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The Guardian en español

Los despidos masivos y la falta de ayudas públicas empujan a millones de personas en EEUU hacia los bancos de alimentos

Una voluntaria de un banco de alimentos de Indiana reparte con mascarilla y guantes

Nina Lakhani

Nueva York (Estados Unidos) —

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Tras la ola masiva de despidos por la crisis del coronavirus, cuyo epicentro mundial se encuentra ahora en Estados Unidos, un número sin precedentes de estadounidenses se dirige a los bancos de alimentos para conseguir productos básicos. Para muchos es la primera vez.

El incremento de las peticiones de ayuda alimentaria se ha multiplicado al menos por ocho en algunas zonas del país, de acuerdo con la investigaciones de The Guardian. Durante este último mes, aproximadamente una de cada tres personas que se ha acercado hasta el local de una organización sin ánimo de lucro en busca de comida lo ha hecho por primera vez en su vida, según las entrevistas realizadas con una docena de establecimientos por todo el país.

La Guardia Nacional se ha desplegado por el territorio estadounidense para colaborar con los bancos de alimentos, cuya capacidad está al límite por el aumento de la demanda en ciudades como Cleveland, Phoenix o San Luis. A medida que la crisis se prolonga, aumenta la preocupación por el fin de las existencias. Organizaciones con recursos ya limitados comienzan a prestar servicios a domicilio para minimizar posibles contagios. Son al menos 300 millones de estadounidenses los que ya han recibido la petición de quedarse en casa.

“Llevo 30 años dedicándome a esto, y no he vivido nada comparable a lo que estamos viendo”, afirma Sheila Christopher, directora de Hunger-Free Pennsylvania, una organización que lucha contra el hambre en dicho estado. “Ni siquiera cuando cerraron las fábricas vimos incrementos como estos”. Su organización representa a 18 bancos de comida de 67 condados.

El año pasado distribuyeron 4.300 millones de almuerzos a más de 40 millones de personas a través de una red de 300 bancos de alimentos y 60.000 establecimientos, escuelas, comedores populares y refugios; así lo registra Feeding America, la red que coordina los bancos de alimentos en Estados Unidos. La mayor parte de sus usuarios son trabajadores pobres, ancianos y personas con alguna discapacidad.

Sube la demanda de alimentos y caen las donaciones

Esta semana, The Guardian contactó con bancos de alimentos y locales al público en nueve estados que coincidieron en informar sobre un incremento nunca visto de la demanda, una caída drástica de las donaciones privadas y una bajada el número de personas dispuestas a trabajar debido a la crisis del coronavirus.

- En Amherst, sede del mayor campus de la Universidad de Massachussest, se ha distribuido un 849% más de comida este marzo que el marzo pasado. El segundo mayor incremento en el estado fue en las instalaciones del ejército de salvación de Pittsfield, con un aumento del 748%.

- El banco de alimentos de Grace Klein en Jefferson County, con el mayor número de casos de Covid-19 confimados en Alabama, entregó 5,076 raciones individuales la semana pasada, lo que supone un incremento del 90% respecto a la semana anterior.

- En el sur de Arizona, la demanda se ha multiplicado por dos y los locales suministran productos alimenticios frescos a 4000 viviendas cada día. El doble que el mismo mes del año anterior. “Habíamos visto un incremento con el cierre del gobierno federal pero nada tan masivo y apabullante como esto” explica Michael McDonald, responsable del banco de alimentos comunitario de South Arizona.

- Una línea de ayuda abierta por el banco de alimentos de la comunidad del Gran Pittburg ha recibido más de un millar de llamadas en las últimas dos semanas. El 90% eran de personas que acababan de perder su empleo. El aumento de pedidos de comida para marzo y abril está un 60% de la carga habitual.La despensa solidaria Lakeview de Chicago se prepara para proveer de alimentos hasta a 2000 personas esta misma semana. Antes de la crisis del coronavirus servía 1100 raciones.

- El banco de alimentos del norte de Florida, que dependía en gran medida de contribuciones de comercios minoristas, ha visto cómo las donaciones caían entre un 85% y 90%, mientras los clientes dejaban los estantes vacíos. Sin embargo, han aumentado las donaciones de restaurantes, circuitos de golf e incluso de DisneyWorld. Ahora, el banco entrega comidas preparadas y contrata a cocineros que han perdido el empleo para que preparen comida a los miles de residentes en centros de la tercera edad.

- En Las Vegas, el banco de alimentos de Three Square ha aumentado su distribución semanal de alimentos en un un 30%, de un millón a 1,3 millones de libras de comida, alrededor de media tonelada. Han abierto nuevos centros de distribución por todo el valle porque 170 de los 180 puntos tradicionales han tenido que cerrar para cumplir las reglas de distanciamiento social. “Cada fila en un centro de distribución supera la cantidad de comida que lleva el camión”, explica el responsable de operaciones, Larry Scott.

- El banco de alimento Harversters, con sede en la ciudad de Kansas y que da servicio a 16 condados al nordeste del estado de Kansas y a diez en el noroeste de Misuri, envió 12.000 cajas de comida el 23 de marzo. Supone un aumento del 140% sobre las 5000 que suelen enviar. “Fue la mayor cantidad distribuida en un solo día desde que abrimos hace 40 años”, explica su encargado de comunicaciones, Gene Hallinan.

A grandes rasgos, esta es una muestra de lo que sucede en todo el país. La portavoz de Feedeng America, Zuani Villarreal, lo explica así: “es la tormenta perfecta sobre los bancos de alimentos tal y como los conocíamos”.

El martes, la policía de Cleveland y la Guardia Nacional de Ohio ayudaron a cargar cajas de alimento en coches en un lugar de recogida organizado en un aparcamiento municipal en el centro de la ciudad. Al menos 2765 familias recibieron alimentos frescos para una semana. El 36% de quienes los recibían lo hacían por primera vez. La semana anterior la cifra había ascendido a 1500 personas y la cola ya se había alargado más de cuatro kilómetros. Una taxista, una fotógrafa freelance y una madre soltera que trabajaba en el sector hotelero estaban entre quienes acudían por primera vez.

Los estados del denominado 'cinturón del óxido' son algunos de los más golpeado por la crisis del coronavirus. Más de 187.000 habitantes de Ohio han pedido subsidio de desempleo durante la tercera semana de marzo, cuando la orden del gobernador comenzó a surtir efecto y se cerraron negocios. Un aumento extraordinario pues la semana anterior las peticiones de desempleo no pasaban de 7046, según datos oficiales del Departamento de Trabajo.

En una sola jornada de la pasada semana, el banco de alimentos del Gran Cleveland recibió 800 llamadas a su línea de ayuda, un número ocho veces más alto de lo normal. Kristin Warzocha, su responsable, explica que “nunca había visto nada así en mis 20 años de trabajo. Vemos gente de todos los ámbitos de la sociedad porque la mayor parte de los estadounidenses viven mes a mes”. Según el Financial Security Index de 2019, la mitad de adultos del país no tienen ahorros suficientes para vivir tres meses.

La demanda se triplica

En Phoenix, Arizona, se ven escenas similares, como la de 1500 personas en cola para recoger una caja de alimentos en la oficina principal de St Mary, el triple de las 450 que lo hacía dos semanas antes. Allí. la Guardia Nacional trata de organizar y aportar en un centro improvisado en el que el número de voluntarios ha descendido de 250 a menos de 50 diarios. La mayor parte de esos voluntarios eran personas de edad avanzada que ahora deben quedarse en casa para minimizar el riesgo de contraer coronavirus.

En total, St Mary's, el banco de alimentos más antiguo del mundo, suministra a 700 refugios, comedores, centros sociales e iglesias en siete condados donde uno de cada cinco niños sufre malnutrición.

“Primero vimos gente que vive mes con mes que fue despedida y no sabía como iba a conseguir el próximo plato de comida, después los que tenían un par de semanas de ahorros. Ahora, la gente que sabía de nuestra existencia porque han donado comida o han sido voluntarios en alguna ocasión”, explica Jerry Brown, portavoz de St Mary's. “La recesión de 2008 no llegó a esto. Esta es una liga diferente”.

Antes de la pandemia de coronavirus, unos 37 millones de personas, uno de cada ocho ciudadanos de Estados Unidos, no tenía garantizado el acceso a toda la comida necesaria para una vida sana y activa. La inseguridad alimentaria lleva a las familias a pactar e intercambiar necesidades fundamentales como el alquiler, gastos médicos, comida. Muchas no entran dentro del ámbito de los programas federales de ayuda.

Los paquetes de rescate del Gobierno incluyen medidas que contribuyen a aliviar la inseguridad alimentaria y aumentan el número de personas que tienen acceso a los bonos de alimentación y las donaciones del Departamento de Agricultura. Ofrecen 1200 dólares a los estadounidenses que ganen menos de 99.000 dólares al año.

Sin embargo, los expertos advierten de que esa ayuda puede ser lenta, poco más que un parche e incluso resultar inadecuada. “La filantropía y las ONG no podrán satisfacer la demanda de alimentos. El Gobierno tiene que intervenir”, afirma Kellie O'Connell, jefe ejecutivo del banco de Lakeview en Chicago.

“La cadena de suministro es fuerte pero, con el aumento continuo del número de personas que sufren inseguridad alimentaria, tal vez necesitemos una nueva ola de legislación federal dirigida específicamente a la seguridad alimentaria de los hogares”, opina Caitlin Welsh, directora de seguridad alimentaria mundial del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales con sede en Washington. “Estas cifras muestran que la pandemia está causando shocks económicos nunca antes experimentados”.

Traducido por Alberto Arce

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