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¿Dónde está la bolita?

Imagen de archivo de una protesta contra los recortes.

Carlos Sánchez Mato

Responsable de políticas económicas de Izquierda Unida —

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Ya es poco habitual y ni siquiera en la legendaria calle de las Sierpes en Sevilla, es fácil encontrarse a determinados artistas que, con indudable talento, montan su negocio en plena vía. No hace falta mucho aparataje. Con un par de cajones que pueden ser de cartón para levantar un mostrador a una altura de metro y medio, tres cubiletes y una bolita, son capaces de desplumar al incauto que cree poder adivinar dónde está la bolita. No actúan solos. Sin el gancho que hace creerse listo a quien no lo es, incluso su extrema habilidad haría imposible que pudieran desplumar al personal. Y de eso va este artículo. De trileros.

No de otra forma se puede calificar lo que ha ocurrido con la recaudación tributaria en España, especialmente en el período que va desde 2007 a la actualidad. Las maniobras, cierto es que no demasiado hábiles, nos permiten ver cómo ha cambiado la distribución de la financiación vía impuestos de las administraciones públicas. En 2019 la liquidación de ingresos tributarios permitirá obtener un importe nominal récord que superará los 216 mil millones de euros. Sin embargo, en relación a la riqueza de nuestro país medida en términos de PIB, solo estamos ligeramente por encima de la obtenida en 2007.

Pero el mapa no tiene nada que ver con lo de hace 13 años, sin ser ni mucho menos maravillosa la situación de entonces. Porque la distribución de los ingresos ha cambiado gracias, cómo no, al engaño realizado por el juego de manos de la derecha de este país. Mientras el IVA ha incrementado casi un 37% la recaudación, seguido de cerca por el IRPF con un 28%, el Impuesto sobre Sociedades se ha desplomado un 33%. ¿Casualidad? Claramente no. Hay trampa.

Los profesionales del trile, suelen usar un poquito de pegamento en los dedos, para poder retirar la bolita con disimulo, o a veces en el interior del cubilete, para que quede adherida al mismo cuando se levanta.

Los profesionales de la estafa fiscal que se ha perpetrado son más sofisticados y utilizan el Boletín Oficial del Estado para implementar normativa legal que satisfaga a quienes más poder y dinero tienen. Hablan de “bajar los impuestos” y utilizan un reclamo e incluso “ganchos” para engañar al personal. Puede parecer increíble, pero una y otra vez lo consiguen.

¿Quién no se acuerda del ínclito Mariano Rajoy y la reina de la charca, Esperanza Aguirre, criticando la subida del IVA realizada por el PSOE en julio de 2010? El Ejecutivo socialista aumentó los tipos de IVA en julio de 2010 y de ese incremento considerado por el PP de “disparate total” hizo bandera electoral la derecha. En 2012, ya con mayoría absoluta, dejó chiquitita la subida anterior y al 12,5% con que nos había obsequiado el PSOE a las clases populares, el PP añadió un 16,7% adicional de incremento. La subida del tipo general acumulada de ambos “partidos de estado” fue de un 31,25% y explica el meteórico aumento de la recaudación en estos años. Había que obtener ingresos, nos decían, y esa era una vía rápida e inmediata. Cierto es que injusta y regresiva porque, como bien es sabido, no supone el mismo esfuerzo abonar el IVA para las clases trabajadoras explotadas, extenuadas y precarizadas que para las élites que marcan el camino fiscal de este país. Por eso es especialmente doloroso para la mayoría social del país, comprobar cómo nos han hecho el trile durante estos años. Sí, pagamos más IVA y más IRPF (con menos progresividad que la de años antes porque les da mucho miedo que los tipos marginales sean un poco más altos para quienes ganan 10.000 euros al mes). Y al mismo tiempo, las grandes empresas, principales contribuyentes de este país, pagan mucho menos que entonces.

La distribución de la tarta muestra que el peso en la misma del IVA y el IRPF se han incrementado de manera considerable, casi un 11% y al mismo tiempo el Impuesto de Sociedades ha reducido su peso a la mitad, un 8%.

Nos cambiaron la bolita.

Pero estos trileros de nuevo cuño lo intentan justificar con melifluos argumentos. ¿Quién no ha escuchado llorar a Díaz Ferrán entonces y a Garamendi ahora? Lo mal que lo están pasando las grandes corporaciones y su discurso amplificado por grandes medios de comunicación puede llegar a enternecer incluso a quienes no tienen trabajo ni prestación alguna o techo bajo el cual guarecerse porque fueron desahuciados. Incluso se ha hecho habitual defender las tesis de que no pagan aquí porque nuestras grandes compañías transnacionales se han internacionalizado y abonan tributos en otros lugares del mundo. Ojalá. Sería un “mal menor”. Pero no es as&iacute. De hecho, la información de la Agencia Tributaria indica que las 134 grandes multinacionales con matriz española lograron en 2016 un beneficio de 91.894 millones y pagaron por este impuesto 11.594 en todo el mundo, un 12,6%. Y, en el caso más extremo, 27 de ellas pagan un Impuesto sobre Sociedades en todo el mundo del 0,3% de su beneficio. Vamos, que utilizan también lo del cubilete para esconder la bolita y, al final, lo que deberían abonar de impuestos, no lo pagan en ningún sitio.

Imaginad que se hubiera mantenido el mismo porcentaje de aportación tributaria por parte de las empresas que había en 2007, un 3,3% del PIB. Eso hubiera supuesto que habríamos ingresado en estos 13 años casi 210 mil millones de euros más que los que han entrado en la caja procedentes de las empresas de este país. Cómo para no hacer donaciones simbólicas que sirvan para despistar… Por si a alguien le da por volver a sacar el mantra de “lo mal que lo han pasado”, le recuerdo que peor y que más han sufrido las trabajadoras y los trabajadores de este país y ahora contribuyen más que en 2007 con más IVA, IRPF e impuestos especiales.

A sanidad se han dedicado 930 mil millones de euros en los años que van de 2007 a 2019. Con esos casi 210 mil millones de euros, los presupuestos de estos 13 años habrían podido incrementarse un 23%. Llamadme demagógico pero hemos entregado más beneficios y menos impuestos para que las grandes empresas puedan repartir dividendos a sus accionistas a cambio de menos sanidad pública para atender a la gente.

Y sin embargo, la verborrea con la que han cautivado al incauto pueblo español sigue operando. No han cambiado la operativa. Lo volverán a intentar. Por eso hay que ir pensando en el día después del fin de la emergencia sanitaria porque sacarán de nuevo el cajón, la bola y los tres cubiletes para que la reconstrucción la vuelvan a pagar los y las de siempre: las clases populares. Pero deberían andarse con mucho cuidado porque, a estas alturas los cubiletes son transparentes, vamos sobrados de engaños, estamos exhaustos y tenemos claro quién es el gancho.

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