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Grecia comienza de madrugada el desalojo forzoso del campo de refugiados de Idomeni

Una familia de refugiados lleva sus pertenencias durante la operación policial en el campo de refugiados improvisado en la frontera entre Grecia y Macedonia, cerca del pueblo griego de Idomeni. | Yannis Kolesidis / ANA-MPA a través de AP

Alba Aragón Álvarez / Patricia Ruiz

La policía griega ha comenzado esta madrugada a desalojar el campamento de Idomeni, en la frontera con Macedonia, donde se encuentran más de 8.400 refugiados. Según cuenta un portavoz de la Policía griega a EFE, hacia las 11 de la mañana del martes ya han salido seis autobuses con más de 300 refugiados. Cinco de ellos habrían ido a nueva nueva instalación en Sindos y el quinto a Derveni, centros oficiales controlados por el Gobierno griego.

Desde primera hora de la madrugada, cientos de policías, muchos de ellos agentes antidisturbios desplazados desde otros puntos del país, han bloqueado el acceso al campo y han exigido a los medios y a los voluntarios de las organizaciones internacionales que trabajaban en Idomeni que abandonaran el lugar.

“Estamos en el acceso del puente, a unos 8km del campo, y no nos dejan entrar. Se está formando aquí un tapón de unas 150 personas, entre periodistas y activistas. Nuestros compañeros nos han dicho que, de madrugada, empezaron a desalojar a todos los voluntarios, amenazándoles con ser detenidos si no cooperaban. Se les condujo pacíficamente afuera del campo, en donde estamos todos ahora esperando, y hacia las nueve de la mañana ha comenzado el desalojo de las familias”, explica a eldiario.es Marc García, voluntario en Idomeni desde hace varios meses.

A Johanna, voluntaria en Idomeni de Bomberos en Acción, la policía secreta no consiguió identificarla hasta primera hora de la mañana. Pasó con los refugiados la que sería, para varias familias, su última noche en Idomeni. “Están todos abatidos, con los ánimos bastante bajos. Hasta ayer mismo intentaban hacer vida normal, porque tenían la ilusión de quedarse allí, pero cuando empezaron a echarnos a todos, se hicieron a la idea”, explica a eldiario.es.

Traslado a una nave industrial

Grupos para al defensa de los Derechos Humanos, entre ellos la agencia de Naciones Unidas ACNUR, ya alertaban en la tarde de ayer sobre la viabilidad de los planes del Ejecutivo heleno para acometer el desalojo del campo sin disponer previamente de plazas suficientes en los centros de detención para realojar a los refugiados.

Este miércoles, las sospechas de los voluntarios y activistas se han visto confirmadas tras comprobar que algunos de los refugiados forzados a abandonar esta madrugada el campamento de Idomeni habían sido trasladados a naves industriales. La alternativa ofrecida por las autoridades helenas se limita a unas tiendas militares numeradas que se extienden a lo largo de la nave del polígono.

Además, voluntarios de Bomberos en Acción han explicado a eldiario.es que las autoridades griegas han procedido esta tarde al desmantelamiento del campo. Tras el desalojo, algunas excavadoras han entrado en el campamento para barrer las tiendas de campaña que hasta hace unas horas cobijaban a cerca de 8.400 refugiados.

Ocho operarios de MSF para más de 8.000 personas

La policía griega ha dejado pasar “con cuentagotas” a algunos trabajadores de “cuatro o cinco” ONG, según explican los voluntarios expulsados del terreno. Entre ellos, se encuentra parte del equipo de Praxis y de Médicos Sin Fronteras. Estos últimos, han confirmado a través de su cuenta de Twitter que, por el momento, la evacuación se está produciendo con “calma” y sin altercados.

“Nos preocupa saber cómo vamos a facilitar atención médica y asistencia a todas estas personas con solo ocho miembros de nuestro personal dentro del campo”, dice Vicky Markolefa, jefa de comunicación de MSF en Grecia. Ocho profesionales sanitarios para atender un terreno en el que se encuentran más de 8.000 personas. “Estamos viendo cómo vamos a limpiar el campo estos días, porque nuestro personal de limpieza tampoco ha podido pasar”, añade Markolefa.

Una amenaza palpable

El desalojo del campo nacido de forma improvisada tras el cierre de las fronteras de Macedonia en febrero, se había convertido en las últimas horas en una amenaza palpable. Además de la llegada de refuerzos policiales, el gobierno heleno había cortado el flujo de suministros al campo, algo que había llevado a algunos refugiados a resignarse a ser traslados a los centros de detención gubernamentales.

“Como han ido estrangulando la parte de alimentación, agua, leche, la gente se ha ido yendo. Al principio nadie quería irse en los autobuses a centros de detención oficiales y según han ido viendo que la cosa se pone fea hay más gente que accede y voluntariamente se va en los autobuses”, explicaba este lunes a eldiario.es Elena Sobrino, médica-pediatra que junto con la ONG Bomberos en Acción atiende a los refugiados del campo.

Desde el domingo, la asociación había tenido cada vez más problemas para efectuar junto con otras ONG como ACNUR o Médicos Sin Fronteras el reparto diario de comidas. Incluso, en los días de controles policiales más rígidos había personas que no habían tomado nada hasta la cena, señalaba Sobrino.

El portavoz del Gobierno para asuntos de refugiados, Yorgos Kyritsis, ha explicado en los últimos días que la operación de desalojo será similar a la ocurrida hace unas semanas en el puerto de Pireo, en cuyo campamento improvisado llegó a haber más de 5.000 personas, la mayoría de las cuales fueron trasladadas a centros organizados, con vista a desalojar los muelles del puerto durante la temporada turística, según ha podido saber EFE.

“No queremos irnos”

Kyritsis ha añadido que el Gobierno se ha dado una semana para evacuar Idomeni: “si se trasladan hoy 1.000-1.500 personas sería lo ideal”, afirma. Desde Idomeni se ha trasladado ya en los últimos 15 días a unas 2.000 personas a otros centros recién estrenados en el norte de Grecia, ha explicado Kyritsis en una entrevista a la cadena de televisión privada Skai. Pero no todos los refugiados están por la labor.

A pesar de la larga lista de virtudes enumeradas por el Ejecutivo heleno acerca de los centros oficiales, muchos de los habitantes de Idomeni se niegan a abandonar el campo. “La gente no está contenta en los campamentos oficiales, pues ofrecen solo las cosas básicas: tres comidas al día, sin escuelas para todo el mundo... No es vida, allí no tenemos nada que hacer”, denunciaba este lunes Lopalin, una refugiada siria que trabaja desde hace algún tiempo como traductora para Bomberos en Acción. Su objetivo era volver a intentar cruzar la frontera esta noche con un grupo de otros 300 refugiados que se encontraban en Idomeni.

Irse puede significar, para muchos de ellos, tirar la toalla. Algunos mantienen aún la esperanza de la que la frontera con Macedonia pueda abrir, pese a que el Gobierno de Macedonia ya anunció el cierre definitivo de las fronteras hasta, como mínimo, finales de año.

Reabrir el tráfico ferroviario

Hace meses que miles de personas viven hacinadas en el campo de refugiados de Idomeni, en el que malviven cerca de 8.500 personas desde que en febrero quedara sellada la ruta de los Balcanes. En su momento álgido llegó a acoger a más de 11.000 refugiados y migrantes, muchas de ellos niños y mujeres embarazadas. Pero ni el frío (del que los refugiados apenas se podían resguardar por la precariedad de sus tiendas), ni las malas condiciones higiénicas motivadas por los lodazales de barro que se formaban durante la temporada de lluvias o los problemas respiratorios –que afectaron a centenares de menores por la combustión de plásticos– incentivaron entonces la acción gubernamental.

Ahora, el Ejecutivo heleno ha transmitido su intención de reabrir el tránsito férreo en la región. La ocupación de los vías del tren por los refugiados ha llevado al Gobierno a reconducir los trenes por camino alternativos, lo que genera costes extras. En estas mismas vías se produjo el último enfrentamiento con la policía de Macedonia que intentó dispersar a una multitud de migrantes con gases lacrimógenos y bombas aturdidoras.

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