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Mañana será tarde

El Coronel Pérez de los Cobos en el juicio al "procés". EFE

Rosa María Artal

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Si algo ha acreditado la pandemia que sufrimos ha sido las gravísimas “patologías previas” de España: todos sus defectos estructurales han reverdecido con virulencia. El momento es extraordinariamente serio y alarma la pasividad con la que se afronta. Hace falta ser muy torpe para no ver qué hay detrás del descomunal acoso al Gobierno. En la idea de tumbarlo, o al menos la coalición, se unen diferentes intereses. Es así desde que el Gobierno arrancó y aún antes, el coronavirus ha sido el gran aliado que, quienes creen más en sus intereses que en las urnas, han encontrado para conseguir su objetivo.

La ofensiva viene por varios flancos, con mayor o menos intensidad y sutileza. Incluso cuenta con una sociedad reeducada en la banalidad para que las estrategias se filtren por ciertas zonas. Lo que está claro es que ahora sale lo que debió limpiarse y nunca se hizo. Ahora se ha abierto la Caja de Pandora, dicen algunos, y, o el Gobierno saca la basura y limpia, o nos va a sepultar. Un poder ejecutivo electo dispone de medios democráticos, luego será tarde.

Las patologías previas de España van desde quienes apostaron por un modelo económico que puso todos los huevos en la cesta del turismo y el ladrillo a la Transición que consagró tanta impunidad. Y anota en su debe ese hilo conductor de una corrupción endémica que infecta, peor que el peor virus, a estamentos y figuras esenciales. Es terrible tener que enfrentarse a este cáncer con una pandemia que ha causado miles de muertos y enfermos y un parón económico de envergadura, pero los depravados no se caracterizan precisamente por su humanidad.

El último episodio desestabilizador se centra en una supuesta actuación delictiva del Gobierno, precisa y no casualmente, el 8M, día internacional hoy de reivindicaciones feministas. En la judicialización del tema. Y en el cese del coronel Diego Pérez de los Cobos como mando de la Guardia Civil en Madrid. Bajo este escaparate es donde nadan voraces las pirañas.

De entrada hay que volver a recordar que la COVID-19 es una pandemia mundial que sorprendió desprevenidos a todos los gobiernos, y que todos se deslizaron entre aciertos y errores para subsanarlos. Unos mejor que otros, el nuestro no está ni mucho menos entre los peores. Lo que ocurre en España con la llamada oposición no tiene nada que ver con el coronavirus, nada. Solo como arma de ataque. Ningún país ha llegado a este extremo. La peculiar justicia española, sí. Se han admitido a trámite denuncias que piden imputar por prevaricación al ministro Salvador Illa y al responsable de Emergencias sanitarias, Fernando Simón, al delegado del Gobierno en Madrid, o al presidente Sánchez. De seguir adelante, se ganaría en Estrasburgo, pero para entonces podríamos tener cambios indeseables en la Moncloa. Esta forma de acceder al poder, lo es en alto grado.

Ningún país ha llegado a este extremo. Veamos un ejemplo que nos concierne: el día 19 de febrero se disputó el partido Atalanta-Valencia de la Champions en el estadio de San Siro de Milán, capital de la Lombardía. 40.000 aficionados del Atalanta acudieron de Bérgamo a Milán (60 kilómetros) y unos 2.500 españoles se desplazaron desde Valencia. Apenas un mes después el alcalde de Bérgamo calificó aquel encuentro como “una bomba biológica”: el coronavirus azotó la zona con verdadera saña. Y no se les ha ocurrido demandar a nadie. Porque todos los países estaban en las mismas condiciones. Lo del 8M es otra burda excusa - muy precisa - en la involución que los desestabilizadores buscan. Otro factor de enorme gravedad.

Aquí, la maquinaria se pone en marcha. Denuncias que conocen bien el estado de la justicia española. Una jueza que encarga al jefe de la Guardia Civil en Madrid que le dé cuenta a ella en exclusiva. Un informe plagado, como detalla eldiario.es y merece la pena leer hasta casi sin respirar en las comas, de clamorosos errores, bulos ya desmentidos, tergiversación de frases de los responsables sanitarios, basado en publicaciones mediáticas del peor origen. Y eso es lo que dirigía el coronel Pérez de los Cobos, a quien la jueza exigía trabajara solo para él, saltándose sus competencias. Aunque, oh maravilla, acabó publicado hasta en los propios medios fabricantes de “noticias”. Y en los que han ofrecido la “exclusiva” de semejante bazofia, como TVE de nuevo, cuyos responsables deberían ser cesados de inmediato: mañana será tarde.

Lo absurdo es que el coronel Pérez de los Cobos, con su historial, ocupara algún cargo de responsabilidad, pero desde luego la chapuza de su informe es para darle unas largas vacaciones en el cuerpo. “En Catalunya, dice Neus Tomás, no sorprenden los informes con errores made in Pérez de los Cobos. Pero entonces no pasó nada”. No, los del “a por ellos” estaban encantados. La adscripción directa de Pérez de los Cobos con el 23F es un bulo, pero no las acusaciones de torturas en las que él fue absuelto por falta de pruebas pero condenados e indultados miembros de su equipo. Ni la actuación en el 1-O catalán, por el que todo el mundo pudo ver cómo se las gastaban en la represión las fuerzas del gobierno del PP en España. Eso, sí, el coronel es un héroe para el Partido Popular y su concepto arcaico, autoritario y excluyente de España. Su Agustina de Ayuso suelta una proclama inadmisible desde su puesto de presidenta de la comunidad de Madrid.

Se atreve el PP a pedir explicaciones sobre nombramientos y ceses, competencia del gobierno. Osa hacerlo una jueza. Y, ya, la “oposición” tiene armada otra escandalera en su paso firme a los objetivos de desestabilización del Gobierno, no sin ayudas. El papel de ciertos medios, mayoritario, abochorna a los periodistas decentes, pero no se trata de conceptos emocionales o morales, lo que muchos están haciendo es destructivo para la sociedad. Y se les ve el plumero a distancia. Ya lo saben muchos de ustedes. Otros aún anidan en el árbol del guindo. Incluidos informadores. Hace falta ser muy ingenuo, o fingirlo, para pedir explicaciones a Vox porque no respeta el derecho a la información y no deja trabajar a periodistas in situ. ¿Pero tienen remota idea de lo que es la ultraderecha? Mira que si después de haberla lavado y promocionado, resulta que no sabían de los fines del fascismo en general.

Ahora les preocupan –dicen y resaltan- los cambios de criterio al contar las víctimas, si fueron o no por coronavirus. También ha ocurrido en otros países. Lo cierto es que ha muerto un montón insoportable de gente, asfixiados y sin la compañía de sus familiares, por el colapso de la sanidad que cercenó la misma derecha que ahora lanza cantos de sirena a los votantes. Y prepárense, que habrá más. Es que la gente se cansa del confinamiento, quiere ser libre y tocar cacerolas, e ir a las terrazas y pegarse unos a otros.

Pues también por ahí atacan al Gobierno. Leo que “dónde están sus principios”. Oigo, en una de las mañanas punteras y tan demoledoras como la mayoría, que ahora el gobierno pretende que se ha acabado la pandemia y nos manda a todos a la calle. ¡Y son los mismos! Leo, oigo y veo que esto pasa por la “debilidad del Gobierno”. Claro, se empeñó en preservar la salud de los ciudadanos pidiendo sucesivas prolongaciones del estado de alarma y le han exigido un altísimo e interesado precio. Eso le ha debilitado. Si cada cual va a lo suyo y no va a contar con votos suficientes, no te quemes más. Los del no o la abstención tienen sus prioridades. Total solo van a perder los ciudadanos a los que les toque la breva de la COVID-19.

Pero fíjense lo “fuerte” que es la derecha que no reúne los escaños necesarios ni con la impagable ayuda de la prensa al servicio del objetivo común. Y ahí tienen al idílico partido en proceso de reciclaje, Ciudadanos, manteniendo a Díaz Ayuso, por ejemplo, contra toda lógica.

La pandemia no ha pasado, ni siquiera ha parado de morir gente por su causa, puede haber repuntes. Cuando piensen en ellos, y más si lo sufren en sus carnes, tengan claro el proceso que nos ha traído hasta aquí. Quizás sirva para que algún día dejen de repetirse errores trágicos. De momento es mucho lo que cada ciudadano puede hacer para no alimentar a las fuentes de la subversión.

España no puede seguir así. Se están traspasando todos los límites, hay alarma social –menos incluso de la que debería- y el Gobierno legítimo debe actuar con firmeza. No se ha hecho en décadas, pero ya es cuestión de ellos o la democracia y la estabilidad. Si se permiten cuestionar hasta nombramientos y ceses, si tienen a muchos ciudadanos con la piel erizada, no se pararán ante nada. Nunca lo han hecho, por cierto. En España gobierna la derecha, o transitoriamente, mientras le dan un golpe blando o duro, la izquierda. Han de entenderlo de una vez, han de afrontarlo por fin. Limpiar todo lo podrido que permanece. Saben bien donde están esos focos contra natura. Con energía y eficacia, sin miedo, ni tibieza. Mañana será tarde.

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