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Echo de menos cuando la izquierda estaba fragmentada

Alberto San Juan

Actor y miembro de la cooperativa Teatro del Barrio —

Echo de menos la época cuando la izquierda estaba fragmentada. Esto escribía hoy un amigo en un grupo de wasap de cincuentones, compañeros desde la adolescencia. Y me he reído, por supuesto. Reírse siempre, incluso hoy. Pero la broma, graciosa, conlleva una mentira que ha sido fundamental para sostener el sistema en los últimos cuarenta años: la afirmación de que el PSOE es de izquierdas y que, por tanto, frente a la derecha unida en el PP, la izquierda estaba dividida entre el PSOE e IU.

Lo que sí es cierto es que una mayoría del electorado del PSOE es de izquierdas, a saber: cree en la necesidad de un consenso político que garantice las condiciones materiales e inmateriales necesarias para que toda persona, sin excepción, pueda disfrutar de una vida digna. O más modestamente: cree en la necesidad de una sanidad, una educación y unos servicios sociales públicos de calidad, gratuitos y universales. Incluso en unas condiciones laborales compatibles con la alegría humana y en la posibilidad de acceder al derecho a la vivienda sin sufrir una agonía. Incluso, las más radicales, en la necesidad de enfrentar la contradicción insalvable entre el crecimiento económico y la sostenibilidad de un ecosistema que permita la continuidad de la especie humana.

¿Esto es el programa del PSOE? Dudoso. Y si pacta con Ciudadanos, imposible. ¿Por qué? Porque ambas organizaciones, pero de forma mucho más clara la segunda, insisten en que no hay alternativa a la senda del crecimiento económico, es decir: que la acumulación material ilimitada (y además, privada) sigue siendo la solución a todos los problemas de la humanidad.

Según parece, necesitamos organizarnos políticamente para defender un proyecto alternativo que nos permita sobrevivir como especie. O más modestamente: impedir el desmantelamiento irreversible de la sanidad, la educación y los servicios sociales públicos en la próxima legislatura. Este proyecto lo enunció el 15M: el bien común como eje articulador de la organización social y la participación democrática como mecanismo para garantizarlo. Surgió un poderoso intento de expresar este proyecto en el ámbito electoral: Podemos. Era 2014.

Han pasado cinco años y hoy echamos de menos los tiempos de la fragmentación de la izquierda. Echamos de menos la tristeza, el desaliento, los tiempos previos al “sí se puede”, porque lo de hoy nos parece aún peor.

Pero no hay vuelta atrás. Y delante, ¿qué hay? Lo primero, cuatro citas electorales, todas esta primavera. Después, empezará lo importante: reorganizar el proyecto que luche por impedir la destrucción, ya muy avanzada, de las condiciones necesarias para la supervivencia humana. En los espacios que se hayan podido mantener dentro de las instituciones, fundamentales, y, sobre todo, fuera de las estructuras institucionales: en las calles donde vivimos cada día.

Pero ahora vamos a lo primero. Elecciones. En los próximos diez días se decidirá si en Madrid se presentan dos o tres candidaturas a la izquierda del PSOE. La primera opción hace viable la posibilidad de que exista un gobierno no reaccionario, no depredador, no destructor. Si son tres las candidaturas, el desastre está garantizado: la Comunidad de Madrid será devastada en tanto “comunidad” para someterse de forma total a los intereses privados de los más fuertes.

Esto es, por tanto, un llamamiento a Podemos, IU, Anticapitalistas y gentes cercanas a ceder en sus posiciones respectivas para conseguir acordar unas primarias conjuntas que permitan una candidatura unitaria. Sólo hay dos maneras de resolver esto: encerrar a las direcciones de las tres organizaciones dentro de un despacho hasta que encuentren la forma de evitar el suicidio colectivo en la Comunidad de Madrid, o bien, dejar que la gente medie a través de su participación. Sólo la segunda sería, en realidad, salvar el precipicio actual. ¿Cómo? Unas primarias conjuntas donde pueda presentarse y votar quien quiera, aunque no pertenezca a ninguna organización. Así se hizo hace cuatro años para construir la exitosa lista de Ahora Madrid. El deseo y la necesidad de cambio es de todas, no de quienes ahora tienen en su mano construir, o no, una sola candidatura dispuesta a enfrentarse a los bancos y constructoras que ya están diseñando como repartirse la ciudad. A quienes ahora negocian para conseguir esa candidatura unitaria no pedimos que hagan lo que puedan, sino mucho más: que hagan lo que deben.

Ayer, tras los equívocos titulares de prensa que afirmaban que IU había decidido no confluir con Podemos en Madrid –sólo han votado continuar con un proceso abierto que no ha de excluir a Podemos– las risas de los amigos en los grupos de chat, cuando las había, las caras de las madres y padres en el cole, los comentarios de tanta gente, eran amargos. Démonos un respiro, por favor, una carcajada alegre, a poder ser. Lo contrario sería una irresponsabilidad histórica, imperdonable.

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