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La hermana de Cristina Cifuentes deja su contrato irregular de profesora visitante en la Universidad Rey Juan Carlos

El rector Suárez, a la izquierda de la presidenta de la Comunidad de Madrid.

Daniel Sánchez Caballero

Margarita Cifuentes, hermana de la expresidenta de la Comunidad de Madrid, deja su puesto de docente en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), la misma universidad donde Cristina Cifuentes sacó su máster con notas falsificadas. Un puesto que Margarita Cifuentes obtuvo de manera irregular, ya que no cumple las condiciones que exige la ley para ser profesora visitante, la figura laboral a la que estaba acogida en la universidad.

La ya exprofesora lo deja de forma “voluntaria”, según ha explicado a este periódico, aunque los plazos de la renuncia coinciden con el tiempo máximo que la normativa permite a una persona ser profesor visitante: dos años. Otra cosa es que no sería la primera persona que ejerce como visitante en fraude de ley en la URJC, según ha admitido ante un juez la propia universidad al menos en una ocasión.

Margarita Cifuentes ha sido toda su vida personal de administración y servicios (PAS). Empezó en la Universidad Complutense, donde sacó una plaza en 1992, y de ahí pasaría en 2005 –algún ascenso después– a la URJC, donde tiene una plaza de PAS. Cifuentes ha explicado a este periódico que volverá a su puesto.

Bordeando la ley

La hermana de la expresidenta no cumplía los requisitos para ser profesora visitante, una figura laboral pensada para atraer talento de fuera a determinadas áreas que lo necesitaran en las universidades. Las distintas normativas que la regulan son muy claras respecto a las condiciones que deben tener las personas que aspiren a serlo.

Esto no fue impedimento para que el anterior rector, el plagiador Fernando Suárez, le hiciera un contrato como profesora cuando la hermana de Margarita, Cristina, era presidenta regional y por tanto la última responsable de la financiación de esta universidad pública madrileña. No era la primera relación académica entre ambos: Suárez ya había dirigido la tesis de Margarita Cifuentes siendo rector. Que el máximo dirigente de una universidad dirija tesis también se sale de lo habitual.

De arriba abajo, la Ley Orgánica de Universidades (LOU) establece en su artículo 54.a que el contrato de profesor visitante “se podrá celebrar con profesores o investigadores de reconocido prestigio de otras universidades y centros de investigación, tantos españoles como extranjeros”. El punto b añade que “la finalidad del contrato será desarrollar tareas docentes o investigadoras a través de las que se aporten los conocimientos y la experiencia docente e investigadora” de estos docentes que vienen de otras universidades.

Cifuentes ni era “profesora o investigadora de reconocido prestigio” (nunca había dado clase y toda su actividad investigadora hasta ese momento era haber realizado la tesis, en la que obtuvo cum laude) ni venía de otra universidad: tenía su puesto de trabajo en la misma URJC.

Bajando un escalón normativo, el convenio colectivo del personal docente e investigador de la Comunidad de Madrid recoge punto por punto lo que establece la LOU: exige reconocido prestigio y provenir de otros centros. Por último, a nivel de universidad, los estatutos de la URJC siguen una línea similar.

Cuando este diario publicó en 2016 que Cifuentes había sido contratada y no cumplía los requisitos, esta envió un email en el que reivindicaba su experiencia investigadora: “En el año 2009 obtuve una beca de la Fundación Napoleón de París (...). Soy la primera española que obtenía una beca de la prestigiosa Fundación parisina (...). Además he sido becaria del Archivo Histórico Militar (Segovia) durante tres años, en donde inicié mi investigación”. En esta ocasión, ha lamentado que “nadie” se haya molestado en leer su tesis pese a que está a disposición de quien la quiera y que esta consta de “más de 2.899 folios y cerca de 600 notas a pie de página. El trabajo de más de seis años”, concluye.

Pero no es solo la ley y sus desarrollos. Varias sentencias han recogido que “este tipo de contrato está pensado para profesores e investigadores de otras universidades” y esos mismos fallos judiciales sostienen que aplicárselo a alguien que ya está en el centro “se podría entender que es fraude de ley”.

Una figura excepcional

Lo excepcional de la figura laboral se puede comprobar en el hecho de que su uso esté muy limitado en casi todas las universidades excepto en la URJC, la Carlos III (UC3M, también madrileña) y la Pompeu Fabra de Catalunya, aunque esta en menor medida.

Lo habitual es que los campus españoles tengan una decena o dos de profesores visitantes. En la URJC hay más de 300, en la Universidad Carlos III de Madrid los rondan. Fuentes universitarias señalan que una posible explicación es la discrecionalidad con la que se pueden adjudicar estas plazas, prácticamente a dedo. La forma de los contratos, además, de un año prorrogable a dos (nunca más, en teoría) permite a los rectorados tener una población laboral cautiva, pendiente de que les renueven el contrato o no.

“Hay profesores en fraude de ley, pero con una situación tan precaria que no pueden ni protestar porque los liquidan. Tu puesto de trabajo no depende de tus méritos sino de la lealtad hacia quien te contrata”, explican estas fuentes.

Desde el sindicato SOMOS Sindicalistas han elevado a la dirección de la Rey Juan Carlos un escrito en el que le han solicitado el contrato de Margarita Cifuentes en aplicación de la Ley de la Transparencia. El rectorado tiene tres meses para contestar. Fuentes de la Universidad Rey Juan Carlos confirman que ha dejado de ser profesora, pero no dan más información sobre los motivos o su destino laboral.

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