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Miles de personas en vilo por la decisión de Sánchez se manifiestan en Madrid en defensa de la democracia

Víctor Honorato

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A la espera de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anuncie este lunes si sigue en el cargo o dimite, la incertidumbre de la sociedad ante la inédita situación política se ha hecho patente en la manifestación que ha discurrido esta tarde por Madrid. Miles de personas, alrededor de 5.000 según la delegación del Gobierno, han recorrido el trecho entre la ronda de Atocha y el Congreso de los Diputados sin apenas hacer ruido y sin que casi ninguno de los cánticos habituales en las marchas reivindicativas de la izquierda sonase con especial fuerza por encima del rumor de las conversaciones privadas de ciudadanos preocupados. 

La marcha no ha tenido el patrocinio oficial de ningún partido, pero en los minutos previos al arranque, a las 19h, se produjo un reparto pancartas de letra negra sobre fondo blanco con mensajes de apoyo personal a Sánchez, similares a los que se ven en las pruebas ciclistas. Por ejemplo: “¡Sánchez, sigue, sí!”, “¡no te rindas!” o, simplemente, “sí”. Se podía ver alguna bandera del PSOE, de la España monárquica constitucional y también de la republicana, y por algún altavoz aislado sonaba el himno liberal de Riego o el himno a la libertad de José Antonio Labordeta.

La duda y la discusión entre la izquierda la resumía un hombre de unos cuarenta años ante un compañero que lo escuchaba asintiendo con gravedad. “Hay gente que dice que no hay que ir a la manifestación porque el origen de los problemas está en el PSOE. No sabes establecer prioridades, colega”, lamentaba. A unos metros estaba la ministra de Sanidad, Mónica García, que acaba de declarar a los medios: “queremos mandar todo nuestro cariño al presidente. El acoso a su mujer es la gota que colmó el vaso tras muchos años de ‘bullying’ político. Se acabó esa deshumanización”. El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, o el portavoz parlamentario de Sumar, Íñigo Errejón, también participaron en la marcha.

Comparaciones internacionales

La preocupación era grande en una pareja de manifestantes originarios de Perú, bajo banderas del país latinoamericano y la wiphala indigenista. “En mi país ha pasado lo mismito que está pasando aquí, con la derecha fascista corrupta que lo hace todo por debajo de la mesa”, advertía Soledad Arteaga, de 67 años, que recordaba que el último presidente de izquierdas de Perú, Pedro Castillo, sigue encarcelado.

De vez en cuando, alguien intentaba liderar un cántico. “Fuera fascistas de la judicatura”, se oyó durante unos segundos, pero los coros no tardaron en languidecer. “No pasarán”, ensayaban unos metros más abajo. “Centro derecha, la urna se respeta”, intentaban otros, sin particular éxito. Pasado el Museo del prado, tres mujeres de mediana edad, Isabel, Claudine y Paz esperaban a que la cabecera las alcanzase mientras reflexionaban sobre el estado de la cuestión. “La judicatura está como está… Admitir a trámite un corta y pega me pone los pelos de punta”, decía Paz, en referencia a la causa inmediata que ha llevado a Pedro Sánchez a tomarse unos días para reflexionar si dimite o sigue en el cargo: la investigación judicial a su esposa a partir de recortes de prensa sin contrastar.

Veteranos de la protesta ciudadana

En los manifestantes había veteranos de otras luchas populares. Se veían paraguas con mensajes de defensa de la sanidad pública o abrigos con chapas en contra de la tala masiva de árboles en Madrid por las obras de ampliación del metro. Pero por la indumentaria era difícil distinguir a quienes participaban en la manifestación por la calzada de quienes por la cena simplemente paseaban disfrutando del sol primaveral al atardecer.

La manifestación desembocó en el Congreso una hora aproximadamente después del arranque, sin que tampoco aquí hubiese mayor fervor. La atmósfera era muy diferente al entusiasmo militante de la víspera en Ferraz. Pasadas las ocho, una mujer que abandonaba la marcha por la plaza de las Cortes deducía ante su acompañante que el escaso entusiasmo del pelotón tenía un motivo de fondo: “Esto es que ya ha decidido que dimite”.