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Pablo Iglesias: “El debate que tenemos es si Podemos tiene que seguir siendo populista o no”

Pablo Iglesias, en La Morada antes del acto de esta tarde.

Aitor Riveiro

El primer acto de Pablo Iglesias en la sede popular de Podemos, La Morada de Madrid, ha provocado este miércoles los problemas de aforo habituales en cualquier evento en el que participa el líder de Podemos. Y las pocas decenas que han podido asistir en directo a la presentación del nuevo libro del escritor argentino Jorge Alemán han podido disfrutar, o sufrir según el caso, al Pablo Iglesias más transgresor, provocativo y adoctrinador. El secretario general ha ejercido su función y ha marcado los debates que afronta su partido.

Para empezar, una frase lapidaria: “Me encantaría que entrara Laclau por esa puerta y le dijera a algunos 'no tenéis ni puta idea de lo que decís de mí”. Una carga de profundidad para muy iniciados que toma como referencia al politólogo argentino Ernesto Laclau, padre de la teoría populista que ha sido la base estratégica de Podemos desde su fundación.

El mensaje no tenía destinatario concreto pero si algo se ha instituido como verdad en Podemos es que fue Íñigo Errejón, el secretario político de Podemos, quien enunció esa hipótesis populista y que ha sido asumida por buena parte del partido. “No banalicemos”, ha pedido el secretario general en un debate que sabe que está abierto y que cree que no se puede dar en las condiciones adecuadas “cuando permanentemente implica ganar posiciones administrativas en un partido. Hay que mantener la altura, no intentar de tratar de ridiculizar al otro”.

“El populismo termina con el fin de la política, con el fin del antagonismo. Termina cuando la política se convierte en administración, en decisiones que se toman desde las instituciones. Y un partido es una institución, ojo”, ha apuntado Iglesias en un marco teórico más próximo a una clase universitaria que a un foro político.

Iglesias ha defendido así que el populismo, que se basa en construir un antagonismo social que acumule demandas aparentemente no conectadas, sigue plenamente vigente mientras no se gobierna. El objetivo es alcanzar el poder. Y Podemos todavía no lo ha conseguido, pese a sus 71 diputados y sus cinco millones de votos.

Un logro que no ha tenido más repercusión porque, según Iglesias, el PSOE no tenía la más mínima intención de compartir el poder con ellos: “Nunca quisieron gobernar con nosotros. Nos querían dóciles en el Parlamento”.

Aquí llega el primer debate que, cree el secretario general, tiene Podemos: “¿Apostamos por construir sujetos y cavar trincheras o por una vía consensual y del compromiso?”. Iglesias ha puesto el ejemplo del PCI en los años 70 del siglo pasado, cuando el comunismo italiano debatió durante meses si entrar en un gobierno con la democracia cristiana y el socialismo en lo que el líder del PCI, Enrico Berlinguer, llamó el “compromiso histórico”. “Si nosotros gobernáramos sería partidario del compromiso”, ha reconocido. “Pero con lo que hemos visto en las últimas semanas ha quedado probado que el PSOE no se ha planteado como hipótesis negociar con nosotros. Nos están dando un mensaje: gobernaréis cuando tengáis mayoría absoluta. En ese contexto yo defiendo un Podemos de afuera”.

“¿Esto es un debate de absolutos? No. Si gobernamos, yo diría que se ha acabado el populismo”. Por lo tanto, Iglesias sostiene que hay que mantener la hipótesis populista. “Una pata en las instituciones y la otra pata, los dos brazos y la cabeza fuera”, ha explicado.

El segundo debate que afronta Podemos, en opinión de Iglesias, es si se puede dar un “populismo de izquierdas”. La respuesta: “Sí. La prueba de que puede haber populismo de derechas”, ha asegurado en referencia a los partidos xenófobos que en Europa hacen del discurso contra la inmigración una bandera que aúna a grupos sociales muy distintos.

Iglesias ha enfrentado aquí una de las tesis principales de Íñigo Errejón: cómo atraer “a los que faltan”. El secretario general de Podemos ha defendido que no es pareciéndose a la sociedad. “El problema no es que nos imiten, sino que nuestra gente les imite a ellos”, ha apuntado. Y ha zanjado: “No queremos ser el reflejo de la sociedad sino un instrumento para cambiarla”.

“Yo defiendo que debemos defender un Podemos que esté más lejos de la sociedad, que no se sitúe en la media de la sociedad. ¿Es más difícil atraer a los que faltan? Quizá, pero es más fácil que no se vayan los que se fueron”, ha expuesto. “A los que faltan hay que convencerles de que se parezcan a ti porque tienes razón”, ha señalado. Y ha apuntado a los militantes como herramienta fundamental, como los obreros sindicados lo son, o lo fueron, en la fábrica: “Deben cambiar la conciencia de quienes lo rodeaban, no parecerse a ellos”.

Pablo Iglesias ha concluido con las dos tareas que, en su opinión, tiene Podemos. La primera, cuidar el propio debate: “Solo desde una discusíon rigurosa se puede hacer política. Porque si no, Podemos no existiría”. La segunda: empoderar a los militantes para que “el partido no se convierta en un instrumento de sus cargos públicos, donde los dirigentes son profesionales de la política y liberados”.

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