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EH Bildu hace saber al PNV que no es eterno

Otxandiano y Otegi en la celebración del resultado electoral en Bilbao.

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Nunca hay que subestimar al enemigo en el campo de batalla, dicen los manuales sobre la guerra. Por la misma razón, nunca hay que subestimar la maquinaria electoral del PNV ni su implantación territorial en Euskadi, ni siquiera cuando sus propios dirigentes dudan de su fortaleza. Y realmente tenían serias dudas ante lo que tenían delante.

Después de ver cómo se le acercaba EH Bildu en las elecciones municipales de 2023 y de sufrir unos resultados horrendos en las generales de ese año, el partido aguantó el tirón este domingo sacando unos 30.000 votos de ventaja a la coalición y empatando a 27 escaños. Si reanuda su acuerdo con los socialistas, el PNV conservará Ajuria Enea con mayoría absoluta en la persona de Imanol Pradales, que cumplió 49 años en el día de los comicios.

En un mitin en Vitoria, Arnaldo Otegi pronosticó que EH Bildu estaría más cerca de treinta escaños que de veinte (hasta ahora tenía 21). Acertó con esos 27 escaños. Lo más importante para su formación es que quedó confirmado que son una alternativa real al PNV para el futuro con un mensaje de izquierdas en el que la perspectiva de la independencia queda congelada en el horizonte.

Trece años después del final de ETA, se puede decir que la renovación del mensaje ha alejado a EH Bildu definitivamente del estigma del pasado. Al menos en las urnas, porque en el juego de las alianzas parlamentarias sigue teniéndolo muy difícil para sumar apoyos.

Los datos concretos muestran hasta dónde ha llegado EH Bildu. En la provincia que suele recibir la etiqueta de menos nacionalista, Álava, ha ganado con el 29,4% del voto, trece puntos más que el PSOE o el PP. También en Eibar, la localidad que sólo ha tenido alcaldes socialistas desde 1987. Igualmente en Oion, uno de los principales pueblos de la Rioja Alavesa. O en Gernika, un lugar de gran carga simbólica para el nacionalismo vasco.

El salto en votos es sin duda espectacular. El PNV le sacó dieciséis puntos en 2016 y once en 2020. La ventaja se quedó ahora en tres.

“Hemos dado un paso de gigante”, dijo su candidato, Pello Otxandiano, que dijo que se ha iniciado “una nueva época política” en la que no hay un partido, por el PNV, que domina en las tres provincias. Destacó que Euskadi tendrá el Parlamento más nacionalista de la historia y con una mayoría de izquierdas, “y eso se tiene que notar”.

El PNV llegó herido a la convocatoria, avergonzado por el declive manifiesto de la calidad del sistema público de salud desde la pandemia. No podía ofrecer simplemente continuidad y decidió prescindir de Iñigo Urkullu en las listas, una decisión que el lehendakari no esperaba. Eligió a un dirigente conocido por los dirigentes del PNV vizcaíno, pero desconocido en Gipuzkoa y Álava.

Esa apuesta no le salió mal. Pradales dio una imagen consistente en los debates de los candidatos. Sin cometer errores y sin que se notara demasiado la arrogancia con que se han manejado los dirigentes del PNV en anteriores elecciones autonómicas. Esta vez tocaba ser un poco más humildes.

Pradales fue sin cortarse a por el voto conservador de una forma que no era la habitual en el PNV. La necesidad apretaba. En política económica y de seguridad, ofreció un mensaje nítidamente distinto al de Bildu. En la celebración de la noche del domingo, prometió “una política alejada del ruido y de las aventuras”.

En realidad, prácticamente todos los partidos estaban encantados con los números obtenidos. El PNV seguirá presidiendo el Gobierno. EH Bildu ha dado un salto histórico. Los socialistas ganaron dos escaños más. Precisamente los dos últimos adjudicados en Bizkaia y Gipuzkoa fueron suyos con 700 votos de ventaja sobre Sumar en el primer caso y 1.300 sobre Bildu. El PP creció en uno, que no es mucho, pero era la escasa recompensa a la que podía aspirar. Además, su margen de influencia en el Parlamento será muy escaso al tener el PNV y el PSOE la mayoría absoluta. Vox mantuvo su escaño, que será tan irrelevante como en la anterior legislatura.

Los únicos que no podían estar muy contentos eran Sumar y Podemos que vieron que su base electoral era exprimida por Bildu. Elkarrekin Podemos sacó seis escaños en 2020 en una dinámica que ya era de descenso. Esa cifra al menos le permitía tener como objetivo superar a Sumar. Fracasó en eso y se quedó sin ninguno. Al igual que en Galicia, se quedó por debajo del 3%. Sumar tampoco puede presumir de mucho: un 3,3% en Euskadi y un escaño en Álava.

Para los amantes de la pregunta 'qué hubiera pasado si...', la duda es si los resultados habrían sido diferentes en el caso de que no se hubiera hablado de ETA tras la entrevista en la que Otxandiano no quiso llamar grupo terrorista a ETA. Sirvió para llenar muchas páginas y para que se hicieran muchas declaraciones. El PNV lo aprovechó e insistió en que a Bildu le quedaba mucho camino por recorrer desde un punto de vista ético.

Lo cierto es que los votantes de Bildu, los decididos y los que se lo estaban pensando, ya eran conscientes del lenguaje medido y ajustado de los dirigentes de la formación, capaces tanto de negarse a condenar la historia de ETA como de decir que siguen comprometidos en la reparación de las víctimas de ETA, además de alegrarse de que ya no exista.

Hubo un tiempo en que el ministro y dirigente del PP Jaime Mayor Oreja decía que la izquierda abertzale existía porque existía ETA. La deducción era que cuando desapareciera ETA también lo haría Batasuna. Era un análisis que sólo se basaba en sus prejuicios o sus deseos. Existía la prueba de que esas candidaturas subían en votos si la campaña coincidía con una tregua o una época de baja actividad de ETA. Y los terroristas solían reducirla cuando se acercaban las elecciones.

Estaba bastante claro, menos para Mayor Oreja, que sin ETA la izquierda abertzale podría llegar a votantes que nunca se hubieran acercado a ella mientras existiera la violencia.

No es esa la idea que tienen en mente muchos políticos y muchos medios en Madrid. Serán los que muestren su incomprensión por los resultados electorales de Euskadi en los próximos días. El PNV está mejor informado que ellos y ya sabe que EH Bildu es el gran adversario que le intentará disputar su hegemonía. Cuanto más tiempo pueda mantener a su lado a los socialistas vascos, más seguridad tendrá en seguir en el poder. De lo contrario, se confirmará el pronóstico que hizo Otxandiano el domingo: “El cambio está en marcha y es imparable”.

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