Las relaciones sociales protegen nuestro cerebro de enfermedades como el alzheimer, según un experto de UNIR

Europa Press

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El investigador y profesor del Máster en Neuropsicología y Educación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) Javier Tubío ha puesto el acento en cómo cultivar las relaciones sociales protege nuestro cerebro ante enfermedades como el alzheimer. En una entrevista a Europa Press, ha relatado cómo la soledad no deseada crea un malestar que perdura en el tiempo y eso “influye en la calidad de nuestro envejecimiento, así como en la salud de nuestro cerebro”.

La soledad, ha explicado, hace que tengamos una vida más pasiva, con menos estimulación. Además, se asocia con otros factores perjudiciales, y está relacionada con una mayor incidencia en la depresión.El tener una vida social rica, ha relatado, “nos permite involucrarnos en actividades saludables para nuestro cerebro que nos protegen del deterioro cognitivo, así como de los signos de una demencia”.

Cuando tenemos relaciones sociales continuas, éstas se convierten “en una estimulación de nuestro cerebro”. Además, “participan activamente en la reserva cognitiva, haciendo que tengamos mayores mecanismos compensatorios ante una enfermedad como el alzheimer”. Así, del mismo modo que una persona que ha hecho deporte toda su vida está más fuerte y, a la hora de enfrentarse a una enfermedad, está en mejores condiciones, a nivel cerebral tener relaciones sociales va creando alternativas que hacen que nuestro cerebro esté más sano.

Por otro lado, ha señalado cómo en el futuro vamos a encontrar modelos de soledad diferentes. Así, a día de hoy, los estudios dicen que las personas que sufren mayor deterioro cognitivo y se enfrentan a más consecuencias ante una enfermedad como el alzheimer son los que no se han casado.

El segundo grupo son las personas que han enviudado y los más protegidos son los casados o divorciados. Sin embargo, “este es un modelo muy diferente al que vamos a encontrar en el futuro, porque estar soltero ahora es una opción que puede ser elegida”. Por tanto, “habrá que ver cómo afectan los modelos de soledad en el futuro, porque las consecuencias pueden ser diferentes”. Y es que lo que se conoce como soledad no deseada “es una soledad que causa malestar y que se prolonga en el tiempo, se enquista y de la que parece difícil salir”.

La respuesta “fácil” para salir de la soledad sería “intentar salir y hacer cosas”, pero “esta solución no es accesible”, porque las personas se pueden preguntar: y a dónde voy. La clave estaría en “intentar encontrar algo donde te puedas enganchar con cosas que solemos hacer solos pero que se pueden hacer en compañía”; por ejemplo, si te gusta leer, ir a un grupo de lectura. “Intentar encontrar algo que estimule y que haga compartir con otras personas; al principio es un esfuerzo, puede no ser fácil, pero hay que intentar dar ese paso”, ha resaltado.