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Sobre este blog

Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

No hay memoria sin feminismos, no hay feminismos sin memoria: Mujeres Libres 80 años después

Cartel de Mujeres Libres atribuido a Baltasar Lobo.

Carme Bernat Mateu

La organización de mujeres anarquistas nació en Madrid durante la primavera de 1936, con la aparición de su revista homónima. Las libertarias Amparo Poch, Lucía Sánchez y Mercedes Comaposada fueron sus principales impulsoras. El grupo se amplió mediante la fusión del Grup Cultural Femení de Barcelona, nacido en 1934, con el grupo madrileño que ya había iniciado la publicación de la revista y la expansión de las agrupaciones por el centro de la península. El crecimiento del colectivo aumentó notablemente, hasta que consiguieron alrededor de 28.000 asociadas y unas 170 agrupaciones durante la Guerra Civil.

La Federación Nacional se creó hace ochenta años en Valencia en su primer congreso, entre el 20 y el 22 de agosto de 1937 en su local situado en la Calle de la Paz, 29. Las militantes definieron la fundación de la federación como “un acontecimiento histórico”, a partir del que se buscaba “crear una fuerza femenina consciente y responsable que actúe como vanguardia de la Revolución”. De hecho, en este congreso se declararon como el primer caso de una organización política femenina. Como acto de clausura del Primer Congreso Nacional, se celebró un mitin en el teatro Apolo de Valencia que contó con la participación de Federica Montseny, primera mujer ministra de la historia del Estado español, quien declaró: “A la Federación Mujeres Libres le toca cumplir una gran labor revolucionaria”. En conmemoración de este aniversario, la Confederación General del Trabajo (CGT) ha organizado entre el 8 y 10 de septiembre en Madrid unas jornadas de formación que contarán con la participación de reconocidas historiadoras sobre esta cuestión.

Autónomas pero muy cercanas al resto de grupos anarquistas, Mujeres Libres se alimentaba tanto de los ideales y recursos, como de las acciones y esperanzas que nacían en el seno de la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL). A pesar de sus fuertes vínculos, la organización femenina no fue admitida como rama autónoma dentro del movimiento libertario. Los motivos giraban en torno a la desunión que su entrada podía suponer, generada mayoritariamente por la hostilidad existente con la FIJL. La crítica y la escasez de cooperación que recibieron del resto del movimiento hizo que las militantes lo atribuyeran a la perdurabilidad de prejuicios machistas y a la aversión de dejar en manos de mujeres tareas consideradas de dominio exclusivo del hombre.

La causa de Mujeres Libres perseguía nuevos matices, como la máxima expresión de la humanidad libre y del ideal libertario, pero acentuando el “humanismo integral”. Impulsaban la equiparación humana, el equilibrio entre la esencia social de los hombres y las mujeres y fueron predecesoras del actual feminismo de la diferencia. Pretendían motivar una aportación femenina a lo que consideraban un mundo tremendamente masculinizado. Las finalidades de la organización eran: emancipar a la mujer de la triple esclavitud a la que estaba sometida (de mujer, de ignorante y de productora), crear un colectivo consciente y responsable que actuara como vanguardia de la revolución (siempre en relación con el resto del movimiento libertario) y combatir la ignorancia a la que las mujeres estaban subordinadas para preparar una poderosa aportación femenina a la tarea revolucionaria.

En este sentido, realizaban múltiples trabajos para la capacitación femenina en la dirección emancipatoria, además de las actividades de retaguardia, que cobraron una gran importancia por la coyuntura bélica. Organizaron numerosos cursos que trataban desde la alfabetización de las mujeres hasta su capacitación profesional (enfermería, puericultura, taquigrafía, mecanografía, comercio, avicultura, mecánica, electricidad, formación social, defensa pasiva y cultura general). El programa de actividades culturales también fue amplio, organizando exposiciones, bibliotecas ambulantes, conferencias informativas y participación en programas radiofónicos, entre otros.

En el ámbito laboral crearon bolsas de trabajo femenino y colaboraron en la apertura y la gestión de casas de maternidad. Y también promovieron otras iniciativas como el primer anteproyecto de ley del aborto de ámbito estatal o los liberatorios de prostitución, que fueron asumidas por el Ministerio de Sanidad gestionado por Federica Montseny. Pero el funcionamiento de Mujeres Libres se truncó con la victoria franquista en la Guerra Civil. Durante el mes de febrero de 1939, las militantes más implicadas salieron al exilio, dispersándose por diferentes zonas de Francia y Latinoamérica.

A pesar de la breve experiencia de la organización, Mujeres Libres anticipó hace 80 años algunos debates de actualidad. Algunas posturas de la polémica sobre la maternidad subrogada, aspecto tan discutido en el presente, se relacionan con la apuesta de Mujeres Libres por la maternidad consciente. La cuestión sobre la situación de los hijos e hijas en familias donde los padres ejercen violencia machista, visibilizada en casos como el de Juana Rivas, también nos muestra los puentes del feminismo actual con Mujeres Libres. Estas anarquistas consideraban que el entusiasmo y pureza natural en los niños y las niñas debía mantenerse ante todo, protegiendo una niñez digna frente a las denominadas contaminaciones exteriores como la Guerra Civil que ellas vivieron o la violencia machista que ahora se debate.

Por último, con estos ejemplos se pretende mostrar que los feminismos actuales hunden sus raíces en corrientes de emancipación femenina ya presentes desde principios del siglo XX. Los antecedentes de los feminismos del presente no se encuentran solo en conocido sufragismo o demanda del voto femenino. En el caso del Estado español, el feminismo histórico fue en gran medida de carácter obrero y estuvo estrechamente ligado a culturas políticas socialistas.

Una parte importante de las reivindicaciones feministas que provocaron incomprensión o rechazo hace ochenta años, han sido asumidas en la actualidad. Quienes trabajaron en Mujeres Libres lucharon duramente por la revolución social y por la importancia de las mujeres en ella, sufriendo a continuación la represión franquista. Por todo ello, es necesario recordar, agradecer y difundir los esfuerzos de grupos como Mujeres Libres por crear un mundo nuevo. La memoria histórica ha de ser también memoria feminista.

Pero contra el patriarcado queda mucho por hacer. Grandes debates planteados por las mujeres anarquistas de principios de siglo siguen abiertos y muchas de sus demandas continúan siendo hoy las nuestras. Es vital continuar reivindicando, cuestionando y creando nuevas posibilidades para las generaciones futuras. Como dijo una de las militantes de Mujeres Libres: “Nuestras alas truncadas, pero alas al fin, son un tesoro inapreciable. Con ellas, hasta en la noche hay luz. La desgracia hubiera sido haberlas perdido. O no haberlas tenido nunca”.

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