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Pedro Sánchez anunció ayer por sorpresa que se está planteando dimitir. Que cancela toda su agenda para reflexionar durante cinco días. Que no puede más con “la campaña de acoso” contra él y sobre todo contra su esposa, Begoña Gómez, a la que la derecha acusa de tráfico de influencias, corrupción y unas cuantas cosas más sin que conste prueba ninguna. Un juez de Madrid, viejo conocido de causas sin sentido, ha admitido a trámite una querella de la organización ultraderechista Manos Limpias basada en recortes de prensa y bulos contra la mujer del presidente. Y eso es lo que ha hecho explotar a Sánchez, que se da hasta el lunes para tomar una decisión sobre su renuncia. Parece que prácticamente nadie en el Gobierno sabía nada.
Por supuesto, puede que todo esto sea un cálculo político más, que esté usando los bulos en contra de su mujer para darse valor, seguir engordando su capital simbólico y político, hacerle sombra a todo lo demás. Que todo sea pura estrategia. Claro que puede ser. Es rarísimo que además no dimita sino que se dé un plazo, hasta el lunes, para decidirlo, lo que también puede invitar a pensar que no lo hará.
Pero también puede que sea sincero. Desde luego la carta que ha escrito se sale del código habitual del político que defiende su honorabilidad. Yo creo que deberías leerla. “Soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también”, dice Sánchez. “Llegados a este punto, la pregunta que legítimamente me hago es ¿merece la pena todo esto? Sinceramente, no lo sé.” Ayer será recordado como el día en el que Pedro Sánchez se declaró humano.
No es la primera vez que un líder progresista en España es acosado a través de los juzgados y a través de su familia. Tampoco es la primera vez para Pedro Sánchez. Pero nunca antes un presidente del Gobierno en España ha tomado una decisión así. No solo la gente del PSOE (en shock) sino líderes de otros partidos como Yolanda Díaz o Irene Montero le han mostrado su “cariño”. El PP, sin embargo, dice que Pedro Sánchez se hace la víctima. Tienes las primeras reacciones aquí.
Vale. Vayamos a lo práctico. ¿Y ahora qué? Pedro Sánchez tiene tres opciones: la opción menos radical es una cuestión de confianza, una votación en el Congreso para testar sus apoyos. Si decide dimitir, puede convocar elecciones pero no antes del 29 de mayo porque hay que esperar un año tras la última vez que se convocaron. Pero también puede hacer una tercera cosa: dejar el cargo en manos de otra persona, que a su vez tendría que salir victorioso de una moción de investidura. Cualquiera de las tres cosas pone en serio peligro al Gobierno de coalición.
¿Por qué Pedro Sánchez toma la decisión ahora y no tras los 100 ataques anteriores? ¿Cuáles son las acusaciones contra Begoña Gómez? ¿Cómo tenemos que interpretar todo esto? Hoy en el podcast, unas claves rápidas para orientarnos, con Ignacio Escolar.
Hasta aquí llegamos por hoy.
Un abrazo,
Juanlu.
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