en múltiples lugares de nuestro país de forma oficiosa. Sin embargo, esta directriz, junto a otras, se hizo pública a través de un documento filtrado del Hospital de Huelva.

–Dejar de contar a las personas en las listas de espera cuando ya han recibido la carta con el día para la cita para la cirugía (independientemente de cuándo se vaya a realizar ésta). Fue lo que denunció que ocurría en Castilla y León.

–Incluir o quitar determinadas cirugías al registro de las listas de espera si benefician al cómputo final del tiempo medio de espera. Así, si se incluyen cirugías menores, que son más fáciles y sencillas de realizar o se quitan aquellas más complejas, se puede mejorar fácilmente el tiempo medio de espera global.

–Priorizar las operaciones menos complejas y con menor tiempo necesario de intervención. Fue lo que se detectó en el Hospital de Burgos, entre otras prácticas, y su denuncia provocó la dimisión del responsable del área quirúrgica del hospital.

–Ofrecer a los pacientes la posibilidad de derivación a centros privados o concertados para la cirugía, especialmente cuando está a punto de sobrepasarse el plazo de tiempo máximo, y así dejar de computarlos en las listas de espera. En caso de que los pacientes rechacen dicha derivación pasan a una lista en la que esperan más tiempo. El Sindicato Médico Andaluz ha denunciado estas y otras prácticas con anterioridad. Aunque esto también se da en otros lugares como la Comunidad de Madrid, donde además se cambió el criterio de inclusión de pacientes a la lista de espera (antes se daba tras la consulta con el anestesista, tras el cambio se fijó como el momento en el que el médico indicaba la intervención quirúrgica).

–Suprimir la información sobre las listas de espera en sus momentos más críticos, al cambiar los periodos de tiempo sobre los que se informan. El Gobierno de Feijóo recurrió a tal estrategia para ocultar los peores datos de cada año en las listas de espera, autorizándose así mismo por ley.

La solución ante este maquillaje indiscriminado de cifras sería tan sencilla como indeseable para los políticos: Que el supuesto criterio universal en todo el territorio español para medir las listas de espera, reflejado en el Real Decreto 605/2003, realmente se impusiera y se castigase a aquellos que se atrevieran a manipularla. Sin embargo, como comenta Javier Padilla (Médico especialista en Salud Pública), no existen sanciones definidas para la vulneración de las cifras de las listas de espera, motivo importante por el cual los sucesivos Gobiernos nacionales han hecho la vista gorda con las malas prácticas de los gobiernos autonómicos. Si realmente se llevara un control al respecto (soñar aún sigue siendo gratis…), nos llevaríamos una ingrata sorpresa sobre la realidad nacional de nuestras listas de espera. Mientras tanto, ojos que no ven, corazón que no siente.

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