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España ha dejado de ser católica practicante

El catolicismo en España. / Infografía: Cova Fernández

Julio Embid

El 13 de octubre de 1931 el presidente del Consejo de Ministros de España, Manuel Azaña, declaró en un largo discurso ante las Cortes Constituyentes republicanas que España había dejado de ser católica. Se estaba buscando una solución al llamado problema religioso y al excesivo peso que, según la izquierda y el centro laico, tenía la Iglesia Católica en la educación española y en la sociedad. Se afirmó aquella sentencia que entonces, e incluso ahora, podría considerarse excesiva.

En 2001, el historiador José Álvarez-Junco publicó Mater Dolorosa. La idea de España en el siglo XIX[1][1]. En aquella obra, fundamental para explicar el nacionalismo español y el nacionalcatolicismo, el autor explica cómo se construye la idea de España y de la nación española. Independientemente de cuándo se crease la idea de nación, ya en 1600 la intelectualidad española asumió la Contrarreforma y la defensa del catolicismo, frente al luteranismo, como aspecto irrenunciable de la identidad colectiva. Para ello se recurrió a la limpieza étnica eliminando por la fuerza a las minorías religiosas homogeneizando el país en una sola religión (y no en un mismo idioma). Así llegamos a la Guerra de la Independencia, donde la Iglesia Católica española ejerce una gran labor de propaganda identificando a España con lo católico frente a los ateos franceses napoleónicos. Pero no sería la última de las guerras españolas donde la Iglesia católica tuviera algo que decir. Vienen las Guerras Carlistas donde más allá de los distintos pretendientes reales, el ultra-catolicismo rural se enfrentó al liberalismo urbano saliendo derrotado. Décadas después, en 1936, la Iglesia bendijo el Golpe de Estado militar con el nombre de Cruzada y Alzamiento del ejército nacionalista sobre el gobierno laico y democrático de la Segunda República y sería un actor político fundamental durante la posterior dictadura nacional-católica.

La idea del nacionalcatolicismo viene de largo. Durante el siglo XIX historiadores como Jaume Balmes o Marcelino Menéndez Pelayo identifican a España como algo distinto al resto de Europa, una nación esencialmente católica. Desde entonces una gran parte de la derecha conservadora española renuncia a la educación nacional (y pública) para cedérsela a la educación católica (y privada), porque para ellos, lo nacional y lo católico es lo mismo.

Ahora intentaremos explicar hasta que cierto punto eso es cierto.

¿Quiénes son los que se llaman católicos?

El nivel de estudios es fundamental para definir el nivel de catolicismo de los españoles. Cuanto mayor es el nivel de estudios mayor es el número de ateos y no creyentes y menor el número de católicos (Ver Figura 2). Por votantes habría una mayor proporción de católicos en el PP, CIU y PSOE frente a IU, UPD o al resto de partidos, donde los católicos están sensiblemente por debajo a la media (Ver Figura 3). Por clases sociales y estatus socioeconómicos vemos que en el nivel más alto socioeconómico hay una menor proporción de personas que se declaran como católicos (Ver Figura 4). Solamente un 60,9% de personas de clase alta/media alta se define como católicos, frente al 82,6% de las viejas clases medias o el 75,8% de los obreros cualificados[5].

Sin embargo ¿qué significa ser católico? ¿Definirse como católico es suficiente para ser católico? Según la Iglesia Católica son[6] fieles cristianos quienes, incorporados a Cristo por el bautismo, se integran en el pueblo de Dios, y hechos partícipes a su modo por esta razón de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cada una según su propia condición, son llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el mundo. Básicamente todos aquellos que independientemente ajenos a su voluntad fueron bautizados al nacer por sus padres. Sin embargo parecería razonable afirmar que ser católico exigiría algo más que la voluntad de los padres de uno de serlo.

Cuando el propio CIS le pregunta a ese 73,9% de creyentes (católicos y de otras religiones) cuáles son sus propias prácticas religiosas más allá de las prácticas sociales como matrimonios o funerales, tan sólo el 1,8% acude a misa varias veces a la semana y un 12,1% acude a misa los domingos y festivos como la doctrina católica indica. El 64,7% de los católicos no acude a misa casi nunca, son los autodenominados católicos no practicantescatólicos no practicantes. Es curioso este término porque nadie nunca hablaría de vegetarianos no practicantes a aquellos vegetarianos que comen carne.

Por tanto si sumamos los que acuden al menos una vez a la semana a misa, estaríamos hablando de un 13,9% del 72,1% del total, aproximadamente un 10% de españoles.

¿Quiénes son los católicos practicantes?

Puesto que no es lo definirse como católico que ir a misa hay que acudir a más fuentes. En 2006 el Instituto Nacional de Estadística (INE)[7] en su modulo anual de la Encuesta de Condiciones de Vida preguntó sobre la participación social de los españoles. No tenemos datos posteriores pero sí podemos afirmar que la edad, el género, la clase social y el origen geográfico influyen en la práctica religiosa.

Hay una mayor práctica religiosa entre mujeres que en hombres y entre personas mayores que jóvenes. Entre mayores de 65 años hay una diferencia religiosa enorme frente a las generaciones posteriores. Cuanto menor es la renta familiar, más probable es que se participe en la Iglesia Católica o se colabore con organizaciones religiosas, y menos probable que se esté afiliado a partidos políticos y sindicatos o a ONG. También vemos que la gente residente en municipios con menos de 10.000 habitantes es mucho más practicante que la gente que vive en pueblos mayores, en ciudades pequeñas o grandes que es similar. Hay una mayor praxis rural que urbana.

Por último vemos si es cierto que el Sur de España es mucho más participativo que el norte por su presunta devoción mariana, la Semana Santa, las romerías y demás actividades lúdico-festivas. Según vemos en la Figura 8, no hay una correlación entre norte y sur, este u oeste y la participación religiosa. Sólo son tres las Comunidades Autónomas con una práctica religiosa superior al 25%: Castilla y León, Castilla-La Mancha y Navarra, pero tal vez tenga más que ver con la Figura 7 y que la participación religiosa de castellanoleoneses, castellanomanchegos y navarros tenga más que ver con la dispersión geográfica y los pequeños municipios que con la identidad regional.

Sin embargo si consultamos en el mismo INE la Estadística de Matrimonios[8] del último año 2012, si vemos que existe un componente geográfico de los matrimonios por la iglesia frente a los matrimonios exclusivamente civiles. En el 2012 hubo en España 168.835 matrimonios, de los cuales 61.070 (36%) fueron por el rito católico frente a 104.309 exclusivamente civiles (61%). El resto fueron mediante ritos de otras religiones minoritarias (0,5%) o simplemente no constan en el registro.

Siendo poco menos del doble los matrimonios civiles que los religiosos, hubo tres comunidades autónomas donde hubo en 2012 mayoría de matrimonios por el rito católico: Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha. Pero incluso dentro de Andalucía se ve una diferencia porque las provincias costeras de Cádiz, Málaga y Almería son más propensas al matrimonio civil frente a una mayoría amplía de matrimonios religiosos en el interior.

Conclusiones

España ya no es un país católico practicante. La práctica religiosa ha quedado muy reducida a mayores y a mujeres, de pueblos pequeños, de clase obrera y con educación primaria o secundaria, generalmente del interior de España.

La gran mayoría de los españoles no acepta los postulados de la Iglesia Católica ni va a misa (64,7%), ni se casa por la iglesia (63%), acepta los matrimonios entre personas del mismo sexo (un 56% según el Eurobarómetro de 2006[9]), ni cumple la cuaresma, ni la castidad prematrimonial ni tantas otras cosas. Además según una encuesta de la Cadena SER realizada por la empresa MyWord de este mismo febrero, nada menos que el 85% de los españoles se declara en contra de la reforma de la Ley del Aborto. Incluso dentro de los votantes del PP, el 71% los que no quieren que se reforme la ley del aborto y para casi la mitad de ellos es un asunto lo suficientemente importante como para influir en su decisión de voto.

Sin embargo los españoles se niegan a declararse ateos o agnósticos, llevan a sus hijos a la escuela concertada católica (En Madrid 45% frente al 37% de la pública según CCOO[10]), siguen sacando sus pasos en Semana Santa y van a romerías y a peregrinaciones a Santiago de Compostela (95.275 españoles en 2012[11]) como antes. Según un estudio de la Fundación BBVA todavía hay un 37% de los españoles piensa que “la Biblia está inspirada en la palabra de Dios aunque no debe tomarse literalmente”.

La contradicción de que tres de cada cuatro españoles sigan declarándose como católicos pero sólo uno de cada diez españoles vaya a misa los domingos hace que los laicistas tengan todavía mucho camino por recorrer. Sin embargo las cosas van cambiando rápidamente y es que como dijo en 1932 el propio Manuel Azaña: siempre, es una palabra que no tiene valor en la historia y, por consiguiente, que no tiene valor en la política.

[1] Taurus Ediciones, 2001. ISBN 84-306-0441-3

[2] Datos Generales de la Iglesia en España (Conferencia Episcopal Española)

[3] The World Factbook: Spain (CIA)

[4] Estudio 2.993 Barómetro Julio 2013 (CIS)

[5] Estudio 2.993 Barómetro Julio 2013 (CIS)

[6] Canon 204.1 del Código de Derecho Canónico de 1983

[7] Encuesta de condiciones de vida. Módulo año 2006 (INE)

[8] Estadística de matrimonios. Fenómenos demográficos, movimiento natural de la población. Primer semestre de 2013 (INE)

[9] Eurobarómetro 66. Diciembre 2006

[10] Crece el peso de la educación concertada frente a la pública (Cadena SER)

[11] Oficina de Acogida de Peregrinos, Informe 2012

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