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La legión de entusiastas de R2-D2 que ha construido miles de droides (y alguno para la gran pantalla)

Uno de los eventos de R2 Builders Club en la bahía de San Francisco

Cristina Sánchez

Con sus tiernos pitidos, su cuerpo rechonchete y sus repentinos giros de cabeza, R2-D2 se ha convertido en el robot más entrañable de la Galaxia. Hace unos días, la policía maltesa halló muerto en su hogar a Tony Dyson, uno de los padres del adorable droide: el británico había construido ocho R2-D2 que aparecieron en la trilogía original de 'La guerra de las galaxias'.

Un triste fallecimiento para todos los fans de la saga, pero especialmente para un club que ha mantenido vivo el legado de Dyson. Entre 16.000 y 25.000 entusiastas -sus miembros nos dan cifras dispares-, forman parte actualmente de R2-D2 Builders Club, una comunidad entregada a la construcción de réplicas del eterno compañero de C-3PO.

En el foro privado de Astromech.net los miembros de esta comunidad nacida en 1999 comparten los detalles y tutoriales para que un fan pueda crear su propio R2-D2 de tripas electrónicas completamente funcional, capaz de desplazarse y comportarse como el del celuloide. El club difunde entre sus miembros los detalles necesarios para que cada unidad tenga exactamente las mismas medidas que las creados por Dyson hace casi cuatro décadas.

José Antonio Caraballo es uno de los miembros del club. Se obsesionó con aquel droide desde que lo contempló en la gran pantalla cuando iba a cumplir ocho años y estudió Ingeniería de Telecomunicaciones por la pasión que la robótica despertó en él.

Después de construir varias versiones de juguete, su impulso para tener su robot de un metro de altura llegó tras sufrir un derrame cerebral. Su R2 le ayudó a salir de la profunda depresión que padecía al no poder volver a trabajar. “Ya había tenido contacto con el club internacional de constructores, pero volví a ponerme en contacto con ellos, obtuve planos y ahí nació la idea de hacer el R2”, explica a HojaDeRouter.com.

Caraballo desarrolló los planos que le faltaban para construir con sus propias manos un droide de madera, con piel y cabeza de aluminio, capacitado para emitir doce sonidos, variar sus luces aleatoriamente y desplazarse por control remoto. Tres años, 12.000 euros (una cifra que asegura puede incrementarse hasta los 30.000) y muchos quebraderos de cabeza después, vio terminada su gran y pesada obra: un R2 de 63 kilos.

Aunque desde hace un año ya hay una delegación oficial de constructores de droides astromecánicos en España, en 2007 Caraballo estaba solo: “No había ni una persona que quisiera hacer un R2, yo era el bicho raro y lo desarrollé al 100%”. Eso sí, contó con el apoyo y asesoramiento virtual de algunos de los constructores de R2-D2 más famosos del mundo, con los que continúa hablando asiduamente.

La “Santa Trinidad” del R2-D2 Builders Club

En la pasada ceremonia de los Oscar, Lady Gaga besó amorosamente entre bambalinas al R2-D2 que apareció en la gala. También se detuvo a charlar unos instantes con uno de sus operadores en la sombra, Mike Senna. Este programador californiano no es un trabajador de Lucasfilm. Se ha ganado por sí mismo que la productora cuente con él y con su droide.

Al igual que Caraballo, Senna pertenece a la Legión 501, la mayor organización mundial de trajes imperiales del mundo. Sin embargo, no estaba satisfecho con su mera participación en esa comunidad. Se sentía “un soldado más en un mar de muchos”. Así descubrió el R2-D2 Builders Club. “Necesitaba un reto y quería crear algo que fuera increíble y pudiera usarse para hacer a otros felices e inspirarlos”, explica este californiano.

Miembro del club prácticamente desde sus inicios, Senna es uno de los que más información ha compartido con otros constructores y actualmente está dando los últimos retoques al sistema de conducción de su BB-8, el simpático robot rodante de 'El despertar de la Fuerza'.

Con sus hazañas se ha ganado la admiración no solo de Lucasfilm, sino de toda la comunidad. Desde 2003 organiza en su propia casa el evento R2LA. En aquella edición, solo 12 fans de la zona acudieron con 2 droides completos. En la última, eran 90 constructores y 25 robots, sin contar con los humanos y autómatas que se unían al sarao por videoconferencia.

Algunos consideran a Mike Senna su mentor. Es el caso de Victor Franco, un programador que hace una década no pensaba que iba a ser capaz de gestar su propia criatura. Recuerda con nitidez el día que se lo propuso. Tras el estreno de 'La venganza de los Sith' en 2005, acudió a un Walmart para comprarse la colección Early Bird de figuras de la saga de los 70.

Fue entonces cuando conoció a R2-D2. Le encantaban su apariencia, sus sonidos y “su 'personalidad'” desde que vio con pocas primaveras la primera película de la saga. “Después de 45 minutos persiguiendo a R2 por la tienda, traté de averiguar cómo estaba siendo operado”. En ese momento, Mike Senna le tocó el hombro y le informó de la existencia del R2-D2 Builders Club. La comunidad 'online' también ha sabido ganar adeptos por el pitido a boca.

Victor Franco escribe el diario de su R2 desde que tan solo era una idea en su mente hasta sus apariciones en anuncios y televisión, pasando, lógicamente, por las 15 horas y 41 minutos que duró el parto en el que sus 1.400 piezas se unieron.

Sin duda alguna, uno de los mejores momentos de la existencia de este droide fue cuando Kenny Backer, el actor que se enfundaba en los R2 de Tony Dyson que no estaban controlados remotamente, le firmó un autógrafo en su puerta trasera. “Fue un sueño hecho realidad. Cuando yo era pequeño, me imaginaba siendo Kenny Baker, dentro de R2-D2, y conduciéndole”.

El propietario de un huerto de naranjas Michael McMaster también ha conseguido conocer a sus ídolos de carne y hueso desde que Disney y Lucasfilm le pidieron que construyera y operara sus droides. Como uno de los miembros más veteranos de la comunidad Astromech -entró en el club cuando solo tenía 500 miembros-, McMaster tuvo el honor de controlar remotamente al R2-D2 que asistió al preestreno del Episodio VII en Los Ángeles.

Allí volvió a encontrarse con George Lucas, “muy callado y reservado en persona” y conoció por primera vez a Mark Hamill, que “estaba entusiasmado por formar parte de las nuevas películas”. “Llevar a la pantalla a un droide, en la alfombra roja, fue un sueño hecho realidad... ¡Mi 'yo' de 12 años estaba sonriendo con júbilo!”, confiesa McMaster.

Los fans que J. J. Abrams fichó para 'El despertar de la Fuerza'

Si José Antonio Caraballo es el “maestro” en España, Senna, McMaster y Victor Franco son, a juicio de Alejandro Clavijo, el miembro más joven de Astromech Spain, “la Santa Trinidad” de los R2-D2 Builders. Sin embargo, ninguno de ellos construyó el que revive en el Episodio VII. La Fuerza acompañó a dos compatriotas del fallecido Tony Dyson.

En 2013, Oliver Steeples y su unidad se encontraban en la Star Wars Celebration de Alemania. Allí se pusieron a charlar con Kathleen Kennedy, la productora de 'El despertar de la Fuerza', sobre droides astromecánicos. La conversación acabó dando pie a varias reuniones, tras las que él y Lee Towersey, su compañero en el UK R2 Droid Builders Club, acabaron logrando uno de los mayores deseos de cualquier fan de la saga: crear el autómata de una de las películas.

Los dos han trabajado durante meses en los estudios Pinewood con la misión de dar vida a trece droides y cuatro unidades R2 en la cinta. J. J. Abrams habló con ellos sobre lo que quería que hiciera la unidad R2 y lo que no: no deseaba los criticados cohetes propulsores que lucía en 'El ataque de los clones'. “Fue increíble conocer a un director con tanto talento y descubrir que los trataba [al resto del equipo] como cualquier persona normal”, comenta Towersey.

Aunque lamentamos decepcionarte, el autómata que has visto en el cine era más sencillo que los del club. Los pitidos que escuchaste se añadieron durante la fase de edición. Ahora bien, era un droide “robusto pero liviano” gracias al aluminio y a la resina ligera que se utilizó para las partes superficiales, y su tono azul fue cuidadosamente seleccionado después de analizar su ligera evolución a lo largo de la saga. El laborioso trabajo de este dúo de fans no acabó en la construcción: también controlaron los droides durante el rodaje.

“A veces había muchas cámaras, así que tenías que esconderte en algún lugar y manejar a los droides sin saber si estaban siendo grabados o incluso si el droide podía verse en cámara” señala Steeples. “¡Sentía mucha presión de hacerlo bien y cumplir el objetivo cuando rodamos porque nosotros éramos los 'expertos' de R2 después de todo!” añade Lee Towersey. La experiencia no fue nada mal. Este fan nos confirma que ha participado en Rogue One, el 'spin-off' que se estrenará en diciembre, y actualmente se encuentra en el rodaje del Episodio VIII.

Astromech Spain, un pequeño club ha nacido con fuerza

Como cualquier comunidad, R2-D2 Builders Club también se reserva el derecho de admisión. Aunque todo el material que está en la web es gratuito, solo pueden acceder a él los miembros registrados en la plataforma, que deben explicar por qué están interesados en formar parte de ella. “Se pide que los planos no salgan del foro y que tengas un interés real por construir la unidad”, explica José Antonio Caraballo.

Además, hay cierto secretismo en la fabricación. “Ellos son muy exclusivos, de hecho suelen ocultarse muchas cosas. Hay partes de la construcción que hemos averiguado preguntando fuera porque en América no te dice nada”, añade Alejandro Clavijo.

Este fan está construyendo a R4-P17, el droide de cabeza roja que viaja junto a Obi-Wan Kenobi en 'El ataque de los clones'. “La complicación es que el cuerpo nunca sale en la película, solo sale la cabeza. He tenido que recabar información y preguntar cómo podría ser ese androide”, detalla Clavijo.

Este experto en automatización industrial está detallando en el blog del droide todos los elementos que ha utilizado para construirlo y para controlarlo con Arduino. Su R4 incluso puede manejarse mediante el mando a distancia de la Play Station, para lo que ha asociado cada botón a un estado de ánimo del droide, o enciende sus luces en la oscuridad gracias a sus sensores. Únicamente compró ya fabricada a Estados Unidos la cabeza, que le costó unos mil euros, aunque él mismo ha añadido los holoproyectores. Ahora, solo le falta pintarlo de rojo.

Pese a que más de un centenar de personas están registradas en el foro en España, solo una decena están construyendo su droide como Clavijo. Hace un año, los miembros más activos se reunieron en el Día del Orgullo Friki que se celebró en Madrid, un encuentro que la cadena TNT promovió al contactar con Juan SerranoJuan Serrano, el fundador de esta comunidad en España.

Escultor, ilustrador y animador, entre otras muchas cosas, Serrano cree que lo importante de la saga es que sirvió para que “legiones de personas decidieran a qué querían dedicarse profesionalmente”. Como Caraballo, él formó parte de ese ejército. Sin embargo, no fue hasta hace poco cuando resolvió que necesitaba crear algo con sus propias manos que acompañase a su armadura de 'stormtrooper' en casa.

“Lo del R2 me pareció perfecto, un proyecto que me ocuparía los escasos huecos libres de los próximos dos años (con suerte) y me pondría en contacto con gente más o menos igual de trastornada que yo”, explica Serrano. Para él, los miembros del club se han convertido ahora en “compañeros ocasionales de viaje” y hablan prácticamente a diario por WhatsApp.

Hospitales, anuncios, cortos de animación o supermercados: así es la vida de un R2-D2

Como los grandes constructores internacionales, Caraballo ha conseguido el beneplácito de Lucasfilm, que le paga los gastos para que asista a los eventos. Su droide se ha paseado por la presentación del tráiler del Episodio VII en el Festival del Cine de Barcelona, en un anuncio de Movistar + o en la presentación de Kinetic Star Wars, donde conoció a Santiago Segura. “No lo hice con ánimo de esto, sino como un proyecto personal, y a raíz de eso ha venido todo lo demás... Me siento orgulloso porque me siento reconocido”, señala con humildad.

Además, todos los R2-D2 que hemos conocido en este artículo participan en eventos solidarios. “Muchas enfermeras nos han dicho que un niño no había sonreído desde que estaba allí, y R2 le había hecho sonreír”, señala Mike Senna.

El R2-D2 de Victor Franco, además de una máquina muy social, es culta (suele acudir a museos, bibliotecas y colegios), amante del béisbol (recorre habitualmente el campo del estadio de Los Angeles Dodgers, donde además se celebra anualmente la Star Wars Night) y le encantan las bodas. De hecho, ha llevado las arras en más de un enlace matrimonial.

Otros droides astromecánicos han protagonizado incluso un romántico corto, 'Artoo in Love', en el que un R2-D2 vive un 'affaire' con una papelera hasta encontrar a su amor verdadero. Su director, Evan Atherton, un ingeniero de Autodesk, pidió un droide negro imperial y un R2-D2 para el corto.

Grant McKinney, otro de los miembros del club, se lo prestó para que R2-D2 interpretara por primera vez el papel de galán. Después de casi una década en el club, afirma que solamente en la bahía de San Francisco conoce a una veintena de constructores. “Tenemos un dentista, un cantante de ópera, un profesor de filosofía y un contable que han construido sus droides, aunque también hay muchos ingenieros”, asegura.

En el cortometraje de Atherton, miembro reciente de la comunidad, aparece un R2-KT estático. Este droide de color rosa no nació de la ficción, sino de una triste realidad. Un miembro de la Legión 501 quería uno de ese color para regalárselo a su hija Katieuno de ese color, que padecía un cáncer terminal. Un grupo del R2-D2 Builders Club lo construyó para la pequeña antes de que falleciera en 2005. Desde entonces R2-KT visita a los niños enfermos para transmitirles la magia de la esperanza, aunque también ha hecho su aparición estelar en 'El despertar de la Fuerza'.

La pasión por construir droides ha llegado incluso a Japón. Richard Napier ha creado a R2-JI, bautizado así por ser el primero de la nación nipona, donde reside actualmente. Este profesor estadounidense ha conseguido reunir ya a 30 entusiastas en la delegación del club que ha fundado en el país del sol naciente.

Disfrazado de soldado imperial, Napier saca a pasear a R2-JI a centros comerciales, bares e incluso lo lleva en el metro. “Lo hago por llevar sonrisas allá donde voy y por dejar a la gente ver que un sueño real cobra vida”, nos confiesa. Probablemente, hace cuarenta años, Tony Dyson no pensaba que construir un droide regordete fuera no solo a hacer felices a tantas personas, sino a marcar el destino de muchas.

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Las fotografías son propiedad de Grant McKinney, Alejandro Clavijo (2,3 y 9), Mike Senna, Victor Franco (5 y 6), Michael McMaster, Lee Towersey, LONOLINO, José Antonio Caraballo y Richard NapierVictor Franco

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