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Las mujeres denuncian en España una violación cada cinco horas

"No es abuso, es violación"

Marta Borraz / Ana Ordaz

Algo más de cuatro violaciones cada día. En España se han denunciado 788 agresiones sexuales con penetración entre enero y junio de este año, según los últimos datos hechos públicos recientemente por el Ministerio del Interior. La cifra deja atrás la tan repetida idea de “una violación cada ocho horas” que lleva años nombrándose con frecuencia para pasar a una violación denunciada cada 5 horas y media. Aún así, las expertas en violencia sexual alertan de que los datos representan la punta del iceberg de una realidad que sigue silenciada.



Según el Balance de criminalidad elaborado por Interior trimestralmente, el acumulado de los seis primeros meses de este año supone un 28,5% más que en el mismo periodo de 2017. La estadística diferencia entre agresiones sexuales con penetración y otros delitos contra la libertad sexual, entre los que se encuentra el acoso sexual, corrupción y pornografía de menores y el resto de tipos de violencia sexual. El dato en este caso también ha experimentado un incremento al pasar de las 5.083 denuncias el año pasado a las 5.731 este 2018.

Interior recopila estas cifras basándose en los hechos conocidos por los diferentes cuerpos policiales y la Guardia Civil, que facilitan sus datos al Sistema Estadístico de Criminalidad. Aunque no hay diferencia por género en cuanto a las denuncias, el ministerio ofrece esta distinción en la categoría de victimizaciones: así, el 93% de las víctimas fueron en 2017 mujeres. La cifra de denuncias ha experimentado un crecimiento sostenido en el tiempo desde 2015, aunque no alcanza el pico registrado en 2010, primer año en el que hay estadísticas oficiales.



Aun así, España se reveló en 2016 como uno de los países en los que menos agresiones sexuales se denuncian de Europa, según datos de Eurostat, que divide entre violaciones y el resto de ataques sexuales. Así, en nuestro país se registró una tasa de 2,69 violaciones y 16,10 ataques sexuales cada 100.000 habitantes. Una cifra muy por debajo de la de Suecia, Finlandia, Inglaterra, Islandia o Francia.

Mayor conciencia social

Las expertas celebran que el número de denuncias aumente paulatinamente y al mismo tiempo llaman la atención sobre la invisibilidad que sigue rodeando a este tipo de violencia. “Cuando empecé aquí en el año 93, acababa de ocurrir el caso de las niñas de Alcàsser y comenzó a hablarse de violencia sexual, pero después se volvió a perder”, explica Sagrario Pérez, coordinadora de ADAVAS León, una asociación que ofrece asistencia psicológica y jurídica a víctimas.

Tras el crimen de Alcàsser, el foco se desvió y comenzó a ocuparse fundamentalmente de la violencia ocurrida en el seno de la pareja o expareja. El punto de inflexión lo marcó el asesinato en 1997 de Ana Orantes, una mujer granadina que días después de haber acudido a la televisión para relatar los malos tratos que sufría a manos de su marido fue asesinada. El caso marcó la lucha contra la violencia de género en España. Ahora, la agresión sexual cometida por los cinco miembros de 'la manada' contra una joven en los Sanfermines de 2016, la violencia sexual ha vuelto a ocupar la agenda, cree Pérez.

“Creo que, poco a poco, se está rompiendo el silencio y las víctimas se sienten más protegidas. Las asociaciones y el movimiento feminista en general llevamos mucho tiempo trabajando para que deje de ser una realidad silenciada y deje de culpabilizarse a las víctimas”, opina la experta. El caso de 'la manada' ha servido para crear una mayor conciencia social con masivas manifestaciones en las calles y miles de mujeres se han atrevido a relatar sus experiencias de violencia sexual en las redes sociales a través de hashtag como #Cuéntalo o #MeToo.

Sin embargo y a pesar de los avances, las asociaciones alertan de que las cifras aportadas por Interior representan la punta del iceberg. “El de denuncias sigue siendo un porcentaje ínfimo y la mayoría de víctimas nunca lo cuentan porque los llamados mitos que rodean a las agresiones sexuales siguen estando muy presentes”, argumenta la experta y autora de la tesis La violencia sexual: desarrollos feministas, mitos y respuestas normativas globales Bárbara Tardón.

Los obstáculos de denunciar

Estos estereotipos, entre ellos pensar que las agresiones sexuales son cometidos mayoritariamente por desconocidos, contribuye a reducir las posibilidades de que las víctimas denuncien y acaban por consolidar la impunidad del agresor o la culpabilidad de la víctima. “Es un delito en el que automáticamente se duda de la credibilidad de las víctimas, que van a encontrarse con numerosos obstáculos a la hora de denunciar –prosigue Tardón–. Además, hay todavía una serie de violencias invisibles que siguen sin detectarse”.

Lo mismo opina la abogada y miembro de Dones Juristes Sonia Ricondo, que llama la atención sobre la jerarquía que se establece en violencia sexual, de forma que “hay muchas violencias que siguen quedándose en la sombra”, dice ejemplificando con la propia división que hace el ministerio del Interior entre agresiones sexuales con penetración y el resto de delitos contra la libertad sexual incluidos en el Código Penal.

La jurista cree que la mayor conciencia y acompañamiento social choca con la desconfianza que, a su juicio, siguen generando las instituciones y el sistema judicial. “Una denunciante se enfrenta al hecho de que las instituciones no tengan un circuito claro como ocurre en violencia de género, que luego puede funcionar mejor o peor, pero en el que hay un marco establecido. En violencia sexual todo queda un poco en el aire y hay un vacío de recursos. La mujer se encuentra desamparada y los procedimientos judiciales son muy largos, complejos y revicitimizadores”.

Ya avisó de ello Amnistía Internacional tras la aprobación del Pacto de Estado contra la violencia machista, momento que aprovechó para denunciar que la violencia sexual “sigue siendo invisible y no prioritaria en España”. En este sentido, la ONG lamenta “la ausencia de iniciativas por parte de las autoridades públicas, campañas y acciones de prevención, la falta de servicios especializados de atención y recuperación de las víctimas, o la falta de especialización de todos los agentes que intervienen en todo el proceso de atención a víctimas de violencia sexual”.

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