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“Para algunos empresarios de Barcelona el tráfico de esclavos fue la vía para acumular su primer capital”

Martín Rodrigo, profesor de Historia Contemporanea en la UPF

Pau Rodríguez

Antonio López, Marqués de Comillas, cuenta desde hace más de un siglo con una estatua en Barcelona. En ella, sin embargo, no se puede leer que este prohombre empezó a amasar su fortuna con el tráfico de esclavos en Cuba, a mediados del siglo XIX, cuando esta práctica era ya ilegal. Su caso no es el único que existe en la capital catalana, aunque no es fácil para los historiadores seguir el rastro de unos capitales que se generaron con una actividad fraudulenta: la trata de personas. Uno de los que lo ha intentado es el historiador Martín Rodrigo, que coordinó recientemente el libro Negreros y esclavos. Barcelona y la esclavitud atlántica (XVI-XIX).

Este profesor de Historia Contemporanea de la UPF es uno de los que mejor conoce la trayectoria del Marqués de Comillas, cuyo monumento se retira este domingo de la vía pública. El Gobierno de Ada Colau se comprometió a ello en su programa electoral y, a partir de ahora, lo que habrá en la plaza es un plafón que recuerde la figura del que ha sido uno de los negreros más emblemáticos de Catalunya. La estatua, levantada en 1884, se almacenará en el Museo de Historia.

¿Quién fue Antonio López López?

Es un claro ejemplo de hombre hecho a si mismo. De origen humilde, emigró a México y después a Cuba, donde consiguió hacer dinero. Cuando llegó a Santiago, donde estuvo más tiempo, alquiló un espacio para montar un negocio y se casó con la hija del dueño, que era de Barcelona. Por eso al volver de Cuba, como muchos otros indianos, se instaló en la ciudad pese a que él era de Comillas (Cantabria). A partir del dinero acumulado allí, López fundó varias empresas hasta su muerte.

Parte de la riqueza que acumuló en Cuba se debe a su participación en el tráfico de esclavos en la isla, ¿no es así?

Hay dos fases en su trayectoria. En la inicial, en Cuba, estuvo vinculado al mundo de la esclavitud y a su tráfico. Está demostrado que participaba recogiendo esclavos africanos en las costas de Cuba y que los vendía a distintos puntos de la isla. Esto había sido declarado ilegal desde 1820, pero él se dedicó a ello entre finales de 1840 y principios de 1850. Lo que hacía era absolutamente ilegal y estaba penado. Por eso los barcos negreros no atracaban en los puertos para descargar los esclavos, sino en distintas playas. López era consignatario, la figura clave para recoger los alijos. Y también para legalizar los cargamentos de personas corrompiendo a funcionarios. La trata fue la actividad que más réditos le proporcionó a López, aunque no fue la única, también acabó siendo propietario de varios ingenios.

Los ingenios (plantaciones de azúcar) empleaban a menudo mano de obra esclava. Pero a diferencia del tráfico de personas, que se prohibió en 1820, la esclavitud no se abolió hasta mucho más adelante.

La economía cubana del XIX se basaba, aparte de algo de tabaco y café, en la caña de azúcar, donde abundaba la mano de obra esclava. Cuba fue uno de los grandes mercados de esclavos, aunque durante ese siglo el mayor fue Brasil. En la cronología de la abolición, la esclavitud en Cuba no se acaba hasta 1886. Por lo tanto, durante muchos años era ilegal importar esclavos, pero una vez en la isla, y procurándoles documentación con prácticas fraudulentas, se legalizaban. España fue, de hecho, el último país europeo en abolir la esclavitud, en 1886.

Si era ilegal, ¿cómo pudieron importar tantos esclavos durante tantos años? En su libro citan medio millón de personas entre 1820 y 1866.

Es difícil de responder. Los interesados en perseguir el tráfico eran los británicos, con los que España tenía un tratado bilateral, porque ellos habían prohibido el negocio negrero a sus comerciantes desde hacía años, así como hicieron también los Estados Unidos más tarde. Pero las autoridades españolas sabían que si rompían el tráfico de esclavos, ahogaban la economía cubana, que era más rica que España. Es un caso muy curioso: tras la pérdida del imperio, España conservó una colonia que tenía un crecimiento mayor que la metrópolis, hasta el punto que el primer ferrocarril se construyó allí (el segundo, entre Mataró y Barcelona). La economía cubana generaba muchas ganancias y necesitaba esclavos, con lo que las autoridades españolas acabaron sorteando su propio compromiso de poner fin al tráfico.

Sí fue significativa, sin embargo, la dimensión que adquirió el personaje en sus negocios e influencia, hasta el punto que sigue teniendo una estatua a día de hoy en el centro de la ciudad. ¿Por qué?

Lo primero que hizo fue fundar una empresa naviera, en la que él era el principal de seis socios, y donde el capital fundacional era esencialmente acumulado en Cuba y en buena medida procedente del tráfico negrero. López tuvo buena visión de negocio, y en un momento en el que el vapor empezaba a desplazar a la vela, hizo la línea de vapores que conectaban Alicante con Marsella. Su naviera se convirtió en la primera española gracias a un contrato para llevar soldados a la guerras de Santo Domingo o de Cuba. En ese momento, uno de los problemas del Gobierno era acabar con la guerra, pero no tenía recursos y contrató un préstamo que dio pie a la creación del Banco Hispano-Colonial, del que fue primer presidente el Marqués de Comillas. Esa fue una segunda oportunidad de hacer negocio con el Estado con un trasfondo colonial cubano, porque era el banco el que controlaba las aduanas de Cuba.

Al llegar a Barcelona, los indianos se encontraron una ciudad perfecta para las inversiones, que acababa de derribar las murallas para construir el Eixample y que estaba en plena industrialización.

Barcelona era entonces el puerto más importante del conjunto español, era la única ciudad propiamente industrial, y eso fue causa de que muchos indianos la escogieran como lugar al que regresar. Porque muchos no eran de Barcelona. El propio López era de Comillas; los Goytisolo, del País Vasco… Barcelona era ideal para reproducir los capitales adquiridos en Cuba. Además, la construcción del Eixample coincide con la Guerra de los 10 años de Cuba, por lo que se produce una clara huida de capitales desde la isla hacia Barcelona. Era un lugar en el que hacer muy buenos negocios.

Más allá de Antonio López, ¿cuáles fueron las familias que más dinero amasaron con el tráfico de esclavos?

Un caso parecido es el de Josep Canela Raventós, que coincidió con él en distintos bancos. Era uno de los principales negreros de Pinar del Río. Josep Carbó, de Sant Feliu de Guíxols, era el gran negrero de Matanzas. El tema es que como la actividad era ilegal, cuesta encontrar los nombres. Otro nombre fue Jaume Tintó, que hizo fortuna en México y que al volver operó desde el puerto de Barcelona con una flota de 15 barcos negreros. Hay muchos nombres ligados a esa actividad.

Hay incluso ascendencia de apellidos de personalidades públicas a día de hoy: los Goytisolo, Vidal-Quadras, Güell…

De estos tres sabemos que usaron mano de obra esclava en sus fincas, pero no se ha demostrado que participaran directamente en el tráfico desde África. De Joan Güell sí sabemos, sin embargo, que fue un gran defensor de la esclavitud hasta el final. Presidió el Círculo Hispano Ultramarino de Barcelona, que defendió la esclavitud incluso hasta cuando nadie en Europa lo hacía, hasta 1870.

Uno de los Güell, Eusebi, el que fue mecenas de Gaudí, se casó con la hija de Antonio López. ¿Era habitual en Barcelona la relación entre indianos?

Cuando volvían reproducían las relaciones sociales establecidas en el mundo colonial, por eso encontramos multitud de empresas con preponderancia de indianos, aunque también se incorporaban a la burguesía catalana del momento.

Aparte del negocio, ¿también dedicaban su fortuna a fomentar la cultura y las artes? Lo digo porque el Ayuntamiento de Comillas recrimina a Barcelona que retiren la estatua a López pese a que este, más allá de ser negrero, financió algunas iniciativas culturales.

Es que López acumuló una de las grandes fortunas de su momento, era uno de los tres o cuatro hombres más ricos de la ciudad. Y sí, los mecenazgos que llevó a cabo fueron reales, pero tampoco hay que sacralizarlos. Por ejemplo, fue mecenas del escritor Jacint Verdaguer y financió la primera edición de su Atlàntida, pero a la vez se apropió del mito del escritor y de su éxito. No era un mecenazgo completamente altruista, aunque era frecuente que los negreros hicieran obra social con parte de su fortuna. Salvador Samá dejó en su testamento dinero para un colegio en Vilanova i la Geltrú que a día de hoy sigue llevando su nombre.

¿Se puede llegar a dimensionar el impacto que tuvieron los capitales de la trata de esclavos en la economía barcelonesa de la época?

En el estado actual de las investigaciones, no. Lo que sí sabemos es que para no pocos empresarios, el tráfico fue la vía para conseguir acumular su primer capital, que luego se invirtió en otras actividades no siempre vinculadas a la esclavitud. El que llegó a ser el hombre más rico de Cuba, Tomás Terri Adán, murió en París tras conseguir una gran fortuna que empezó con la trata. Cuando murió, el 75% de ella estaba en Estados Unidos. ¿Venía toda la fortuna del esclavismo? No. ¿Hubiera llegado hasta ahí este señor sin empezar con esa actividad? Nunca lo sabremos.

En su libro señala que otro activo en el que depositaban su dinero era al inmobiliario. ¿Cuántos pisos llegaron a tener las familias indianas?

Era algo relativamente extendido. Las grandes fortunas se situaban en la Rambla, el Paseo de Gracia, el Eixample… Los Goytisolo construyeron ocho o nueve fincas, y al morir dejaron una para cada uno de sus hijos, sobre todo en la calle Pelai.

Tras la retirada de la estatua de López, ¿quedarán en Barcelona otros monumentos y calles con reminiscencia esclavista?

Es que no hemos identificado todavía los legados arquitectónicos y materiales vinculados al tráfico de esclavos, aunque estamos en ello. Lo que está claro es que la estatua no es el único espacio de memoria relacionado con este tema. Están las casas donde vivían estas personas, la Casa Xifré, la estatua de Joan Güell… Hay que valorar hasta qué punto esto es un enaltecimiento de su figura, pero no nos corresponde a los historiadore hacerlo, nuestra opinión vale como cualquier otra.

¿Y cuál es su opinión sobre la retirada de la estatua del Marqués de Comillas?

Más allá del debate de si estatua sí o no, lo que hay que hacer es establecer espacios de memoria en los que se explique este fenómeno, donde se contextualice, como se ha hecho en Liverpool, Bristol, Nantes o Burdeos. Analizar las relaciones con el mundo de los esclavos, explicar cuál es el legado, todo esto no lo hemos hecho todavía. Nantes tiene un memorial que podría ser punto de referencia. Su puerto fue de salida de barcos negreros. Barcelona, en cambio, no lo fue tanto, tiene más que ver con los personajes que se enriquecieron vinculados a este fenómeno.

¿Cuándo acabó con el tráfico de esclavos en las colonias españolas?

Desde que se prohíbe la trata en 1820 hasta que esta finaliza, en 1866, pasan casi 50 años, en los que se descarga más de medio millón de esclavos en una isla relativamente pequeña. Era una actividad ilegal pero muy notable. Los británicos hicieron todo lo que pudieron en las costas africanas y caribeñas para interceptar barcos españoles, pero fue en 1865, cuando por un cambio legal se declaró el tráfico como piratería, cuando se puso punto final para ahogar a los traficantes.

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