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Una propuesta ciudadana para desarrollar el Centro de Memoria de la cárcel de Carabanchel en sus terrenos

Luis de la Cruz

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Este mes de abril ha salido la última versión de las bases para un Centro de Memoria de la Cárcel de Carabanchel, una propuesta del movimiento vecinal y memorialista cuyas raíces hay que buscar después del cierre del centro penitenciario en 1998, cuando apareció la plataforma Salvemos Carabanchel. En 2019 tomó el relevo de la reivindicación la Plataforma Ciudadana por el Centro de Memoria Cárcel de Carabanchel, que ha venido luchando desde entonces para que en los terrenos de la cárcel franquista anide la Memoria Democrática de los represaliados y resistentes durante la dictadura a pesar de que, ya en su día, fue derribado el complejo, no sin manifestaciones en contra de la decisión.

Durante la anterior legislatura, el gobierno expresó la intención de levantar en una de las parcelas que el Ministerio de Interior se quedará en el ámbito un Centro de Memoria. Se produjeron conversaciones entonces entre la Plataforma, la Secretaría de Estado y el propio Ministerio de Interior, y se llevaron a cabo unas jornadas técnicas sobre centros de la memoria. Sin embargo, las urgencias del cambio de legislatura enfriaron el asunto que, de momento, no ha vuelto a aflorar. “Había una voluntad expresa que no se llegó a concretar por escrito como hubiéramos querido, hemos vuelto a escribir a Interior y a la Secretaría pero de momento no hemos obtenido respuesta. Entendemos que la voluntad debería seguir ahí pero por ahora no sabemos nada”, explican desde la plataforma ciudadana.

Por otro lado, el artículo 58 de la Ley de Memoria Democrática obliga a la construcción de un Centro de la Memoria Democrática. No se trata del mismo proyecto ni necesariamente tiene que estar ubicado en Carabanchel pero que podría suponer una oportunidad. Quizá, ahora que se empiezan a conocer detalles sobre el Plan Parcial, el Centro de Memoria vuelva al primer plano, de hecho, el portavoz de Urbanismo del PSOE en Madrid ha hecho un largo hilo en X sobre la reurbanización del área donde menciona los 300.000 reservados para el proyecto, que proceden de una negociación de Más Madrid en los últimos presupuestos cuya finalidad aún no se ha detallado (evidentemente, es una cantidad muy inferior a la que requiere la construcción). Mientras, en la Plataforma siguen trabajando en mejorar su propuesta.

Una reivindicación de largo aliento

Al contrario que ha sucedido con otros centros de la misma naturaleza, el complejo panóptico de Carabanchel no se quiso reconvertir para otros usos públicos. El Ministerio del Interior y el Ayuntamiento, de la mano, decidieron recalificar sus terrenos como residenciales, quedando recogido así ya en el Plan General de Ordenación Urbana de 1997. En el ínterin, el edificio fue abandonado a su suerte, sin que la cercana ubicación de la comisaría de Latina sirviera para frenar su constante vandalización.

Pero desde el minuto uno, colectivos de ex presos y vecinales comenzaron una lucha mantenida en el tiempo por conservar el edificio como lugar de memoria y usar los terrenos, a la vez, para paliar las carencias dotacionales de los distritos de Carabanchel y Latina. Ambas reivindicaciones fueron confluyendo en un proyecto ciudadano conjunto que llega hasta día de hoy.

En 2008 el gobierno del PSOE, titular de los terrenos, derribó la cárcel obviando el informe favorable para la declaración BIC del edificio. Memoricidio, dijeron los activistas por el Centro de Memoria. Sin embargo, el terreno ha seguido siendo objeto de reivindicación, a la vez que ha crecido el movimiento hermano por usar el ámbito para dotaciones públicas en lugar de para crear un nuevo barrio con 1300 viviendas.

En 2020 se reactivó el plan urbanizador y desde entonces se han ido cumpliendo todos los plazos habituales para la urbanización de un nuevo ámbito urbano, en este caso el APR 11.01. Mientras, la Plataforma por el Centro de Memoria de la Cárcel de Carabanchel sigue esperando respuesta a la petición formal presentada en 2022 para que los terrenos sean calificados oficialmente como lugar de memoria en virtud de la Ley de Memoria Democrática (Ley 20/2022, de 19 de octubre).

Y los colectivos agrupados en la plataforma siguen trabajando incansables en la propuesta del Centro de Memoria (cuyas bases intelectuales se detallan en el documento que enlazamos en el artículo). El informe desgrana los objetivos del posible centro, su naturaleza pública y una hoja de ruta para su implantación; sin olvidar otros asuntos relacionados, como el yacimiento arqueológico sobre el que se asienta y las necesidades de contemplar su entorno: la Ermita de Nuestra Señora de la Antigua (s. XIII), la vía pecuaria Camino de Boadilla, o la prolongación del Camino de los Ingenieros.

 La historia de los presos políticos y la historia de un barrio crecido a la sombra de una cárcel

La cárcel fue levantada por el franquismo –y los propios presos a través de trabajos forzados– en terrenos rústicos de Carabanchel Alto durante la inmediata posguerra, cuando Carabanchel aún era un municipio colindante con Madrid. Empezó a funcionar en junio de 1944, aunque las labores constructivas aún continuarían una década más. Cuando se inauguró, tenía una población reclusa de 3000 personas, cuando su capacidad era de un millar. El hacinamiento fue una constante del centro prácticamente hasta su clausura. Por Carabanchel pasaron miles de presos políticos, comunes y, también, mujeres en algunas épocas: en el siquiátrico y en el actual CIE, entonces Hospital Penitenciario, donde estuvo el módulo de madres.

Durante los años de la Transición la vida en el interior de la cárcel se desarrollaba en condiciones lamentables para los reclusos. Como respuesta, Carabanchel será uno de los espacios protagonistas del Movimiento de la COPEL (Coordinadora de Presos en Lucha), con tristes episodios represivos como el asesinato del anarquista Agustín Rueda en 1978.

Sus celdas quedarán vacías definitivamente el 11 de septiembre de 1998 tras un largo periodo de decadencia. Pese a todo, la cárcel y su espacio siguen muy asociados a la historia de Carabanchel, cuyo crecimiento en la segunda mitad del siglo XX se produjo marcado por la presencia de la cárcel. El cantante Rosendo grabó un famoso disco en directo poco después de que la prisión cerrara. Entre canción y canción se puede escuchar al público gritar “no estamos todos, faltan los presos”. De eso se trata, de que no se desvanezcan.