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La banca ética continúa su escalada con un crecimiento del 16% en 2018 y no teme el 'greenwashing' de la tradicional

Oficina de Fiare Banca Ética en Bilbao

Iván Fernández

Las finanzas éticas continúan con su escalada y en el último año registran un crecimiento del 16% en la cantidad de dinero concedido para financiar proyectos éticos y sostenibles, según el Barómetro de las Finanzas Éticas de 2018 presentado este viernes antes los medios de comunicación. “Ha sido un buen año a pesar de que el crédito tradicional ha descendido”, comenta Sergi Salavert, autor del informe y coordinador del Observatorio de la Finanzas Éticas.

Desde que se elaborara por primera vez el barómetro, allá por 2008, la cantidad de dinero financiado se ha multiplicado por cinco. Los préstamos concedidos han pasado de suponer 283,8 millones de euros euros en 2008 a 1.474 millones de euros en 2018. “Las finanzas éticas se han ganado un espacio y un respeto”, aseguran desde el Observatorio.

La banca ética busca diferenciarse de la banca tradicional en función de sus valores. “Estamos muy lejos de las actividades especulativas, la financiación de la industria de la guerra o la apertura de filiales en paraísos fiscales para eludir impuestos”, comentan desde el observatorio. Apuestan por financiar proyectos que tengan un impacto social y ambiental positivo a través de redes locales y estatales. “Las finanzas éticas son las finanzas del sentido común. Por eso estamos en el foco de atención y tenemos un rol que jugar en la transformación del sector financiero”, comenta Sandra Castañeda, directora de comunicación de Triodos Bank.

Mayor financiación para proyectos medioambientales

En España, los proyectos que han recibido más financiación son los de carácter medioambiental como pueden ser los que tienen que ver con energías renovables, comercio justo, agricultura ecológica, gestión de residuos o construcción sostenible. Concretamente, se destinan 594 millones, un 40% del total. Por orden de importancia le sigue: el sector social (salud, bienestar, desarrollo comunitario y educación), con un 22% de los créditos; préstamos a administraciones y particulares con un 22%; y el sector cultural (ocio, arte, comunicación y actividades culturales), con un 14,4%.

El capital social también ha crecido un 6% respecto a 2017 hasta alcanzar los 191,5 millones de euros. “Esto permite a las entidades acometer acciones más arriesgadas”, comenta Salavert. Sin embargo, el número de usuarios ha disminuido un 2,5% respecto al año anterior. “Es en este aspecto dónde más se evidencia el impacto de las potentes campañas de captación de clientes de la banca tradicional”, reza el informe

“No tenemos miedo a la banca tradicional”

“Es un buen síntoma que esté en la agenda de la banca”, comenta Castañeda respecto a las iniciativas de la banca tradicional para asociar su marca a valores éticos, sostenibles y ambientales. Aunque avisa: “Somos conscientes de que va a haber algunos lavados de imagen, y tenemos que estar atentos para que el cambio se dé de forma real. Por ejemplo, la transparencia es vital, ¿cómo puede ser que no sepamos en que está invirtiendo nuestro banco? En Triodos Bank hemos sido los primeros en España en medir y publicar la huella de carbono de nuestra cartera de préstamos e inversiones. Queremos que más entidades se sumen a este ejercicio de transparencia y compromiso social”, comenta.

Para Valle Conteras, de Fiare Banca Ética, no hay que perderse en una lucha de David contra Goliat. “Es bueno que caminen hacia ahí y en parte es gracias a nuestro granito de arena. La gente sabe distinguir cuando es un lavado de cara y cuando no”, comenta la responsable de Fiare, quién afirma no tener miedo a que la banca tradicional ocupe su negocio. “Nuestros clientes nos preguntan qué hacemos con el dinero y no cuánto beneficio vamos a darles”, reflexiona.

Más crítico se muestra David Sánchez, director de la aseguradora Seryes: “Las tendencias del consumidor están cambiando y la banca tradicional nos puede adelantar sobretodo por su capacidad de apostar por la digitalización”. Además considera que desde el sector de las finanzas éticas se deben hacer las cosas mejor. “Hay mucho consumidor al que no llegamos mientras que las grandes compañías ya están colando su mensaje. Una de las principal mutuas de Madrid se está vendiendo como ética y es una de las que más negocio hace con el sector armamentístico” .

Uno de los pasos que dio la Unión Europea para clasificar una inversión como socialmente responsable es la definición de una taxonomía que estableciera una serie de requisitos a cumplir para obtener un sello que identificará este tipo de inversión. “Es un primer paso, pero está inacabado”, opina Castañeda, quién pone el foco en las inversiones marrones que son las que dominan el mercado y lamenta la falta de medición del impacto social en la taxonomía diseñada por la UE

Baja tasa de morosidad

Uno de los datos que resalta del barómetro es la baja tasa de morosidad que registra la banca ética , un 1,68% en 2018 frente al 5,81% que se da en la banca tradicional. “Hacemos una banca muy pegada a las personas promotoras y los sectores que financiamos están en auge”, comenta Castañeda. En la misma línea se muestra Contreras, “el seguimiento que realizamos es muy importante, les acompañamos en los malos y buenos momentos. Incluso es algo emocional”. Para Guillermo Lobo, miembro de la Comisión Técnica de Coop57, una entidad de poco tamaño, la clave está en que sus socios son los que llevan a cabo los proyectos y están muy comprometidos.

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