El viaje del agua: de la naturaleza a tu mesa en un viaje sostenible

Ricardo Arnaiz

El agua es vital para el cuerpo humano. Puede llegar a constituir aproximadamente entre el 60 y el 70% del peso corporal de un adulto y juega un papel crucial en infinidad de funciones fisiológicas. Todos sabemos lo importante que es mantenerse bien hidratados con un agua de calidad. Y seguramente también sepamos que la ingesta adecuada de agua es de dos litros al día para las mujeres y 2,5 para los hombres. Por eso, y para ser conscientes del origen del agua que nos da la vida, te invitamos a conocer el viaje del agua, toda una aventura que comienza en las nubes y termina en tu vaso.

El agua mineral es la que mayores garantías de calidad ofrece. Entre ellas, Bezoya es un agua de mineralización muy débil y con un residuo seco muy bajo, lo que la diferencia de la gran mayoría de las aguas. Ahora, coincidiendo con el 50 aniversario de la marca del Grupo Pascual, viajamos desde las montañas de Guadarrama hasta las mesas de toda España para descifrar cómo es posible que la pureza del agua se mantenga intacta hasta llegar a nosotros a través de un viaje complejo pero sostenible.

De la lluvia a la botella

Todo comienza cuando el agua cae de las nubes, en forma líquida, de nieve o de hielo, y se deposita en la cima de la cordillera a más de 2.000 metros de altitud. Una vez allí el agua se filtra por las fisuras y se deposita en el interior de la montaña. Allí el agua queda almacenada en depósitos interiores naturales y poco a poco se va drenando. Gracias a que la roca del manantial es prácticamente insoluble, el agua de Bezoya puede presumir de ese bajo residuo seco de apenas 27 mg/l. 

El agua que se filtra sigue su camino a través de las tuberías que recorre el interior de la montaña, una se encamina a la planta que Bezoya tiene en Ortigosa del Monte y otra a la de Tres Casas, ambas en la provincia de Segovia. De esta manera el agua llega a la envasadora sin contaminación ninguna, aunque para asegurar siempre su pureza se sacan varios cientos de muestras al día en cada planta de embotellado. Así, el agua que llega desde las montañas, sin haber sido manipulada y solo filtrada, es envasada en botellas para continuar su viaje hasta las manos de cada consumidor.

Un viaje largo pero sostenible

Tomar el agua que cae del cielo y llevarla hasta nuestro cuerpo, sin alterar sus propiedades, no es una tarea fácil, al igual que tampoco lo es conseguirlo sin consecuencias negativas para el planeta. Para lograrlo en 2020 se puso en marcha el Compromiso Bezoya, “todo un eje vertebrador que pone la sostenibilidad al servicio del desarrollo de la marca”, según explica Alejandro González, director de Innovación e I+D de Pascual. Una estrategia de conducta que se basa en cinco pilares fundamentales: el origen, las plantas de envasado, el producto, el transporte y el reciclaje. 

“El objetivo es cuidar el medio ambiente y favorecer la economía circular”, añade González. “En el origen cuidamos la biodiversidad del entorno del manantial, lo hacemos a través de la Red Natura 2000 avalada por Europa. El envasado sostenible empieza por la construcción sostenible de las propias plantas, continúa con el uso de energía de origen renovable y termina dando una segunda vida a los pocos residuos generados para conseguir un resultado de residuo cero. ¿El producto? Se garantiza la máxima calidad a través de controles regulares y el empleo de un envase de plástico 100% reciclado. El transporte se realiza a través de una flota comercial 100% eléctrica. Y el reciclaje queda facilitado gracias a nuestras botellas 100% reciclables y el fomento de la reutilización”. 

Circularidad y neutralidad en carbono: el viaje de Bezoya

Desde que Bezoya nació en 1974 han sido muchos los pasos que la marca ha debido de ir dando hasta ser referente de sostenibilidad en el sector. “El objetivo es alcanzar la circularidad en los envases y la neutralidad en carbono”, recuerda el director de innovación de Pascual. “En 2012 ya fuimos pioneros utilizando botellas hechas de otras botellas (rPET) y, gracias a las medidas tomadas, la tecnología ya nos ha permitido reutilizar unas 10.300 toneladas de plástico solo en 2023. Hemos reducido un 10% la huella de carbono y hemos apostado por nuevos formatos, como el Bag in Box de ocho litros que emplea menos plástico, al mismo tiempo que reformulamos constantemente el diseño de los envases para conseguir cada vez un menor consumo de plástico”. 

Tras medio siglo en el sector, Bezoya afronta un futuro en el que quiere anticiparse a las necesidades, trabajando en el impacto socioeconómico para seguir generando riqueza en la Sierra de Guadarrama luchando contra la España vaciada, innovando a través de nuevas posibilidades de formatos y materiales, creciendo como marca con la sostenibilidad como eje vertebrador y, sobre todo, llevando hasta los consumidores un agua de calidad y llena de garantías tal y como lleva haciendo los últimos 50 años.