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¿Tienen las mujeres menos interés en el dinero? Claves del machismo financiero

La gestión de las finanzas personas es una asignatura pendiente de las mujeres, aunque no de todas.

Pilar Blázquez

¿De qué hablan las mujeres cuando están entre amigas? Responder a esta cuestión podría dar para varias tesis doctorales, pero si damos la vuelta a la pregunta la respuesta es mucho más fácil. Casi con toda seguridad las mujeres no hablan de sus finanzas personales. Las conversaciones sobre dinero, en concreto sobre cómo afecta a su situación personal, están en el último lugar de su interés. “El 56% de las encuestadas lo considera demasiado personal”, asegura el estudio Money Fit Women realizado por Fidelity Investment.

En pleno siglo XXI, mujeres que no tienen ningún pudor en hablar abiertamente de su tendencia política o sexual, por ejemplo, son casi incapaces de plantear una conversación sobre lo que implica para las finanzas familiares y personales tomarse una excedencia, ahorrar para el colegio de los niños o qué va a ocurrir con su pensión en el futuro. Tras este tabú se esconden estragos financieros que no son detectados hasta que es demasiado tarde: en caso de viudedad, divorcio o, generalmente, en el momento de la jubilación.

Como ha advertido la Comisión Europea, “las mujeres, solo por una cuestión de género, son un 12% más vulnerables” que los hombres en el riesgo de sufrir pobreza superados los 65 años. “Hablar de los temas financieros e implicarse en ellos a fondo es el primer paso para acabar con cualquier tipo de discriminación”, aconseja Isca Nogueras, experta en planificación fiscal de Optima Capital.

Porque ganar alrededor un 24% menos por hacer el mismo trabajo no es solo una injusta distinción que afecta a los ingresos en tiempo real de cualquier mujer. La brecha salarial también tiene perniciosas repercusiones en diferido. Menos salario implica menos cotizaciones y por lo tanto da derecho a prestaciones y pensiones públicas más bajas. Según un estudio de la Comisión Europea, La brecha de género en las pensiones, “las mujeres reciben prestaciones un 41% inferiores y una pensión pública un 34% más baja que la de los hombres”.

En este ámbito el futuro es aún más oscuro, si cabe. La última reforma legal que amplió en España el número de años necesarios para acceder a una pensión pública es una clara discriminación de género que atenta directamente contra el futuro financiero de las mujeres. “Se necesitan efectos correctores en el tratamiento de la mujer, ya que de lo contrario la exclusión femenina de las pensiones públicas será una realidad en pocos años. Sobre todo para aquellas que optan por ser madres”, asegura un informe dirigido por Nuria Chinchilla y elaborado por La Caixa y el IESE.

A esto se une que la crianza de los hijos, las excedencias por motivos familiares o el cuidado de personas dependientes expulsan a las mujeres del mercado laboral durante una media de 14,7 años, frente a 1,6 años en el caso de los hombres. Estos datos, recogidos por Optima Capital, tienen todavía en cuenta a las muchas mujeres que en los años 70 y 80 del siglo pasado abandonaron sus puestos de trabajo para cuidar a sus hijos. Una opción, que con el paso de las generaciones posteriores, cada vez es más inusual.

Riesgos indirectos de las medidas de conciliación

Riesgos indirectos de las medidas de conciliaciónLo que no cambia con el paso de las generaciones es que tal y como están diseñadas las actuales medidas de conciliación, tan aparentemente generosas con las mujeres, en realidad son una peligrosa arma de doble filo. Y es que cuando una mujer decide acogerse a la reducción de jornada o a un contrato a tiempo parcial los criterios que suelen sopesarse para tomar la decisión suelen ser muy cortoplacistas. ¿Quién de los dos miembros de la pareja tiene el sueldo más alto? ¿Quién tiene el puesto más elevado? ¿Podemos sufragar los gastos familiares con la reducción de suelo? En cambio, en escasas ocasiones se tiene en cuenta la repercusión futura para las finanzas de la mujer que eso puede representar. “Una estrategia razonable debería implicar que durante esos momentos de desconexión laboral, la unidad familiar se plantee aportar más dinero a un plan de pensiones o algún producto de ahorro a largo plazo de ellas, para compensar el sacrificio”, recomienda Isca Nogueras.

Pero, en la mayoría de los casos, ni las condiciones financieras familiares ni las convicciones personales están alineadas con esa intención. Las aportaciones al plan de pensiones de las mujeres (no así el de los hombres) suelen estar entre las últimas prioridades del presupuesto de cualquier familia. Mucho más durante esos momentos de mayor intensidad de gasto. Hipoteca, cuidado y educación de los hijos siempre están por delante. Las damnificadas por esas restricciones, de nuevo, son ellas. Las mujeres aportan alrededor de un 20% menos a los planes de pensiones privados, 1.798 euros frente a los 2.156 de media que aportan ellos, según los datos manejados por Abante Asesores. Eso se traduce en que tras la jubilación reciben un 41% menos.

La situación se agrava, teniendo en cuenta que las mujeres viven una media de cinco años más. “Solo por vivir cinco años más ya deberían ahorrar un 35% más”, asegura Belén Alarcón, responsable de Asesoramiento Patrimonial y Planificación Financiera de Abante.

Aquí es donde se entra en otro terreno pantanoso. Las mujeres son conocidas por ser unas excelentes gestoras de las finanzas familiares y del ahorro. En el 91% de los casos, son las encargadas de asumir la gestión económica de la compra doméstica del hogar y el ahorro. Estos datos, extraídos de un estudio realizado por UBS (Couples and money: Who decides?), muestran que para todo lo demás el liderazgo de las decisiones económicas en la familia sigue estando en el lado masculino. En el 40% de los casos es el hombre quien asume las decisiones de inversión. De manera conjunta solo se toman en el 28% de los casos, y apenas un 16% de las mujeres las asume en solitario. Pero como recuerda Alarcón, “ellas suelen ser las que ahorran pero conviene advertir que el ahorro tradicional de meter el dinero bajo el colchón o incluso en depósitos no suele ser la mejor solución para asegurarse un futuro holgado financieramente. La inflación juega en contra, por ejemplo”, comenta. 

La situación es mucho más descarada si nos centramos en quién gestiona las inversiones puramente financieras (excluyendo vivienda y vehículos). Éstas recaen en el 80% de los casos en manos del hombre. “En más ocasiones de las deseadas llegan viudas y divorciadas que apenas tienen claro qué cuentas hay a su nombre o las repercusiones que tienen las inversiones de sus maridos”, asegura la directiva de Abante. La casuística en este ámbito es inmensa. Desde deudas desconocidas que dejan sin patrimonio a las viudas, hasta inversiones de alto riesgo con consecuencias directas para la manutención de lo hijos. 

Cuentas separadas

Aunque no lo parezca a estas alturas de siglo, otro de los grandes hándicaps que pesan sobre las finanzas de las mujeres es su falta de independencia, A pesar que aportan alrededor del 40% de los ingresos de sus hogares, apenas el 19% de los matrimonios están en régimen de cuentas separadas y solo el 16% de las mujeres toman las decisiones de inversión de forma individual.

La buena noticia es que cada vez más las mujeres están haciendo caso, de forma consciente o por intuición, de uno de los principales consejos del gurú financiero estadounidense David Bach: “No es ni práctico ni seguro confiar en que el hombre de tu vida cuidará de tus finanzas”.

Tal y como recoge estudio “Mujeres y decisiones de Inversión” de Abante Asesores, el futuro rezuma optimismo. “Entre las mujeres 'millennials' (menos de 30 años), el 31% son las responsables de las decisiones financieras del hogar, frente al 11% de la Generación X (nacidas entre 1970 y 1980), el 9% de las Babyboomers (nacidas entre 1942 y finales de los 1960) o el 1% de las generaciones más maduras.

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