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Sueldos de 400 euros, autónomos y precarios: así viven los 'Messi' de las mejores ligas de videojuegos

Varios jugadores en la octava edición de la Gamergy en Madrid, la mayor competición de eSports en España, este 15 de diciembre de 2017.

Laura Olías / David Sarabia

La imagen más difundida de las ligas profesionales de eSports es casi la de un sueño: chavales muy jóvenes que se dedican a uno de sus hobbies favoritos, los videojuegos, y que consiguen que les paguen cantidades astronómicas por ello. Estrellas casi adolescentes que se forran gracias a la consola, al móvil o al ordenador. En España, al menos, esa caricatura está lejos de ser realidad.

Hay miles de jugadores de eSports –son ligas en los que se compite a diversos videojuegos– en el mundo, pero no todos son profesionales ni llenan pabellones. Ocurrió este diciembre en IFEMA, en Madrid. Más de 40.000 personas participaron en la Gamergy, el evento de deportes electrónicos más importante de España. Lleva celebrándose ocho años consecutivos y por sus pasillos se puede apreciar que la edad media de los jugadores no supera los 24 años. Casi la totalidad son chicos: nada más y nada menos que el 97%, apunta un estudio de la liga ESL. Según la organización, en 2017, más de un millón de espectadores siguieron los encuentros que tuvieron lugar en la Gamergy.

Las cifras del sector de los eSports no paran de sumar ceros. Los ingresos globales ascienden hasta los 1.500 millones de dólares, con una subida del 40% respecto a 2016. En 2020, la audiencia total esperada según un estudio de Newzoo, estará por encima de los 385 millones de espectadores, un 20% más que el año pasado.

España es la novena potencia mundial en eSports y facturó el año pasado unos 4,5 millones de euros gracias a los eSports, reseña la agencia Play The Game, pero crecerá a tasas por encima del 40% anual. Compañías como Movistar (que se ha aliado con la liga ESL, ha formado un equipo profesional y montado un portal especializado sobre el tema), Orange (patrocinadora de la liga LVP) y Asus (también con su propio equipo) han hecho una apuesta seria. En 2016, Mediapro adquirió una participación mayoritaria en Fandroid Entertainment S.L., empresa propietaria de la LVP, por 4,6 millones.

Esta es la cara A de los eSports: competiciones multitudinarias, patrocinadores prestigiosos, fans que se cuentan por millones en todo el mundo y jugadores... ¿que no llegan a mileuristas? “Las diferencias de salarios son muy grandes entre juegos y, también dentro del mismo juego, entre jugadores”, explica Sergi Mesonero, fundador de la Liga de Videojuegos Profesional (LVP), a eldiario.es sobre las retribuciones que reciben los jugadores profesionales. League of Legends, popularmente conocido como LoL, es el juego que a día de hoy cuenta con más audiencia en nuestro país. Según Mesonero, “la media de salarios de jugadores de LoL en el marco de la SuperLiga Orange está en torno a los 1.500 euros brutos mensuales”.

200 y 400 euros a nivel profesional

Alan Hernández (o Econatorz, su nick) tiene 23 años y es gamer profesional. Está cerca de la edad habitual de jubilación en los eSports (en torno a los 24) y lleva dedicándose a esto desde hace unos cinco años, “aunque con contrato, que es lo que yo considero profesional, empecé el año pasado”, apunta. Ahora compite en lo que se podría llamar una segunda división del famoso LoL, pero muy cerca de llegar a la Superliga Orange de la LVP. En 2016 formaba parte del equipo de Asus ROG, que sí competía en esta ‘primera división’. Al preguntarle su salario prefiere decir un cantidad aproximada: “Rondaba los 400 euros”. Sobre si su contrato era laboral o estaba como autónomo, el joven responde que “estaba en la Seguridad Social, aunque la verdad que no sé muy bien cómo van estas cosas”.

Hernández confiesa que sabía que era un salario muy bajo, pero prefería que el club fuera prudente y no prometiera algo que no fuera a cumplir. Explica que los contratos exigen “un mínimo de horas, pero es una tontería porque tú juegas igualmente más. Aunque si lo haces menos, el club no te dice nada”. Estuvo varios meses viviendo con el equipo en Barcelona en lo que se conoce como gaming houses, casas en las que los jugadores viven concentrados y entrenan a diario. “Una mansión”, recuerda. Tenían horarios programados para jugar (“de 12 a 14h, luego a las 15h a jugar otra vez”, explica, entre 17 y 18h veían competiciones, “y de 19 a 22h jugábamos otra vez, luego había tiempo libre, pero lo usábamos para jugar de nuevo”). Hernández explica que los sueldos que conoce por parte de jugadores de esta primera liga en el juego más exitoso (LoL) es “mínimo unos 200 y el máximo 1.200 euros”.

Sergi Madrigal (de nick Lvsyan) es jugador profesional suplente de G2 Vodafone de LoL. En su caso, por ser suplente, su club le hace un contrato mercantil; es decir, está trabajando como autónomo. “Es bastante habitual, a los suplentes se les suele contratar como autónomos y a los titulares como laborales”. Este medio ha contactado con G2 Vodafone pero por el momento no ha recibido respuesta sobre su política de contratación. De la experiencia de Madrigal, desde los 16 años jugando en el sector, cree que “el sueldo medio en LoL estará rondando los 1.000 euros”. Él reconoce que cobra menos, “tres cifras”, por ser suplente. Su contrato le marca unas horas (30 mensuales de streaming), solo compite con su club y debe estar disponible para las competiciones, por si le tocase jugar en lugar de uno de sus compañeros.

En el pasado, Madrigal siempre ha competido como titular, en equipos como Asus ROG, KiyF, Celerius y Baskonia-Atlantis, entre otros. Reconoce también que los gamers profesionales en España reciben sueldos bajos, pero insiste en que hace muy poco tiempo, las cosas eran mucho peores: “Hace cuatro años casi ningún club tenía contratos, te daban un papelito con que te pagaban dietas y poco más”. En su carrera, se ha encontrado con clubes que “se aprovechan de la inexperiencia de los jugadores para sacar provecho, te dicen que te van a dar tanto dinero y luego es menos”. A él le ha ocurrido, “no a lo bestia, pero sí” y conoce a compañeros a los que “les ha pasado y les pasa”.

Los sueldos bajan aún más cuando nos asomamos a lo que cobran otros jugadores, de otros juegos que no son LoL: “La media de salarios en Clash Royale está entre los 500-600 euros”, explica el fundador de la LVP. En Counter Strike: GO, los sueldos son similares, “unos 500 o 600 euros seguramente”, dice Mesonero. Hablamos de jugadores profesionales, aunque según el directivo, “no hay ninguna competición más en España que esté 100% profesionalizada”. La Electronic Sports League (ESL) es la otra liga que pugna con la LVP por el predominio de los eSports en nuestro país.

Mario Lorente tiene 19 años, es de Albacete y también estuvo en la Gamergy. Él juega a Hearthstone (presente en la ESL, no en la LVP) y actualmente milita en TeamQueso. Como si se tratara de un deportista de élite, Mariodela (su nick) también sigue una rutina alimentaria, hace ejercicio físico y entrena casi todos los días. En el marco de una competición importante, Lorente puede llegar a jugar unas “10 horas al día. Si no, suelo jugar unas cuatro o cinco horas diarias”, explica a eldiario.es.

En su caso, así como le ocurrió a Alan Hernández, decidió dejar los estudios muy joven, aunque en algún momento sí que llegó a compaginar el juego con el instituto. “No daba el 100% en ninguno de los dos sitios. Los eSports ahora están en auge y tengo la oportunidad de luchar y apostar por ellos. Si sale mal, siempre tendré tiempo para estudiar”, dice Mariodela. Sergi Madrigal, que ahora hace un curso por internet, reconoce que es difícil compaginar los estudios con esta profesión y más si vives en una gaming house. “Ahí no puedes”, dice.

El jugador del Team Queso rechaza especificar qué incluye su contrato, aunque precisa: “No soy autónomo”. “Obviamente hay jugadores que cobran más, hay jugadores que cobran menos, pero la media [en Hearthstone] se sitúa entre 250 y 300 euros al mes en España”, dice. Justifica, como el resto, que estos salarios bajos pueden aumentar gracias a las múltiples vías de monetización que pueden buscarse los jugadores, como “hablar con marcas para hacer colaboraciones, streamings, vídeos...”.

Los clubes y la liga se escudan en que hay contratos

Según el fundador de la liga LVP, cualquier equipo que quiera participar en una competición de la LVP necesita demostrar que sus jugadores “están bajo contrato”. El sector, que carece de convenio propio, se rige bajo el Estatuto de los Trabajadores. “La mayoría de esos contratos son laborales todos, en particular en las competiciones más importantes como la SuperLiga Orange de LoL”, dice Sergi Mesonero, aunque admite que en otras competiciones “pueda haber contratos puntuales, mercantiles”.

Desde el equipo Mad Lions explican a este medio que hacen “contratos laborales de 40 horas semanales”. El club de eSports compite en la LVP en tres juegos: LoL, Counter Strike: GO y Clash Royale. Sus jugadores entrenan todos los días, “una media de 6 horas al día, a nivel de entrenamiento dedicado. Las semanas que tenemos competición se tiene en cuenta para luego darles [a los jugadores] más días libres durante la semana”, continúa el club.

Movistar Riders, por su parte, asegura que sus gamers “tienen contrato laboral y, por lo tanto, están dados de alta en la Seguridad Social”. El equipo tiene sección de Counter Strike: GO, Call of Duty, FIFA, Hearthstone, LoL y Clash Royale. En total, unos 30 jugadores que compiten en uno u otro juego con unos contratos que, en ocasiones, “son laborales a tiempo parcial” y en otras, “a tiempo completo”. Dice el club que precisamente se dan así porque “no todos [los juegos] exigen la misma dedicación”.

Michael Doyle es director de KPI Gaming, un equipo formado en 2016 que compite en Counter Strike: GO, y celebra que “no ha habido un club que haya conseguido lo mismo en este juego en este tiempo. Ocho títulos este año”. La receta: trabajar como un equipo. El KPI Gaming tiene seis jugadores, uno de ellos suplente, y todos cuentan con contratos mercantiles. “El salario medio está entre los 800-900 euros”. Explica que como los eSports no están regulados por convenio, como otros deportes, “hay mucho por hacer, el tema de los salarios se ha metido hace muy poco”. Y precisa que los jugadores pueden ganar más gracias a “otros incentivos”. En su club cuentan con una gaming house, pero los jugadores no viven en ella, solo la utilizan para concentraciones antes de las competiciones, cuando entrenan durante “unos 15 días”.

Sobre cuánto ingresan los clubes, los equipos no dan cifras. Aunque Doyle explica que lo normal, en el caso de un patrocinador de perfil bajo es el pago de unos 1.000 euros al mes y en el caso de un patrocinador de perfil alto (que por ejemplo ponga su marca en el nombre del club) ronda los “8.000 o 10.000 euros al mes”.

Posibles falsos autónomos

Las condiciones laborales que describen los jugadores y el director del KPI Gaming incluyen situaciones que, según Adrián Todolí y Jesús Lahera, ambos doctores en Derecho y profesores del Derecho al Trabajo, presentan posibles irregularidades, como “riesgo de laboralidad” y un abuso de las jornadas laborales establecidas en los contratos. Los clubes se apoyan en un mínimo de horas y justifican el resto en tiempo de ocio que los chicos invierten en entrenar porque quieren, pero estas horas extras voluntarias son fundamentales para llegar a su nivel de competición. Y, en los casos en los que viven en la gaming house, los jugadores hablan de horarios superiores a las horas que les deberían corresponder por esos sueldos tan bajos (que en muchos casos no llegan a el salario mínimo establecido, de 707,7 euros en 2017).

Lahera y Todolí hablan del riesgo de que se estén vulnerando las normas en relación a la laboralidad, es decir, de que haya falsos autónomos en varias de las situaciones descritas. Todolí explica que en el caso de que los jugadores compitan de forma conjunta, en equipo, como sucede en LoL y Counter Strike: GO, “si entrenan bajo la disciplina del entrenador, eso es como un encargado, se obedecen órdenes”. Todo ello debería sustentarse en un contrato laboral, no de autónomo, en su opinión.

Además, según describen los jugadores y los propios directivos, la exclusividad y la disponibilidad que deben cumplir los jugadores para ir a cada competición fijada por el club también son indicios que permiten afirmar que “hay apariencias de ilegalidad” si existen contratos mercantiles, según los expertos. Como es lógico, dice que debe ser una inspección de trabajo la que averigue si los equipos están cumpliendo bien con las normas laborales.

¿Un salario máximo acordado entre clubes?

Tras un aviso anónimo a este medio de que la Liga y los clubes había impuesto un salario máximo a los jugadores en el juego LoL en la LVP, hasta tres de las personas contactadas por eldiario.es para este reportaje reconocen que en el sector se conocen estos salarios máximos, aunque se discrepa en la cifra: entre 1.200 y 1.500 euros. El fundador de la LVP niega este punto, así como los dueños de los clubes que compiten en este juego. Sergi Mesonero reconoce que hace un año hubo un debate sobre topes salariales entre algunos clubes, pero que “esto podía estar en un limbo legal que habría que analizar muy bien, porque en algunas ocasiones se podría estar considerando contra la competencia”.

Alan Hernández explica que “el máximo creo que es 1.200 euros y si cobras más de eso eres un jugador franquicia, el mejor jugador de un equipo. Como un Cristiano, para que nos entendamos”. Sergi Madrigal, por su parte, también conoce ese máximo. “La Liga ha puesto como máximo 1.500 euros con los clubes, creo que es así”. Y Michael Doyle, director del equipo KPI Gaming, también es consciente de que ese “límite salarial existe en LoL” y explica su razonamiento: los sueldos estaban subiendo, así que ese límite pretende que los equipos no puedan robarse jugadores en función de un precio que cada vez se dispare más, sino con otros valores como la calidad del club.

El equipo Mad Lions reconoce que su jugador franquicia es Werlyb, que juega en LoL. “No es por tiempo que lleve en la empresa o por duración, es simplemente porque es el jugador más reconocido y con más estatus”, dicen. El chico, de 20 años, cobra “un poquito más” que sus compañeros. Movistar Riders tiene otra versión de lo que supone esta figura. El club de Telefónica asegura que un jugador franquicia “no es un título o distinción que demos nosotros, sino algo que marca la permanencia en un equipo”. También dudan de que cobre más que el resto: “No implica que ganen más que sus compañeros. Es algo que decide más bien la afición, no el club”. Los dos conjuntos niegan que existan topes salariales en los eSports en España.

El laboralista Jesús Lahera explica que en España no hay salarios máximos, sí mínimos, y que entiende que “no se puede topar el salario de un trabajador, no puedes rebajar el salario al que un trabajador tiene derecho”. Por su parte, Todolí explica que, aunque en este tema no hay jurisprudencia, moralmente no es una fórmula adecuada que desde arriba se decida un sueldo máximo (que además no es muy elevado) que los chavales no pueden superar. Todolí cree que puede haber “un falseamiento de la competencia” que debería estudiarse y recuerda que la mayoría de estos chicos dejan los estudios muy jóvenes y acaban con 24 años habiendo tenido sueldos muy bajos en muchas ocasiones. “Hay un peligro social bastante importante”.

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