Sobre este blog

Espacio de opinión de Canarias Ahora

Turismo y ablepsia

1

Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver, y aquí parece que hay algunos que no ve por ninguno de los ojos… porque no le interesa.  Y eso le ocurre a los se oponen a la creación de una tasa turística en Canarias.

En el negocio turístico, el inversor construye un hotel, por ejemplo, en el que presta unos servicios y vende las habitaciones a un cliente que paga por disfrutar de esa habitación y esos servicios durante unos días. 

¿Qué vende el empresario hotelero? Vende el alojamiento en una confortable habitación con los servicios de limpieza y restauración correspondientes, así como un valor añadido, que hace incrementar el precio de ese servicio de alojamiento. No es lo mismo una habitación en primera línea de playa en Canarias con vistas al mar, que una habitación cuya única ventana da a un patio interior con poca luz situada en un edificio en Soria, aunque las habitaciones sean idénticas y hayan costado más o menos lo mismo. 

¿Cuál es ese valor añadido que provoca que el alojamiento en una habitación de un hotel en Canarias con vistas al mar, valga tres veces más que una habitación de un hotel en Soria o en Palencia, por ejemplo? Que una habitación de hotel en Canarias tiene un valor añadido extraordinario, que obviamente, el empresario turístico repercute en el precio de venta.    

¿Y cuál es el valor añadido del producto turístico que vende el empresario?  Es el clima, el sol, las playas, el paisaje y la seguridad ciudadana, entre otros. Pero ojo, el industrial turístico en Canarias ese valor añadido se lo repercute al cliente, pero a él le sale gratis. Ese es el gran negocio.

Entonces resulta que el turista viene a Canarias, disfruta tomando el sol en las playas, se ducha para desalarse al salir, visita espacios naturales, recorre nuestros senderos y nuestras carreteras … y tira de la cisterna antes de marcharse. 

¿Y quien paga a los socorristas que vigilan a los que se bañan en la orilla del mar, quien paga a los que cuidan los senderos, quien paga el agua de las duchas, quien paga a los que limpian las playas, quien paga a los vigilantes de los espacios naturales, quien paga a los que mantienen nuestras vías de comunicación? Lo pagamos nosotros con nuestros impuestos. Los turistas vienen y disfrutan en Canarias de todo eso gratis. Pero lo curioso es que los hoteleros se lo cobran a los turistas en forma de sobreprecio como valor añadido a su alojamiento.

¿Es tan difícil entender, que el turista debe pagar una tasa para contribuir a mantener esas playas y esos espacios naturales que disfruta gratuitamente? 

La tasa turística está extendida prácticamente en todos los destinos turísticos. No solo para contribuir para mantener esos espacios que los turistas disfrutan, sino también en algún caso de forma disuasoria para tratar de evitar un colapso del destino por masificación del mismo.

 Venecia por ejemplo comenzó por prohibir la escala de cruceros, y ha seguido por establecer una tasa para todo turista que quiera entrar en la ciudad. Esa tasa nos la cobran a nosotros si vamos a hospedarnos a algunas ciudades de Francia, de Alemania, de Holanda, a Nueva York, a Praga, a Cancún, e incluso hay países que cobran una tasa turística de hasta 220 dólares por el solo hecho de entrar en ese país como turista. Pero a los alemanes, a los franceses o a los holandeses, no les cobramos nada cuando viene aquí como turistas. ¡Es que somos muy generosos!

En realidad, los que se oponen a la tasa turística, es que ni defienden a Canarias ni defienden a los canarios. Lo que defienden de verdad, son los intereses de los depredadores de suelo que hacen negocio vendiendo nuestras playas, nuestros espacios naturales y nuestro clima, sin que a ellos les cueste nada… o bueno, quizá alguna mordida para el Rey Midas de turno, para que le recalifique terrenos y poder construir hoteles o villas.

Decía el pasado mes de diciembre el presidente Fernando Clavijo, que había que agilizar los procedimientos de autorizaciones en el territorio porque nos estaban esperando inversiones del orden de cincuenta a sesenta mil millones de euros, que estaban frenadas porque los inversores no conseguían las autorizaciones pertinentes. Y ya había dicho anteriormente, que “nuestra prioridad es atraer inversiones que contribuyen a ofrecer nuevas oportunidades a los jóvenes canarios”. ¡Que bien suena la frasecita!

Pero esas inversiones no pretenden destinarse en Canarias a crear un HUB que sea plataforma para los países vecinos de África aprovechando nuestra posición geográfica estratégica, ni para la creación de un parque tecnológico, ni para el desarrollo de industrias punteras en desalación o energías alternativas, no, nada de eso. Esos cincuenta mil millones de euros que están en lista de espera, son para invertirlos en construir más hoteles, más campos de golf, más centros comerciales y más puertos deportivos.

Es lo más rentable, porque incluye en el paquete el clima, el sol, las playas y la naturaleza de Canarias, que son valores muy cotizados. En esa lista de espera están La Tejita, El Mojón, el puerto de Fonsalía, La Pavona, Ecoresort, Cuna del Alma, Tenerife Circuito del Motor, y otros muchos proyectos para construir miles y miles de camas más. 

Y claro está, crearán más puestos de trabajo. Pero como el crecimiento vegetativo de nuestra población no permite cubrir esos puestos de trabajo, vendrán de Sudamérica o de África a cubrirlos. Pero esos trabajadores demandarán entonces más servicios sanitarios; de educación para sus hijos; de agua, electricidad y comunicaciones; de instalaciones de depuración y saneamiento. Y muchos tendrán un vehículo para desplazarse, y las autopistas del sur y del norte de Tenerife tendrán que aumentar a cuatro carriles, a cinco, a seis, y así sucesivamente hasta el infinito, o hasta que el caballo reviente. 

“El crecimiento del turismo en España no es sostenible”. Esto no lo dijo un ecologista, lo dijo Gabriel Escarrer, consejero delegado del grupo Meliá. “Hay que intentar hacer algo para controlar un crecimiento que puede colapsar el negocio”. 

Hace más de veinte años, un gobierno y un parlamento sensibles con algo tan elemental como la capacidad de carga de un territorio, promulgaron leyes que pretendían contener ese crecimiento descontrolado. Pero desde el año 2015, las leyes parece que van en sentido contrario y fomentan instrumentos para liberación del suelo y abrir ventanillas para los especuladores, como los Proyectos de Interés Insular. ¡Barra libre a los depredadores del territorio!

Porque la Ley del Suelo 4/2017, que en su exposición de motivos decía que pretendía descongestionar la tramitación de expedientes relativos a ordenación del suelo desmantelando la COTMAC y delegando funciones a los cabildos y ayuntamientos, lo que ha conseguido es el efecto contrario: Es como si en sanidad, ante el colapso de los hospitales, deciden derivar los enfermos a los ambulatorios, donde ante la carencia de medios y de especialistas, a los pacientes les esperaría un negro panorama. 

Pues ese negro panorama es el que ha provocado la Ley del Suelo en Canarias. El desarrollo del los planes generales e instrumentos de ordenación del territorio se atascan, y solo parece que se agilizan los proyectos de Interés Insular, a la medida de algunos especuladores, claro está. En realidad, esta ley no se hizo para tratar de ordenar el territorio, sino para permitir que algunos lo desordenaran a la carta, como ha sucedido también con la Ley de las Islas Verdes.

Y como éramos pocos, la abuela parió la vivienda vacacional. Una figura que nació con vocación de generar una renta complementaria para determinado segmento de pequeños propietarios, pero como sucedió con el desarrollo de los complejos de apartamentos en los años setenta y ochenta, los grandes han visto la tarta, y ya hay algún propietario que posee más de quinientas viviendas vacacionales acogiéndose a la opacidad fiscal que esta figura permite, y provocando un crecimiento espectacular de este tipo de alojamiento.  Si esto no se regula adecuadamente, crecerá como un monstruo que devorará parte del mercado turístico, y provocará inevitables tensiones por carencia de viviendas en alquiler y elevación de la renta de las mismas. 

Gran parte de estas viviendas vacacionales han sido compradas por extranjeros, y esto necesita ser regulado. Hay países que han prohibido a los extranjeros no residentes comprar una vivienda, como Canadá, Nueva Zelanda o Andorra, y otros como Portugal, han aumentado considerablemente el impuesto a la propiedad para los propietarios no residentes. Pero en este país, como somos tan generosos, si un extranjero invierte quinientos mil euros en la compra de una vivienda, lo que llaman la Golden Visa, le regalamos la condición de residente y el derecho a vivir y trabajar en España. ¡Alucinante!

La situación de Canarias y la dependencia de la Unión Europea, en la que entramos por la puerta de servicio, no permiten seguramente implantar unas restricciones que si pueden hacer algunos países para hacer frente a la codicia especulativa del suelo y de la vivienda, pero posiblemente si se puedan implementar medidas fiscales como ha hecho Portugal, que contribuyan a frenar o disuadir este fiebre, que podría tener efectos muy negativos en el mercado turístico en general y en el acceso a la vivienda en particular.

Si el turismo es una industria, es la industria de los pobres. De los que tienen poca o ninguna cualificación profesional. De los que ni fabrican ni producen, sino que venden lo que han heredado para sobrevivir. Y si bien es una actividad económica que genera beneficios económicos y que ha permitido ayudar a salir de un crónico subdesarrollo a algunos países o regiones, también es cierto que cuando el turismo se convierte casi en un monocultivo manejado por grandes corporaciones, como ocurre ahora en nuestras islas, los efectos pueden ser catastróficos.

Tenemos en Canarias los peores indicadores en educación, en sanidad, en paro, en precariedad laboral y casi ochocientas mil personas en riesgo de pobreza o exclusión social. ¡Y todo eso, con cifras récord de turistas! 

!Y todavía algunos se afanan en calificar más suelo para construir más camas turísticas, que traerán mas precariedad laboral, mas demanda de servicios, mas saturación de infraestructuras, mas contaminación, más presión sobre el territorio y las costas… y más miseria!

Pero no se trata de demonizar el turismo, como algunos dicen para descalificar a los que se oponen a esta demencial espiral de crecimiento. El turismo es una actividad económica beneficiosa para las sociedades que la promueven, cuanto está regulada y orientada a mantener y revalorizar los valores patrimoniales de esa sociedad, como sus paisajes, sus costas, su cultura y su equilibrio medioambiental. Pero cuando esa actividad está orientada a un crecimiento desmesurado promovido por especuladores y depredadores del suelo, se produce una destrucción de esos valores y una consiguiente degradación y pérdida de valor de ese territorio.

Pero eso a los buitres financieros no les preocupa. Después de exprimir, saturar, masificar y quemar a Canarias como destino turístico degradando sus costas, sus campos y todo su territorio, se llevarán los beneficios a República Dominicana, a Los Cabos en la Baja California (donde algún conocido político está bien instalado), a Cancún o a Panamá. Y todo esto, con la complicidad de algunos Reyes Midas que se llevarán su parte y tratarán de justificarlo todo con la creación de puestos de trabajo… precarios. ¡Que Dios nos ayude!

Sobre este blog

Espacio de opinión de Canarias Ahora

Etiquetas
stats