Castilla-La Mancha Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Las negociaciones entre Israel y Hamás llegan a un punto decisivo
ANÁLISIS | El cierre de filas con Israel lleva a EEUU a limitar las libertades
OPINIÓN | 'Todo salió mal', por Enric González

Celeste Caeiro en la Revolución de los Claveles

0

Me entero en la prensa por alguna conmemoración del día 25 de abril de 1974, cumpliéndose hoy el 50º aniversario de la Revolución de los Claveles en Portugal, que tumbó una dictadura de casi medio siglo de duración, y que preocupó un tanto a Franco, ya el único dictador de Europa; me entero de que a Celeste Caeiro, una joven camarera lisboeta, esa mañana le pidieron cigarrillos unos soldados que habían iniciado el golpe, y como no tenía, les dio claveles. Los soldados, entonces, metieron el clavel por la bocacha de sus fusiles, evitando disparar. El detalle de esta muchacha dio nombre a lo que estaba pasando. Pues a raíz de esta noticia, he compuesto este soneto:

A Celeste Caeiro, el 25 de abril de 1974 en Lisboa

Celeste, te pidieron cigarrillos

esos soldados del golpe de estado.

Tú sentiste el haberles defraudado,

pues no tenías tabaco en tus bolsillos.

El pueblo se deshace de los grillos

con que la tiranía le ha esposado

durante tanto tiempo. Emancipado,

ve cómo se bloquean los gatillos.

Celeste mira el ramo de claveles

que va ondeando por Largo do Carmo

buscando un logro en este mes de abril.

Esos rojos claveles son laureles.

Los soldados proclaman: “Yo no armo

más que con estas flores mi fusil.“ 

Me entero en la prensa por alguna conmemoración del día 25 de abril de 1974, cumpliéndose hoy el 50º aniversario de la Revolución de los Claveles en Portugal, que tumbó una dictadura de casi medio siglo de duración, y que preocupó un tanto a Franco, ya el único dictador de Europa; me entero de que a Celeste Caeiro, una joven camarera lisboeta, esa mañana le pidieron cigarrillos unos soldados que habían iniciado el golpe, y como no tenía, les dio claveles. Los soldados, entonces, metieron el clavel por la bocacha de sus fusiles, evitando disparar. El detalle de esta muchacha dio nombre a lo que estaba pasando. Pues a raíz de esta noticia, he compuesto este soneto:

A Celeste Caeiro, el 25 de abril de 1974 en Lisboa