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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

La presencia de los nazis en el Bidasoa

Himmler pasando revista a las tropas en la plaza de Gipuzkoa acompañado del gobernador civil guipuzcoano en 1940. Foto: Kutxateka.

Paola Fernández

No se conoce mucho sobre la presencia de los nazis en España. Pero en la frontera entre Francia y España, a ambos lados del río Bidasoa, el ejército de Hitler se paseaba sin ninguna discreción. Desde la ciudad fronteriza de Irun hasta San Sebastián, los nazis andaban como Pedro por su casa y dejaron curiosas imágenes que la Casa de la Paz de Donostia ha recogido en una exposición fotográfica. 'Nazis en el Bidasoa' retrata la presencia de actividades de los nazis a ambos lados de la frontera, su confraternización con las autoridades franquistas o las labores de fortificación de la costa ante un eventual desembarco aliado. Esta exposición se organiza coincidiendo con el 70 aniversario del final de la II Guerra Mundial. Además, como parte de mismo proyecto, en el Museo San Telmo se expone la instalación audiovisual 'Comète, la red de evasión', sobre la organización clandestina de Resistencia que ayudó a repatriar a combatientes aliados perseguidos por los nazis a través de la frontera vasca y que tuvo en la capital guipuzcoana una de sus principales etapas.

Aunque la España franquista era formalmente neutral, no dejó de colaborar en todos los ámbitos con los nazis a los que, de 1940 a 1944, tuvo como buenos vecinos. Incluso hay documentos gráficos de que durante la Guerra Civil los nazis hacían vida en varias localidades guipuzcoanas. En esa época, sobre todo realizaban actos propagandísticos en apoyo a los falangistas, en los que las Juventudes Hitlerianas tuvieron gran presencia. A partir de 1940 los alemanes llegaron a la frontera tras la inesperada y fulminante derrota de Francia, como consecuencia de una ofensiva que los alemanes llamaban Blitzkrieg (Guerra Relámpago). Al poco de llegar a la frontera, oficiales nazis fueron acogidos calurosamente por oficiales franquistas en el puente internacional de Hendaya-Irun con la celebración de una ceremonia conjunta.

La presencia nazi y fascista fue constante durante la II Guerra Mundial con una amplia muestra de actos de confraternización. San Sebastián fue la ciudad que más importancia tuvo en esta relación, ya que era un lugar estratégico para ambos ejércitos. En la ciudad también se celebraron grandes actos en los que recibían y despedían a diferentes expediciones de soldados de la División Azul. Incluso Himmler, jefe de las SS y la Gestapo, se detuvo el 19 de octubre de 1940 donde fue agasajado por las autoridades franquistas que le pasearon por la ciudad. Tras esta visita viajó a Madrid con el fin de organizar la entrevista entre Hitler y Franco que tendría lugar en Hendaya el día 23 de ese mes. Otro de los momentos destacados en esta época, fue el traslado del cadáver del embajador nazi en Madrid, Hans Von Moltke. Tras el fallecimiento de este oficial alemán en la capital de España, Franco, para marcar su apoyo a los nazis, ordenó dar una gran relevancia a los actos oficiales y el convoy que se organizó para el traslado de sus restos a la frontera llevó a cabo ostentosas paradas con solemnes homenajes en las estaciones de Donostia, Irun y Hendaya.

La liberación

En agosto de 1944 los ocupantes, tras el desembarco aliado en la Provenza, llevan a cabo su retirada del País Vasco y de todo el suroeste de Francia, recibiendo la orden de dirigirse hacia Alemania. Civiles y militares nazis marcharon a Francia desde la estación del norte de San Sebastián antes de que se cerrase la frontera. Alineados en largas columnas los nazis abandonaron la zona de Bayona-Anglet disparando indiscriminadamente contra los escasos viandantes que tuvieron la mala suerte de encontrarse con ellos. Finalmente, terminaron por rendirse a las fuerzas norteamericanas en Beaugency, a menos de 200 kilómetros de París. La partida de las tropas puso fin a cuatro años de ocupación y fue celebrada por la población francesa que veía con esperanza el comienzo de una nueva etapa en la que el Gobierno Provisional de la República dirigido por el general De Gaulle.

Sin embargo, no todos los militares nazis consiguieron salir airosos de allí. Varios se rindieron y los resistentes les retuvieron como prisioneros. Por otro lado, durante los momentos siguientes a la liberación de la zona se produjeron, al igual que en toda Francia, cortes de pelo públicos, humillaciones y represalias contras las mujeres que se consideraba que había intimado con el enemigo. El fin de la guerra dejó en San Sebastián una anécdota que no mucha gente conoce. El 8 de mayo de 1945, cuando terminó la guerra en Europa, un bombardero alemán con cinco tripulantes a bordo cayó en la Playa de la Concha cuando se le agotó el combustible. En él viajaba el belga Léon Degrelle, fundador y jefe del partido pro-nazi REX, general de las SS y condenado a muerte en su país por traición y crímenes de guerra. Herido, fue hospitalizado en Donostia y protegido por Franco, que denegó sistemáticamente su extradición, adquirió la nacionalidad española y murió tranquilamente en Málaga en 1994.

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