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La empanada sanitaria de Guillem López i Casasnovas

Ramon Serna

El pluriempleado economista del sistema Guillem López i Casasnovas hace un tiempo que inunda diarios con descalificaciones hacia quienes él llama “demagogos de la politiquería sanitaria”. Se une así a la patronal sanitaria que, constituida en lobby, visitó las diferentes fuerzas políticas durante los días previos al último debate parlamentario sobre la situación sanitaria. Parece que está haciendo méritos para sustituir Boi Ruiz en la Consejería. Particularmente cínico es su último escrito en el diario Ara, donde mezcla la CUP y el Cafèambllet hasta producir un brebaje asqueroso. Como he trabajado intensamente tanto con la CUP como con el Albano y Marta del Cafèambllet, les pido permiso para entrar en la cocina y delatar la empanada del modelo sanitario catalán que este señor defiende, tan difícil de hacer entender a los profanos y rellena de falsos supuestos, nada que ver con la exquisita quesada de su tierra menorquina.

Pocos números del Cafèambllet, y menos el libro Artur Mas: dónde está mi dinero, debe haber leído cuando mantiene que el Departamento de Salud se responsabiliza de la gestión de los servicios sanitarios contratados. Una de las insistencias de Albano ha sido repetir la respuesta parlamentaria del exconseller Eduard Rius a la diputada Imma Mayol donde reconocía que la Generalitat no financia directamente los centros de la Red Hospitalaria de Utilización Pública (ahora Siscat) que no son del ICS, y por tanto no dispone de la información de sus subcontrataciones, lo que contradice el cumplimiento del ítem asunción por parte de la administración de las responsabilidades últimas con la ciudadanía y demuestra la huida del derecho administrativo reconocida por todo tipo de instancias oficiales. Tan últimas deben ser las responsabilidades asumidas por la Administración que aún están por llegar. Por poner un caso, no ha llegado ninguna sanción al impresentable Maestro de León, que no operó Justiniano Villarán por la Seguridad Social “porque no le salía de los cojones”. Para aleccionar sobre lo que es y lo que no es la privatización, nos quiere hacer creer, ni más ni menos, que ni la misma Thatcher privatizó la sanidad pero que no tocó la yema del huevo que hace que una sanidad sea pública. ¡Que las quesadas no se religa con huevo, ilustre profesor, sino con grasa! No nos habla, en cambio, del exquisito nivel de transparencia administrativa de la sanidad británica, nada que ver con la que, a pesar de las recientes modificaciones, tenemos en la catalana.

Pero cuando miente de forma más burda es cuando afirma categóricamente que en las formas de concertación sanitaria nunca se ha aceptado ninguna entidad con ánimo de lucro que cotice en bolsa o reparta dividendos. Increíble. ¿En qué país vive el señor López-Casasnovas? Una de las más favorecidas entidades en la actual fase del proceso de privatización catalán es IDC-Quirón, controlada por fondos especulativos que, evidentemente, reparten dividendos y tiene tres hospitales netamente privados que forman parte del SISCAT como fórmula para ser salvados con dinero público. Cuando, desde el hospital de Girona, denuncié, en nombre de mi sindicato, un médico que abandonaba su trabajo público para ir a realizarlo a la privada en la Clínica Girona, una empresa mercantil que podríamos considerar cofundadora de la XHUP, nos llovieron críticas de todos los lados, principalmente de determinado corporativismo que no tiene nada que ver con el supuesto corporativismo que, según Casasnovas, no quiere los consorcios porque perdería privilegios. Pero, mira por donde, conseguimos la complicidad de la dirección del hospital público. ¿Qué diría el señor Casasnovas que pasó? Creo que no diría nada, como no dijo nada cuando nos cayó encima la crisis por mucho que él aconsejaba, y sigue aconsejando, el Banco de España. Le diré yo: los responsables de la Administración sanitaria sustituyeron el gerente, el director médico y el director de recursos humanos del Trueta por otros cargos más dóciles a los reales objetivos del modelo sanitario catalán, es decir, favorecer la privatización. En efecto, la productividad de los funcionarios (es así como Casasnovas llama también los empleados públicos de la sanidad, sabiendo que no son funcionarios, simplemente como forma de insulto) disminuye a medida que el interés de la administración se concentra a favorecer las entidades privadas con ánimo de lucro.

El señor Casasnovas, por muchos cargos y sueldos que tenga, por mucho que la prensa más oficial lo pasee, no puede poner en duda la tesis doctoral de Raquel Gallego Calderón que define el modelo sanitario catalán como un mercado relacional en base a relaciones bi y multilaterales de confianza a largo plazo y de poder. Un mercado en el peor sentido de la palabra bajo mi punto de vista. Para defender el modelo sanitario catalán, Casasnovas dice que la sociedad civil, para él la Iglesia, las mutuas, otras privadas tuvo que cubrir la deficiente atención en Catalunya por parte del malvado INP, la Seguridad Social, para entendernos mejor . Sin ánimos de salvar esta institución franquista, hay que decir que el INP construyó los grandes hospitales que actualmente gestiona el ICS, concertando subsidiariamente, es decir salvando, instituciones sanitarias de la Iglesia, Mutuas, otros privadas. Y la Generalitat dijo basta a los hospitales de gestión plenamente pública, que no se podía atentar contra la sanidad concertada, y entregó, por poner un caso, el hospital de Vic, construido con dinero público, a un consorcio público- privado, con el consejero delegado de una curtiduría de Mora de Ebro a su Consejo Rector, que ya me diréis qué pinta.

No es necesario que Casasnovas busque coincidencias suyas con la CUP. Son inexistentes. La sociedad cooperativa de que habla la CUP no tiene nada que ver ni con la Iglesia ni con las Mutuas que él considera sociedad civil. Y si el brebaje de la CUP no le va bien, y en cambio la gente lo quiere testar, tenga en cuenta que suficiente indigestats estamos nosotros con treinta y cinco años de esta empanada. Poco riguroso es decir que la empanada fue cocinada por todas las fuerzas políticas. El mismo consenso obtuvo la transición española y bastante que está siendo cuestionada. Y si cree que en la CUP son pocos para hacer avanzar en el camino de la construcción de una sanidad 100% pública, cuente que si tuviéramos una democracia de verdad, lo de una persona un voto, entre otros ingredientes, Junts pel Sí, que ya no es CDC sino algo un poco más hacia la izquierda, sólo tendría 54 diputados, la CUP 11, y quizás CSQEP sería también necesaria para gobernar. El hecho es que, le guste o no, ahora hay muchas diputadas favorables a un cambio de modelo sanitario que, por primera vez, muchísimas personas, y no sólo de la CUP, hemos visto posible que tendremos que decidir en un proceso constituyente que debe empezar ya, porque ya no quieren ser gestionadas por personajes a los que no afecta la crisis porque éste y no otro es el objetivo del modelo que han fabricado.

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