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Sobre este blog

El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

No pares, sigue, sigue, no pares, sigue, sigue

José María Izquierdo

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El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

Catalunya. Apenas unos días para saber si los ciudadanos catalanes logran obtener un resultado en las elecciones que haga posible la gobernabilidad, o cada uno ensimismado en lo suyo se encaminan, qué dislate, a la repetición de elecciones. Con los sondeos como única arma de análisis -las impresiones personales las dejamos para otras cuestiones- resulta imposible vislumbrar el resultado. La gran duda es saber si alcanzarán los partidos nacionalistas esa meta de los 68 diputados que les permita gobernar en coalición. Esquerra y Junts, con los votos previsibles de la CUP, rozan esa cifra en los sondeos, aunque los últimos se quedan en 66 o 67. Demasiado al borde como para asegurar que no llegarán. Illa, y ya es un triunfo de lujo para los socialistas, ganará de lejos -veremos cuánto de lejos- pero necesitará los apoyos de algún grupo de los dos nacionalistas grandes, porque els Comuns aportarán magros números. Y tuerzan el cuello para mirar hacia Madrid y el gobierno de coalición, donde ambos son imprescindibles para que Sánchez obtenga las mayorías necesarias, tanto en los Presupuestos como en la vida parlamentaria. ¿Un lío? Quia. Tres, cuatro líos. A ver qué gato, como en los dibujos, es capaz de desenredar la madeja. Así que es lícita la pregunta del millón: ¿habrá servido para algo al Gobierno central el tremendo desgaste de los indultos, primero, la amnistía, después? Es obvio que esa gran apuesta ya ha servido a la sociedad – no sólo la catalana- para rebajar la temperatura a límites primaverales, como puede atestiguar cualquier ciudadano de buena fe, pero aún queda confirmar el pleno en el acierto. Horas, quedan horas. 

Del exterior. Claman las buenas gentes en todo el mundo para lograr que se frene la masacre de Gaza -¡esos niños!-, mientras los gobernantes, acogotados por el miedo, sus enormes dependencias económicas y sus muchas carencias morales, hacen jeribeques para no enfrentarse a la evidencia: Israel está cometiendo, con el permiso y la ayuda, militar y moral, de Occidente, un auténtico genocidio. Levanta el ánimo ver a los universitarios estadounidenses dejar sus poltronas para gritar basta, como ya hicieron sus abuelos en su momento ante aquella barbarie de Vietnam. ¿Y aquí, qué pasa? ¿Qué hacemos que no estamos todos en la calle para exigir -Sánchez ha hecho mucho más que otros grandes dirigentes europeos, por cierto- que se ponga fin a ese desastre, que dejemos de enviar armas al ejército israelí para masacrar los hospitales de los palestinos, inermes ante las bombas que nosotros proporcionamos a sus asesinos? También Ucrania, claro, pero Gaza es el horror y la vergüenza. 

Milei. ¿Qué podemos esperar de un tipo que hace propaganda política con una motosierra? Leer su comunicado contra el gobierno español es estar leyendo un panfleto redactado por Miguel Ángel Rodríguez y recitado por Isabel Díaz-Ayuso. Es lógico que un tipo tan ridículo quiera parecer un gobernante de verdad sirviéndose del lenguaje grandilocuente y pomposo que caracteriza a los mequetrefes intelectuales. Esperemos que la lógica se imponga y este singular tsunami se quede en mero desbordamiento de la bañera; bastará para secarlo una buena fregona y un cubo grande. También ayudaría, en este caso como en otros aconteceres consuetudinarios, que el ministro feraz y un punto feroz se guarde para su coleto algunas de sus ocurrencias. No es necesario que demuestre a toda la humanidad, incluso allende el océano, cuán listo y gracioso es usted, mañana, tarde y noche. Un poco de contención, por favor.