¿Cómo debo limpiar mi campana extractora?

Una persona quita los filtros de su campana extractora en una foto de stock.

Inés Aguerri Alonso

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La grasa es, sin duda, uno de los mayores enemigos de nuestras cocinas. La suciedad que provoca se queda incrustada en microondas, hornos y otros electrodomésticos, como en la parte externa e interna de nuestra campana extractora.  

En nuestras manos está brindarle un mantenimiento adecuado y constante para que esta grasa no quede incrustada y sea cada vez más difícil de eliminar. Con ello, conseguiremos eliminar malos olores, alargar su vida útil y facilitar la absorción de humo o vapor, ya que en ocasiones la campana extractora se bloquea por la propia suciedad. 

Para conseguir limpiarla y mantenerla en un estado óptimo solo debemos seguir estos sencillos y útiles hacks de limpieza que la dejarán impoluta, tanto por fuera como por dentro.

Así debes limpiar el exterior de la campana extractora

Para limpiarla con mayor facilidad lo idóneo es comenzar con su limpieza después de haber cocinado, ya que los restos de suciedad no se habrán petrificado y estarán todavía reblandecidos: el siguiente paso es apagarla y dejar que se enfríe.

Después comenzaremos por limpiar el exterior de la campana, la parte más accesible, lisa y con la suciedad visible. Debido a lo fácil que resulta limpiar esta parte y a que es la zona más visible en nuestra cocina, lo recomendable es limpiarla a diario, aprovechando la limpieza cotidiana de la encimera y otras partes de la zona.

Normalmente las campanas extractoras son de acero inoxidable, un material muy fácil de limpiar: para ello será suficiente con limpiarla con una bayeta y un limpiador quitagrasas o algún limpiador casero como una mezcla de agua, detergente neutro o jabón y unas gotas de amoniaco.

Siempre que hagamos estas mezclas debemos tener en cuenta que lo idóneo es utilizar agua caliente, ya que esta va a hacer que la suciedad y la grasa se reblandezca y sea más fácil de eliminar.

También es importante en este caso utilizar bayetas, paños de microfibra u otros trapos suaves, ya que no debemos utilizar estropajos o esponjas porque su textura gruesa puede rayar el acero inoxidable. 

Después de haberla limpiado, si queremos perfeccionar todavía más el resultado podemos quitar las marcas que han quedado de la limpieza con una bayeta o un paño seco que después utilizaremos para darle brillo con limpiacristales. 

Imprescindible: limpiar el interior de la campana y los filtros

Limpiar el interior de la campana y los filtros es un poco más complejo, ya que en esta parte un poco más inaccesible es donde se acumula mayor suciedad, grasa y polvo. 

La buena noticia es que no es necesario limpiarla a diario, debería ser suficiente con hacerlo una vez al mes o cada dos meses, todo dependerá del tipo de cocina que realicemos: si no la utilizamos mucho o hacemos mucha comida al vapor, necesitará menos frecuencia de limpieza que si solemos cocinar fritos.

Lo primero que debemos hacer es limpiar el o los filtros antigrasa. Para ello, debemos extraerlos de la campana y proceder a su limpieza. En la mayoría de los casos, los filtros de acero inoxidable pueden introducirse en el lavavajillas (sin otros utensilios de cocina cerca) con jabón normal y un programa de agua caliente.

Sin embargo, en el caso de los filtros metálicos existe la posibilidad de que pierdan color si los introducimos en dicho electrodoméstico. En ambos casos existe una opción muy válida y adecuada, sobre todo cuando el filtro está muy sucio: lavarlos a mano. con una bayeta, agua y producto desengrasante o con otros trucos de limpieza más efectivos y menos agresivos.

Para estos últimos, debemos disponer del fregadero o de un cuenco lo suficientemente grande como para introducirlos dentro. Lo llenaremos de agua caliente y añadiremos en él el zumo de un limón, media taza de bicarbonato y un poco de jabón o detergente neutro.

Introducimos los filtros en la mezcla y lo dejamos actuar entre 15 minutos y unas horas, dependiendo de la cantidad de suciedad que tengan y veamos que se desprende o no. Cuando haya pasado el tiempo, los terminamos de limpiar con una bayeta o ayudándonos de hisopos para acceder a las zonas más difíciles de las rejillas.

Si todavía no es suficiente y sigue quedando suciedad, podemos repetir el proceso o probar con otra mezcla casera: agua caliente y un poco de vinagre blanco. Una vez limpios, los dejamos secar antes de ponerlos y pasamos a limpiar el interior de la campana. 

En algunos casos, los filtros no son extraíbles. En estos casos, no hay problema, porque procederemos a limpiar el interior de la campana con ellos puestos. En los casos en los que el filtro sí es extraíble, es mejor limpiarlos como hemos mencionado y continuar con el siguiente truco sin ellos puestos en la campana. 

Empezaremos llenando dos ollas de agua (en el caso de que sea una campana pequeña solo será necesaria una) y poniéndolas en el fuego para que hierva. En cada una de ellas deberemos echar el jugo de dos limones,  ¼ de un vaso de bicarbonato y un vaso de vinagre blanco, mezcla que actúa como desengrasante natural.

Dejaremos las ollas con la mezcla hirviendo durante mínimo media hora con la campana extractora apagada o con la mínima potencia, para que el vapor ascienda e impacte en la campana sin salir con rapidez por ella.

Pasada la media hora, retiramos la mezcla y limpiamos la campana por dentro con una bayeta: veremos que se limpiará con facilidad, ya que la grasa se habrá reblandecido. Además, con la ayuda de hisopos podemos limpiar las zonas más complicadas, como las hélices del motor y otras zonas pequeñas y más inaccesibles. 

En el caso de que todavía no nos haya sido posible eliminar toda la suciedad, podemos repetir o alargar el proceso las veces y los días necesarios. 

Por otro lado, en los casos en los que las campanas cuentan con filtros de carbón activo, debemos recordar sustituirlos cada cuatro a seis meses aproximadamente, según las indicaciones, momento que también podemos aprovechar para realizar esta limpieza.

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