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700 euros para ellos, 400 para ellas: “La igualdad en el deporte no es que todos compitamos en una misma clasificación”

Atletas

Mamen Hidalgo

Disputar una misma competición y recibir diferentes premios económicos se ha convertido en algo habitual en deportes individuales como pádel, atletismo, squash, windsurf e infinidad de prácticas en las que las mujeres han visto claras diferencias económicas con excusas como la distancia o el menor número de inscripciones. La última deportista en sufrirlo ha sido Paloma Sala (1991), especialista en pruebas de fondo y medio fondo, quien renunció recientemente a una carrera popular en Águilas (Murcia) al ver que el Ayuntamiento ofrecía 700 euros al ganador y 400 a la ganadora. “Suele confundirse igualdad con que tengamos que competir por una misma clasificación”, explica a eldiario.es después de recibir un aluvión de críticas por su protesta. “Me ha sorprendido la cantidad de gente que no sabe que partimos de condiciones diferentes, hacerlo así sería una discriminación de base”.

Tras veinte años disputando competiciones de alto nivel en el atletismo, Paloma se encontró con unas normas que estaban lejos de la igualdad que reclama. El consistorio sostenía que la carrera de las mujeres sería de cinco kilómetros con un premio a la ganadora de 400 euros, mientras que la de los hombres apuntaba el doble de distancia con la entrega de 700 euros al ganador. Con la distancia como disculpa, la discriminación entraba el debate. “Dijeron que todas las carreras estaban abiertas a hombres y mujeres, cosa que no es cierto. Si fuera así, nosotras no podemos participar con las mínimas que ponen por razones fisiológicas”, dice.

“En el atletismo siempre hay marcas mínimas diferentes que se ponen desde las federaciones, donde se regula para cada género. En la tabla de esta carrera se nos pedía hacer menos de 32 minutos, lo que equivaldría a pedirles a ellos bajar de 28 minutos, cuando el récord de España está en 27:48. Pedirnos bajar de 32 minutos es una locura, el récord está por encima”, continúa Paloma. Las reacciones a su explicación instaban a correr con los hombres si deseaba esa igualdad, algo que la propia Paloma trata de explicar. “Sería partir de una discriminación de base, precisamente lo contrario a igualdad porque no estamos ante las mismas condiciones. Las mujeres podemos ganar a muchos hombres, pero la mejor nunca va a ganar al mejor por razones puramente fisiológicas”.

Sexismo y discriminación

En los últimos años han sido varias las acciones populares que han sido señaladas por su discriminación. Una prueba de pádel en Arévalo (Ávila) en la que había una diferencia de 200 euros entre ganadores, una maratón en Lerín (Navarra) donde el ganador duplicaba a la ganadora, una bandera de traineras en A Coruña en la que ellos recibían 2.500 euros y ellas 1.000, y un campeonato de surf en Cantabria donde el ganador recibía 2.000 euros y la misma posición en categoría femenina recibía 500 euros.

Una relación de decisiones discriminatorias que es larga, culminando por el vibrador y el kit de belleza que recibieron las participantes en un campeonato de squash en Oviedo. Tiro o windsurf han sido otros deportes en los que sus participantes han sufrido esta desigualdad. Precisamente en este último, las hermanas Daida e Iballa Ruano batallaron para acabar con una norma que establecía 20.000 euros menos para ellas en el circuito de la prueba mundial de Gran Canaria.

Las distinciones económicas se argumentan en base al número de participantes, el recorrido o el mismo esfuerzo. “Buscan ahorrar y lo que hacen es recortar a las mujeres para tener una excusa. Al revés nunca se hace, nunca nos ponen más kilómetros a nosotras. Está normalizado que cualquier modificación afecte siempre a la mujer”, lamenta. “En cualquier caso, partiendo de esa diferencia, hay quien asegura que al correr menos kilómetros merecemos menos. ¿Acaso el que corre los 100 m tiene se prepara menos que quien compite en 5.000? Quien está en el atletismo, o quien lo conoce, sabe que los 5.000 se hacen con más ritmo que los 10.000. No tiene sentido pensar así. Además, establecían una prima por lograr el récord y también era mayor para el ganador. ¿Tendría menos mérito en nuestro caso?”.

Leyes que no protegen la igualdad

Eliminar esta discriminación por género era el objetivo de María José López Santana (Nueva Canarias), cuando presentó en el Senado una proposición de Ley al respecto en 2018. En el texto aseguraba que las competiciones organizadas, financiadas, subvencionadas o patrocinadas por las administraciones públicas o entidades de derecho público vinculadas “deberían ser iguales cuando se tratase de la misma disciplina, modalidad y categoría deportiva”. Una norma que fue aprobada por el Pleno entre aplausos y con la que aprovechó para lanzar un mensaje contundente en este ámbito: “El deporte femenino se trata como un subgénero. Ya es hora de que el hombre deje de ser el baremo de todas las cosas. Diferente no es inferior”.

Pero es la propia Ley del Deporte, que data de 1990, la que excluye sistemáticamente a la mujer de la profesionalidad en este ámbito, porque no la contempla. María José Rienda, nombrada presidenta del Consejo Superior de Deportes (CSD) con la llegada de Pedro Sánchez al Gobierno, anunció la actualización de una norma obsoleta e incidió en que ésta terminaría con la desigualdad, también en los premios. Pero con la convocatoria de elecciones, el anteproyecto de Ley quedó a la espera y mientras las deportistas se aferran a una Ley de Igualdad de 2007 que asegura que todos los programas públicos del desarrollo del deporte “incorporarán la efectiva consideración del principio de igualdad real y efectiva en su diseño y ejecución”, algo que el Ayuntamiento de Águilas decidió obviar.

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