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Sobre este blog

@Retiario estudió biología pero siempre quiso aprender y contar historias reales. En tiempos remotos fue paleontólogo, pero desde hace décadas es periodista y profesor de periodismo. Cree en la ciencia, la tecnología y el poder de la humanidad para cambiar las cosas para bien, si se aplica. Pasa la mayor parte de su tiempo en Internet y es un firme defensor de la pluma (y la red) frente a la espada.

Maurice Hilleman te curó la rubeola, el sarampión y las paperas

José Cervera

Hay personas que han salvado millones de vidas y que salvarán aún muchas más a las que casi nadie conoce. Una de ellas es Maurice R. Hilleman, un microbiólogo estadounidense.

Durante su prolífica y variada carrera se especializó en la creación, desarrollo y despliegue de vacunas desde una serie de puestos públicos y privados a lo largo de la cual llegó a ser considerado el ‘padre’ de más de 40 vacunas diferentes.

Entre las enfermedades que han quedado muy reducidas gracias a las vacunas de Hilleman están la rubeola, el sarampión, la hepatitis A y B, las paperas y la varicela; también participó en la creación de las vacunas del neumococo, de diversos meningococos y de bacterias como la Haemophilus influenzaeHaemophilus influenzae, erróneamente considerada antaño como responsable de la gripe.

Hilleman se doctoró en 1941 y empezó a trabajar inmediatamente creando una vacuna para la encefalitis japonesa, una enfermedad que afectaba a las tropas EE UU en el teatro del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial.

Allí descubrió el mecanismo de la deriva genética que permite al virus de la gripe esquivar las vacunas, gracias a lo cual pudo crear una que limitó una pandemia con origen en Hong Kong.

Durante décadas se dedicó a la investigación en este campo con tal dedicación que cuando su hija Jeryll Lynn cayó enferma de paperas Hilleman tomó muestras de su garganta, cultivó el virus y lo usó para crear la vacuna de las paperas que aún se usa hoy en día.

El trabajo de este microbiólogo fue también clave para eliminar una fuente de contaminación de las vacunas que se empleaban en un principio para la polio. Él mismo consideraba que la vacuna contra la hepatitis B era su mayor logro: tras su introducción y en pocos años la incidencia de la enfermedad se redujo un 95% en los EE UU.

Maurice Hilleman murió en 2005 a los 85 años de edad habiendo recibido numerosas condecoraciones, reconocimientos y premios por su trabajo y habiendo salvado a miles de millones de personas de la enfermedad.

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