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“La cárcel no reinserta; solo sirve para que los ricos se sientan más seguros”

José Ángel Martínez de Bujanda, 'Txarly', capellán de la prisión de Nanclares de Oca.

Eduardo Azumendi

Vitoria-Gasteiz —

Para José Ángel Martínez Bujanda (Santa Cruz de Campezo, Álava, 1958), más conocido como ‘Txarly’, la cárcel hace mucho tiempo que perdió su capacidad de reinsertar, “si es que en algún momento la tuvo”. ‘Txarly’ es el capellán de la cárcel de Álava y desde esa posición ha visto cómo ha evolucionado el mundo en la prisión, cómo “cada vez entra gente más normal, nuestros vecinos, amigos…Gente que da dos veces positivo en un control de alcoholemia y es reincidente”. Según el capellán, incansable y aguerrido crítico de cualquier mala práctica penitenciaria, “la cárcel no reinserta; solo sirve para que los ricos se sientan más seguros”. Para los internos de la cárcel de Álava, ‘Txarly’ es lo más parecido que tienen a una esperanza, a una expectativa de salir.

Pregunta. ¿La cárcel provoca más problemas que soluciones?

Respuesta. Desde luego que sí. Últimamente en la cárcel entra gente muy normal y esa no es la solución. Por ejemplo, para los detenidos por alcoholemias. Se está metiendo a gente muy normalita, a nuestros vecinos, amigos…Delincuentes empezamos a ser todos. Ahora me paran dos veces y doy positivo en un control de alcoholemia y ya puedo ir a la cárcel.

P. ¿Quién hace las leyes?

R. Las leyes las hacen los ricos para los pobres. En Zaballa puede haber cinco presos peligrosos, los demás (hasta 700) son unos pobres desgraciados. El otro día una señora entró para siete días porque no podía pagar una multa de 280 euros. Tenía antecedentes de hace muchos años. ¿Cómo puede estar Bárcenas en la calle? Es un claro aviso de los que mandan: al que se meta con nosotros vamos a por él. Al que roba un millón se le hace un monumento. No se castiga el robo, se castiga el cómo. Si robo con un bolígrafo millones no entro en la cárcel, si robo con una navaja cien euros sí. Y yo pregunto: ¿Quién es más peligroso, el que va con una navaja y roba 100 euros o el que desahucia y deja a una familia sin nada, en la calle y la indigencia?

P. ¿Aumenta el número de suicidios en la cárcel?

R. En la calle se suicida mucha gente pero no aparece en los periódicos; en la cárcel se suicida y aparece. Últimamente no ha habido suicidios, salvo alguna sobredosis. Los presos meten la droga como pueden, porque no saben vivir de otra manera. Pero la mayoría de los presos son pardillos y cada vez gente más normal.

P. ¿Es posible la reinserción?

R. De la cárcel se sale peor de lo que se entra. Hay que reinsertar, pero para eso previamente es necesario estar insertado. El que sí lo ha estado, sale de la cárcel y consigue integrarse. Los que no tenían nada, los sacas a la calle y seguirán al margen de la sociedad. A un extranjero con antecedentes nunca se le darán los papeles, salvo que le volvamos a necesitar para asfaltar carreteras. Mientras no le necesitemos, nos sobra.

P. Con el traslado a la nueva cárcel, ¿ha mejorado la calidad de vida de los internos?

R. La nueva cárcel es un pelotazo taleguero. No sirve para la reinserción; en todo caso para que los ricos se sientan más seguros. Lo único bueno es que en las celdas hay ducha. Las prisiones están construidas para que los internos no salgan de los módulos, para que no puedan trapichear. El interno está en su módulo, diseñado para que nadie salga.

P. ¿Qué expectativas tienen los presos?

R. La única expectativa que puedo dar yo a los presos es sacarlos un día a la calle. Y les saco un día cada dos o tres meses. La dirección concede muchas salidas y la junta de la prisión da la lista de los que pueden salir. Dicen que si sales una vez con el cura y no metes la pata, empieza una cuesta abajo, se hace la vida más fácil. La esperanza del día a día es esa. Allí nadie da nada. Entiendo que un funcionario no de un cigarro o pague un café. Ahí es el cura el que tiene la etiqueta de poder conseguir algo, mantas, tabaco... La salida de un día a andar por el monte es la gran esperanza.

P. ¿No observa ninguna mejora en el sistema penitenciario?

R. ¿Mejoras? Ha empeorado. Hay enfermos y deficientes mentales, hay locos que tendrían que estar en otro sitio. Llenamos la cárcel de enfermos mentales. Cada vez se condena a personas normales que jamás hubieran pensado encontrarse en esta situación. Y de repente les catalogan de delincuentes. Lo de los ricos no está penado, las estafas y los engaños prescriben antes. Nos están quitando una serie de libertades a todos sin que nos demos cuenta. Cosas que antes se arreglaban en casa, ahora todo el mundo va al juzgado. No puedes andar sin un seguro o un abogado por la vida. La justicia será lo que sea, pero cuando empieza a funcionar no hay quien la pare. Ves a gente pagando penas de hechos cometidos en el año 2003. Las cárceles están hechas para llenarse, pero cada vez tienen menos gente porque es más fácil expulsar que mantener a los presos.

P. ¿Y privatizarlas?

R. Sería horroroso, solo se haría para que algunos ganaran dinero. Es un negocio redondo, despedir funcionarios, sin programas de reinserción. A gastar lo menos posible. Dos o tres talleres de actividades como mucho; todo lo que sea de trabajar, salir con los presos…Nada. La cárcel no hace nada. Todo lo que se hace con los presos se costea con el presupuesto de las ONG.

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