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El servicio doméstico interno, la 'neo-esclavitud'

Fotograma del documental ¡Cuidado, Resbala!

Natalia González de Uriarte

Las condiciones de las empleadas de hogar siguen al borde de nuevas formas de esclavitud, y la situación de las mujeres inmigrantes trabajadores en este sector no comunitarias es de fuerte precariedad. También en Euskadi. Solo en Gipuzkoa, las mujeres inmigrantes constituyen más del 40% de las trabajadoras afiliadas al Régimen de Empleadas de Hogar de un total de 3.558 personas. Entre las que están en régimen interno, las extranjeras no comunitarias alcanzan el 80% y son estas últimas las que están en situación de mayor vulnerabilidad y sufren las peores condiciones de explotación, discriminación y acoso sexual. Son datos actualizados del Grupo de Trabajadoras del Hogar Inmigrantes de SOS Racismo que en el Día Internacional de su colectivo denuncian de nuevo las condiciones especialmente graves en las que trabaja gran parte de ellas. “Reivindicamos que, como mínimo, se respeten los derechos que nos reconoce la actual legislación laboral. Además, queremos destacar que muchas mujeres sufren acoso y actitudes racistas por parte de los empleadores”.

La equiparación de las condiciones laborales de estas profesionales con las del resto de los trabajadores es una vieja reivindicación del colectivo que continua sin cumplirse. El listado de reclamaciones es largo. Sigue pendiente el derecho a la prestación por desempleo; las bajas por enfermedad se abonan a partir del noveno día y se paga el 75% del salario en caso de baja por accidente de trabajo o enfermedad laboral; no se cotiza por el salario real, el/la empleador/a no tiene obligación de dar de alta en la Seguridad Social a la trabajadora si esta trabaja menos de 60 horas mensuales. Tampoco existe un marco de negociación colectiva y las condiciones laborales están reguladas por el Estatuto de los Trabajadores siendo por tanto el salario mínimo interprofesional el salario de referencia.

Dos horas de descanso al día

Los datos sobre sus jornadas laborales sin fin evidencian la precariedad en las que está instalada esta profesión. Según el último informe de la Asociación de Trabajadoras del Hogar de Bizkaia, el 78% de las trabajadoras internas realiza más de 60 horas a la semana siendo el 23,56% que trabajan más de 80. El 33,33% no descansa ni una hora a la semana, solo el 14% tiene más de dos horas de descanso diarias y únicamente el 23,56 % disfruta de las 36 horas continuadas del descanso semanal al que se supone que tienen derecho. Aunque el 90,87% de las trabajadoras es contratada para trabajos de cuidados, en todos los casos se ocupan de la totalidad de los trabajos domésticos y el 85% está por debajo del salario mínimo que le corresponde.

Pero la situación se agrava para las trabajadoras que trabajan en régimen interno. Conviven a diario con el acoso sexual, machismo y racismo. “Las trabajadoras del hogar inmigrantes, además de sufrir explotación laboral, son candidatas al acoso sexual. El 28% de las consultadas en un estudio realizado por la consultoría Sortzen,  declara haber sufrido acoso sexual en su lugar de trabajo, otro 27% ha sufrido insultos racistas y/o de contenido sexual y la mitad ha recibido llamadas de contenido sexual al ofertar sus servicios incluyendo el teléfono”.

Según su relato, los empleadores se aprovechan en muchas ocasiones de las circunstancias de vulnerabilidad y desprotección en que se encuentran estas mujeres inmigrantes. “La dependencia de las leyes de extranjería que vinculan el permiso de residencia a un contrato de trabajo, el desconocimiento de los derechos que les asisten, las deudas contraídas para el viaje, la manutención de la propia familia en origen, la falta de un entorno de apoyo... son factores determinantes que influyen vulnerabilidad y la desprotección de las trabajadoras del hogar inmigrante”.

Profesión sin reconocimiento social

Reprochan al mismo tiempo que la labor que realizan, en una sociedad en la que “los cuidados son la base fundamental sobre la que se sustenta nuestra sociedad” carece del reconocimiento social que merece esta tarea fundamental. “Y lo mismo ocurre con las personas que desempeñamos, también de manera profesional, este servicio”, lamentan.

El colectivo ha convocado coincidiendo con el Día Internacional de las trabajadoras del hogar, una concentración contra la “discriminación de las trabajadoras del hogar inmigrantes” y el acoso sexual a las mismas  en Errenteria, Gipuzkoa.

El Sindicato LAB, por su parte, además de censurar que “este sector feminizado sufre con especial gravedad la precariedad, llegando en numerosas ocasiones a sufrir unas condiciones laborales de neo-esclavitud”, reclama para estas profesionales un salario mínimo de 1.200 euros. También pide que las trabajadoras de hogar dispongan de “los mismos días festivos y de vacaciones que el resto de trabajadores”, que se regulen los horarios “estableciendo los períodos mínimos de descanso, tanto semanales como diarios” y el “derecho a un trabajo seguro y un ambiente laboral saludable”. En este sentido consideran necesario que reciban formación por parte de los servicios de bienestar social “para poder acometer el trabajo de forma adecuada y segura”.

LAB pide un salario mínimo de 1.200 euros

Denuncian que la sociedad “ve con total normalidad el hecho de tener una mujer para que realice las tareas del hogar o cuide de nuestros hijos o personas mayores”, pero “no somos capaces de ver las condiciones laborales a las que sometemos a esas mujeres, o preferimos hacer como que no las vemos, para no remover en exceso nuestras conciencias”.

LAB entiende que las medidas anteriormente citadas, además de ser “básicas”, deben ser “de carácter transitorio”, unas acciones previas al debate que ha de abodar la sociedad “sobre el nuevo modelo a construir frente al actual, impuesto por el sistema capitalista patriarcal, un nuevo modelo que en lugar de pivotar sobre los mercados y el empleo, sitúe la vida y las personas en el centro”. Los trabajos domésticos y de cuidados, en la medida en que son imprescindibles para el sostenimiento de la vida, “tendrán que tener ese reconocimento y ser valorados como corresponde, así como se debe superar la actual división sexual del trabajo”, según afirma el sindicato.

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