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Entierro digno para una madre y su hijo tras 60 años en una fosa anónima asesinados por el franquismo

Milagros y su hija Pilar contemplan los restos mortales de Vicenta en la fosa anónima donde fue enterrada sobre su hijo Jesús / ARMH

Carlos Hernández

“Estoy muy emocionada. He vuelto a ver su cabecita, sus manos, sus huesecitos… Me he reencontrado con ella casi 70 años –desde 1948– después. Ahora por fin puedo enterrarla; a ella, mi madre, y a mi hermano Jesús”.

Milagros apenas consigue controlar el torbellino de sentimientos que azota su cerebro en este día tan especial en el que acaba una larguísima lucha: “Yo solo tenía 11 años cuando los asesinaron. Desde entonces no he dejado de pensar en mi madre. Le escribía cartas. Hablaba con ella para contarle mis problemas, mis alegrías y mis penas. Pensaba que cuando llegara este día me sentiría muy triste y, sin embargo, lo único que siento es una enorme felicidad de haberla recuperado”.

Este viernes 5 de agosto es la fecha en la que Milagros recibe los restos mortales de su madre, Vicenta López Digón, y de su hermano, Jesús Camuñas López. Ha podido brindarles un entierro digno en el cementerio municipal de Villafranca del Bierzo.

Tiroteo en la casa

Su pesadilla comenzó el 27 de octubre de 1948. Una patrulla de la policía armada de la dictadura sorprendió a cinco guerrilleros antifranquistas en la humilde casa del municipio leonés de Castañeiras en que vivía la familia López Digón. El violento encuentro terminó con la muerte de un agente y la fuga de los miembros del maquis.

“Yo estaba con mi hermano pequeño en el campo, cuidando las vacas, cuando escuché los disparos. Salimos corriendo y al llegar a casa lo vi todo: el policía muerto en el suelo y mi madre que ya estaba detenida”. La Guardia Civil también arrestó a su hermano Jesús, que tenía 20 años: “Les acusaron de dar cobijo a los guerrilleros y se los llevaron. Yo pude estar con ella unas horas en la sala donde la tenían pero me dijo que me fuera a casa de mis padrinos. Me despedí y ya no volví a verla nunca más”.

Asesinato encubierto

Vicenta y Jesús fueron asesinados por dos guardias civiles que, supuestamente, les conducían hasta la prisión de Villafranca del Bierzo. Como en tantos otros casos, el crimen se encubrió bajo un supuesto intento de fuga. En el informe oficial se puede leer como los agentes declararon que a la altura del “kilómetro 412 de la carretera general Madrid-Coruña”, madre e hijo “emprendieron veloz carrera, aprovechando la oscuridad de la noche… viéndose obligados a abrir fuego”.

En las autopsias queda constancia del gran número de impactos de bala que recibieron las víctimas y su fallecimiento por una causa común: “Hemorragia y rotura traumática del corazón”. Sin comunicárselo a la familia, los cuerpos fueron enterrados, uno sobre el otro, en una fosa anónima del cementerio de Villafranca: “Se reseña la sepultura donde han sido enterrados los cadáveres –el Jesús debajo y la Vicenta encima-”, reza fríamente el parte oficial de enterramiento.

“Menos mal que mis otros hermanos mayores estaban trabajando fuera del pueblo porque si no, seguro que también los habrían matado” apunta Milagros. Aún así, dos de ellos fueron detenidos, torturados y encarcelados. “¿Te acuerdas de una serie de televisión que describía el sufrimiento de los esclavos negros en América? –pregunta Milagros– Pues mi hermano Eduardo volvió a casa con la espalda llena de latigazos como los que tenía Kunta Kinte, el esclavo protagonista de aquella serie. Además le habían abrasado los pies con cerillas… Yo fui la que le curé todas aquellas heridas y quemaduras”.

Su otro hermano, Aquilino, recibió numerosas palizas. Cuando un Consejo de Guerra le condenó a 6 meses de prisión, ya había sobrepasado con creces ese periodo de internamiento: “No sé si sería por todo lo que sufrió en la cárcel, por el miedo que pasó… pero, lo cierto es que Aquilino nunca quiso que afrontáramos el tema, se negaba a intentar desenterrar a mi madre. Yo insistía en que debíamos hacerlo pero hasta que él murió, hace dos años, no pude ponerme a ello”.

Un libro y una carta a Rajoy

Marco, Nuria, René, Alejandro y el resto de miembros de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica se volcaron para ayudar a Milagros en su búsqueda. Tras un largo proceso de investigación y la tramitación de los permisos correspondientes, comenzaron a excavar para localizar la fosa: “Al principio interpretamos mal las coordenadas porque el cementerio había sufrido diversos cambios, señala Marco González de la ARMH. ”Estábamos algo preocupados porque Milagros y su hija Pilar iban a llegar desde Barcelona y no encontrábamos la sepultura. Finalmente, nos dimos cuenta del error y cuando Milagros salía del hostal para presenciar nuestros trabajos, hallamos los restos. Sentí muchísima emoción. Nunca lo olvidaré. Eran las once de la mañana del 29 de noviembre del año pasado y había bastante niebla“.

Milagros tampoco podrá olvidar aquel momento en el que vio los restos de su madre y de su hermano: “La gente me veía llorar y yo les decía que no era de pena sino de alegría. Si yo pusiera todas las cartas que le había escrito a mi madre en todos estos años… llenaría un periódico”.

Junto a ella, su hija Pilar recuerda un hecho casual pero al que su familia da un gran valor simbólico: “Yo nací antes de tiempo, a los ocho meses de gestación. Vine al mundo a la misma hora, el mismo día y el mismo mes en que nació mi abuela asesinada”. Después de tantos años sin saber a dónde dirigir sus cartas, sus plegarias, sus llantos… este viernes Milagros y Pilar han podido enterrar a Vicenta y a Jesús.

El acto ha servido también para homenajear a todas las víctimas del franquismo de Villafranca del Bierzo y ha contado con la participación del poeta Juan Carlos Mestre y del presidente de la ARMH, Emilio Silva, entre otros.

Aún emocionada por lo vivido, Milagros no da por terminada su lucha: “Estoy escribiendo un libro porque quiero que se conozca toda la historia de mi familia”. Una historia que incluye otra tragedia: Jesús López Digón, hermano de su madre, también fue asesinado. Él fue uno de los primeros 400 españoles que pisaron el campo de concentración de Mauthausen en agosto de 1940; los nazis acabaron con su vida dos años después. “Y voy a hacer más cosas –prosigue Milagros-, en cuanto vuelva a Barcelona voy a escribir al presidente del Gobierno para decirle: ”la he encontrado“. Le mandaré a Rajoy un periódico con la noticia del entierro y una carta en la que le preguntaré por qué tiene a su lado a una persona como Rafael Hernando; una persona que dice barbaridades como que solo nos hemos preocupado de nuestros muertos cuando ha habido subvenciones”. Un miembro de la ARMH completa sus palabras con datos: “Todo el proceso de investigación, trabajos de exhumación etc. han sido financiados, como siempre, por nuestra Asociación. Y lo hemos hecho gracias a un premio internacional que recibimos el pasado año y a la ayuda periódica que nos brinda el Sindicato Noruego de Electricistas”.

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