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Barbijaputa es el seudónimo de la articulista que encontrarás bajo estas líneas. Si decides seguir leyendo darás con artículos y podcasts sobre el único feminismo sensato que existe: el radical.

¿Lo oyes? Somos nosotras votando este domingo

Barbijaputa

Casado dijo en el debate de Atresmedia que él es hijo, padre y marido. Por eso le parece que queda automáticamente posicionado como una persona en contra del machismo. 

¿A quién cree Casado que agreden y matan los machistas si no es sus mujeres e hijas? ¿Quién parió a los feminicidas y maltratadores sino mujeres? 

Exhibir semejante ignorancia en un tema de Estado dejaría fuera del espectro político a un partido en un país igualitario, pero lamentablemente en España no mueve ni un ápice la balanza de votos. 

Casado dijo también que lo que necesitan las víctimas de violencia machista es un empleo. Así pueden tener independencia económica y separarse de su maltratador.

Este desconocimiento tan profundo de cómo funciona la violencia machista y de quiénes son sus víctimas debería sonrojar a cualquier espectador, pero no lo hace, ni siquiera encabeza las noticias.

Además no es el único que no sabe de qué está hablando, hay presidenciables en pleno 2019 que o bien niegan la violencia machista o bien no saben qué es realmente. Todos ellos están a la derecha, por supuesto.

El denominador común de todas las víctimas de violencia machista no es la pobreza sino el hecho de ser mujeres, por eso se llama violencia MACHISTA. De la misma manera, el denominador común de todos los maltratadores es que son hombres, no pobres. Pero el clasismo ha cegado siempre a la derecha en general, y en este tema no iba a ser menos.

Con dicho clasismo y machismo, al que no le han limpiado el polvo ni una sola vez en su vida, el trifachito pretende gobernar un país con un 52% de mujeres, donde la inmensa y aplastante mayoría de nosotras somos incapaces siquiera de imaginar cómo es vivir en la burbuja de privilegios en la que residen los tres dirigentes de derechas. No tenemos ni idea de cómo ha de ser vivir en un chalé de un millón de euros, como Rivera, o conducir un coche de 160.000 euros como hace él. La mayoría de este 52% no tenemos ni idea de qué nos habla Albert, por ejemplo, cuando intenta meter miedo con esos malvados okupas que parecen estar en cualquier esquina esperando que te despistes para instalarse en tu tercera o cuarta vivienda vacía. Nosotras no sabemos si podremos pagar el alquiler en la próxima subida de precio que nos haga nuestra casero, ¿de qué vivienda vacía y sin explotar nos habla Rivera?

Por cierto, este miedo relacionado con la vivienda y el alquiler es algo que podría haber solucionado el PSOE cuando ha tenido oportunidad, pero sólo han puesto obstáculos a las propuestas en este sentido que ha hecho Unidas Podemos. A pesar de las pruebas que nos ha dado el PSOE, es un partido que consigue seguir vendiéndose como de “izquierdas”. La llegada de la ultraderecha ha hecho que el cántico masivo del 15M de “PSOE y PP, la misma mierda es” quede completamente olvidado. Así ha beneficiado el auge del franquismo a un partido que debe más a los bancos que a la población, de repente es el salvador y el enemigo acérrimo de aquellos con quienes hasta hace nada se les relacionaba.

El ahora llamado “bloque de derechas” (que nunca incluye al PSOE aunque no se haya negado a formar gobierno con C's), no pretende sólo gobernarnos a nosotras sino sobre nosotras y nuestros cuerpos.

La mayoría de este 52%, sin embargo, estamos más cerca de las señoras de la limpieza que dejaron impecable el suelo que pisaron Casado y Rivera que de las mujeres a los que estos se dirigían. La mayoría de mujeres que viven en este país entendemos mejor cómo es recoger la mierda de los pijos (por ejemplo el atrezzo infantil  con marco de Ikea incluido de Rivera) que esos multipropietarios a los que alertaba Rivera con posibles okupas. Muchas de nosotras hemos limpiado para otros para poder pagarnos la carrera, hemos servido en bodas vestidas de Gracita Morales, hemos tenido trabajos malpagados y hemos sido explotadas para pagar facturas. Y sin embargo, la derecha insiste una y otra de vez en hablar de propiedad privada, de casas vacías que a lo mejor sus propietarios “quieren poner en alquiler y que no se les metan okupas”. 

No tienen ni idea de cómo combatir el cambio climático pero tienen pensadas mil medidas para proteger aún más las propiedades de los más ricos. No saben qué es la violencia machista, aunque sigan siendo asesinadas mujeres ante sus caras de cemento armado, pero ponen el grito en el cielo contra “quienes intentar romper mi país”.

También están a la derecha los que insisten en querer imponer sus creencias sobre nuestros vientres, como ya lo hizo la Iglesia durante siglos. Rivera por su parte quiere que la pobres paramos bebés para los ricos, y Abascal y Casado quieren forzarnos a gestar si tenemos la mala suerte de que un espermatozoide fecunde uno de nuestros óvulos. Casado, de hecho, ha prometido llevarnos de nuevo a la ley del aborto de 1984 para que a las mujeres no nos sea posible interrumpir un embarazo no deseado, obligándonos así a gestar durante nueve meses, hasta que ese cigoto sea un embrión, ese embrión un feto, y ese feto se convierta en un bebé independiente. También en Ciudadanos han repetido mil veces que el aborto no es un derecho, sino un fracaso. 

También dijo el líder del PP que el consentimiento estaba regulado desde 1822. No sólo no es verdad, sino que de serlo, ¿qué excusa es esta para no redefinirlo y proteger así a las mujeres víctimas de violaciones? Mientras las mujeres estamos en plena lucha para que visibilizar que el famoso “No es no” se nos queda corto, el PP pretende ahogar la conversación restregándonos en las narices una ley ficticia del siglo XIX. 

Aun así, tiene sentido que las mujeres ricas y multipropietarias voten al Partido Popular o a Ciudadanos: les preocupa más su patrimonio que sus derechos como mujeres porque hay algunos que siempre pueden paliar con dinero, como viajar para abortar en otro países. Sobre otras medidas como los vientres de alquiler... bueno, con ellas no va la cosa, ellas no son las van a gestar nada para nadie, son precisamente las que no pertenecen a su élite las que harán para ellas.

Pero es que el resultado de estas elecciones no recae sobre este estrato social sino sobre el nuestro: las que limpian para los Riveras, las que cuidan a los mayores de los multipropietarios, las que no llegan a fin de mes.

También las que pierden el sueño porque se acerca la fecha de renovación del alquiler y no saben si tendrán que mudarse una vez más. Las que con cada mudanza se alejan más y más de los centros gentrificados de las ciudades.

Las que no tendrían dinero para irse a ningún sitio a abortar.

Las autónomas que no pueden ponerse enfermas. 

Las que tienen que hacer elecciones cada mes del tipo ¿me pago la terapia o el bono de transporte?

Las que no saben si podrán jubilarse; las que están jubiladas y protestan en las puertas del Congreso; las que deberían estar ya pre-jubiladas pero siguen limpiando hoteles.

Las que sueñan cómo sería una vida con un par de metros cuadrados más, con un poco más de dinero, con un piso con al menos una ventana al exterior, con que deje de subir la luz mientras bajan los sueldos en cada nuevo trabajo. 

Las que nunca vamos a salir de la clase trabajadora por mucho que nos diga el neoliberalismo que las cosas solo hay que soñarlas para conseguirlas.

Nosotras somos las que podemos dar un giro a este tablón de marrulleros, de cuñaos acodados en la barra del bar hablando de qué hacer con nosotras, de cómo arreglar en un pispás la violencia que recibimos por parte de sus congéneres. Nosotras tenemos en nuestra mano y en nuestro voto la posibilidad de hundir a la ultraderecha y a sus compinches, podemos apostar por quienes hablan con nosotras y no de nosotras, por quienes han peleado por quitarnos ese miedo a la próxima subida del alquiler, por quienes han conseguido que suban el salario mínimo.

Nosotras tenemos en nuestra mano la posibilidad de allanarnos el terreno este domingo, que si bien sólo sería el principio de todo, nos acercaría más a nuestro fin: un país igualitario en todos los sentidos, una sociedad que genere riqueza para ella misma y no para el 1% que defienden los de derecha... En definitiva: seguir peleando por un mundo en el que merezca la pena vivir.

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