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España se apunta a la defensa del uso de la bicicleta en la pandemia, tras semanas obviando su relevancia internacional

Un ciclista circulando por Las Ramblas de Barcelona

Laura Galaup

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En los últimos días, el Gobierno ha comenzado a dar protagonismo a la bicicleta en sus declaraciones públicas, recomendando su uso durante la pandemia para evitar contagios. Transcurridas cuatro semanas del inicio del estado de alarma, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, recordaba que este es un vehículo aconsejable para acudir al trabajo. Su compañera Teresa Ribera, titular de la cartera de Transición Ecológica, apostaba este miércoles también por impulsar la circulación con este medio de transporte para mantener el distanciamiento social tras el confinamiento.

A pesar de estas declaraciones, colectivos ciclistas recuerdan que en nuestro país no se ha apostado por la bicicleta como un transporte esencial durante la emergencia sanitaria, como sí se ha hecho en otras grandes ciudades como Berlín, Bogotá, Ciudad de México, Budapest, Glasgow o la propia Wuhan. “La situación de la bicicleta durante estas últimas semanas ha dejado bastante que desear y demuestra que en su mayor parte se sigue considerando como un objeto de ocio”, explica Miguel Andrés, responsable de ciclismo urbano de la asociación Pedalibre, sobre la falta de medidas implementadas en nuestro país.

Para justificar estas críticas la presidenta de la Coordinadora española en Defensa de la Bici (ConBici), pone un ejemplo muy reciente: “La DGT ha publicado hoy [por este jueves] el primer tuit recomendando los desplazamientos en bicicleta y lo han hecho con la imagen de un ciclista deportivo”. Estos colectivos consideran que el problema reside en que muchas administraciones continúan contemplando la utilización de este vehículo como una forma ocio y no de transporte.

Vergara celebra las declaraciones de Ribera, pero recuerda que durante el estado de alarma la Coordinadora ha observado “mucho control al transporte el bicicleta” por parte de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado“. ”Sobre todo al principio, hubo amenazas [de sanción] que provocaron que aquellas personas que no querían ser paradas constantemente dejasen de utilizar la bicicleta“, apunta. Por su parte desde el Ministerio de Transición Ecológica no concretan qué medidas se podrían desarrollar desde el Gobierno. Se limitan a plantear que ”se está estudiando“ la implantación de la bicicleta como principal medio de transporte.

A nivel internacional, las ciudades que han apostado por la bicicleta durante esta emergencia sanitaria han optado por ofertar viajes gratuitos en la red de bicicletas municipales o aumentar el espacio de circulación reservado para este medio de transporte. Desde ConBici lamentan que en España no se haya puesto en marcha ninguno de estos dos modelos. Según los datos que maneja esta plataforma, el 75% de los municipios han cerrado el servicio de bicicleta pública y, por ahora, – siempre según la información aportada por la Coordinadora – ningún municipio ha anunciado que vaya ceder nuevo espacio a los ciclistas. “Varias ciudades, como Barcelona o Málaga, lo están estudiando, pero no hay ninguna que haya tomado la delantera”, incide Vergara.

Cerrado el servicio de bicicletas públicas

Ciudades como Barcelona, San Sebastián, Valencia o Bilbao continúan con el servicio de bicicletas públicas cerrado por cuestiones sanitarias. “En el momento en el que se produzca una variación de la situación y las recomendaciones médicas no desaconsejen su reapertura, se volverá a poner en funcionamiento.”, explican fuentes del Ayuntamiento de Barcelona. Estas mismas fuentes oficiales insisten en que la bicicleta “es un medio de transporte que siempre es un aliado”.

Teniendo en cuenta que en varias ciudades de Europa han continuado operativos estos servicios, Jesús Freire, director de desarrollo de negocio de la Federación Europea de Ciclistas, cree que en nuestro país las bases de alquiler de bicicletas “se podría haber mantenido abiertas” con “alguna recomendación para usar guantes o mantener la limpieza”. “Me pareció sorprendente que se suspendiesen porque tanto sanitarios, como trabajadores de supermercados o trabajadores esenciales usan el servicio de bicicleta pública para ir al trabajo. Me parece una restricción que fuerza a la gente a optar por el transporte público, que a lo mejor no quieren utilizar porque tienen que estar en contacto con otra gente”, incide Freire.

El Ayuntamiento de Madrid ha anunciado este viernes que reabrirá la semana que viene el servicio de Bicimad, tras un mes suspendido. Por su parte, fuentes oficiales del Consistorio de la capital también aclaran que “a día de hoy, no se van a crear carriles provisionales”. La presidenta de ConBici lamenta esta decisión y considera que esta ciudad es la que “más tendría que apostar por esta solución”, teniendo en cuenta que no tiene una red de vías segregados que conecten la ciudad. Ayuntamientos como Valencia, Bilbao y Barcelona tampoco han avanzado a eldiario.es si estén trabajando en esta propuesta.

Más allá de la creación de “corredores ciclistas” y la “reapertura de los servicios de bicicleta pública”, desde Conbici también piden a las administraciones que se reduzca la velocidad de circulación en las ciudades, que se desactiven los “semáforos de botón para peatones y ciclistas” para evitar contagios, así como que se promueva la instalación generalizada de aparcamientos para bicicleta. Además, desde Pedralibre, colectivo integrado en Conbici, su portavoz recuerda que la reducción del IVA de este medio de transporte facilitaría la adquisición y reparación de bicicletas.

El papel de la bici tras los atentados de Londres

Los expertos un urbanismo y movilidad consultados por esta redacción destacan el papel que puede jugar la bicicleta durante esta emergencia sanitaria. Antonio Lucio profesor de la Escuela de Organización Industrial (EOI) recuerda el rol que desempeñó este vehículo tras los atentados del 7 de julio de 2005 que se produjeron en el transporte público de Londres. “El día después, con la ciudad conmocionada, comenzaron a aparecer miles de bicicletas en la ciudad. Fue un efecto de resiliencia urbana que surgió de manera espontánea”, reseña. Ante la situación “excepcional” actual, aboga por aplicar “medidas excepcionales”.

La arquitecta urbanista Irene Rodríguez también considera que la ciudad se puede adaptar rápidamente a este vehículo. “En calles de mayor tránsito y mayor velocidad no es tan complicado sacar un carril bici. En las operaciones retorno se percibe perfectamente, en un día son capaces de hacer un carril reversible”, apunta, destacando también que en Berlín estas vías se han separado con conos.

Adaptar las calles para que los peatones caminen con facilidad manteniendo la distancia social, le resulta “más complicado” a Rodríguez. “Hay que adaptar el entorno de diseño urbano para hacerlo accesible y ya requiere obras físicas”, reseña. Sin embargo, Lucio explica que en ciudades como Nueva York también se ha aportado espacio a los peatones, “dedicando calles que tenían partes de calzada” solo a los viandantes “para que cuenten con el suficiente espacio para desplazarse con la distancia de seguridad”.

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