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Comer a las 13:00 y cerrar el comercio a las 19:30: algunas ideas que baraja Catalunya para conciliar mejor

Los cambios propuestos empiezan en los centros de trabajo pero también afectan a escuelas e institutos

Oriol Solé Altimira

La racionalización de los horarios para equilibrar los tiempos de trabajo y los personales es un debate recurrente en España. Un grupo de expertos catalanes se ha propuesto convencer a administraciones, agentes sociales y sociedad civil de las bondades de una reforma horaria integral. Tras tres años de trabajo, este viernes han presentado sus propuestas a la Generalitat para que, de una vez por todas, Catalunya dé un paso firme hacia la europeización de los horarios. El Govern ha cogido el guante de los expertos y se ha comprometido a presentar antes del verano un pacto nacional para la reforma horaria.

El conjunto de medidas impulsada por el Consell Assessor para la Reforma Horaria tiene tres motores: el tejido productivo privado –empresas, oficinas, comercios, autónomos–, la educación –escuelas, institutos, universidades, FP y extraescolares– y los servicios públicos. Tampoco se olvidan las propuestas para el sector cultural, del ocio y el audiovisual (como, por ejemplo, que los programas de máxima audiencia televisiva terminen antes de medianoche).

En el ámbito laboral, la prioridad es salir antes del trabajo y pasar menos tiempo en la oficina. Las vías para hacerlo, a juicio del Consell Assessor, son compactar la jornada laboral y flexibilizarla cuando sea posible, así como hacer más breve la pausa para la comida: que no dure más de media hora y que empiece sobre las 13 horas. “La rigidez y el presencialismo laboral que ahora son una regla tendrían que ser una excepción”, valora la profesora de IESE y miembro del Consell, Núria Chinchilla.

De la oficina a la escuela

Chinchilla explica que los cambios se pueden implementar mediante acuerdos entre trabajadores y dirección en cada empresa, pero también a nivel de convenios colectivos sectoriales. Y que la Administración podría ayudar a fomentar una reforma de los horarios laborales, por ejemplo, otorgando más puntos en los concursos públicos a empresas a las que se reconozcan buenas prácticas en materia horaria.

Los cambios de hábitos no se limitan a la oficina, sino que también afectan a los centros de enseñanza y a las actividades extraescolares. En este sentido, entre las medidas que se han entregado a la Generalitat destaca avanzar la hora de comer en las escuelas e institutos a la 13:00 y una prueba piloto en los centros para organizar clases de 45 minutos y redistribuir así las pausas entre clases. El Consell también propone terminar antes las clases y avanzar los horarios de los extraescolares para respetar así el tiempo de convivencia familiar de tarde y noche.

“La reforma tiene que ser sincronizada. No tiene sentido abordar el cambio horario en las escuelas si no se hace antes en los centros de trabajo”, explica la socióloga Elena Sintes, que forma parte del Consell Assessor. Y es que, si los padres siguen en el trabajo a las 19:00, poco ayuda a la conciliación familiar que los niños terminen sus extraescolares a las 18:00. “No podemos rehacer los horarios escolares y extraescolares para dejar a los niños con la tele hasta que lleguen los padres”, añade la maestra Assumpta Baig.

Los expertos también proponen que sean los propios centros los que impulsen actividades lúdicas una vez terminado el horario lectivo. ¿Y las familias con problemas para pagar extraescolares? En este punto aparece otra vez la necesidad de actuación del sector público, por ejemplo con ayudas para financiar las comidas o las actividades extraescolares y garantizar la igualdad entre alumnos de centros públicos, concertados y privados.

Persiana bajada a las 19.30

Si hay un ámbito de la reforma horaria que se avecina complicado es el del comercio, un sector clave en Catalunya (aporta el 13% del PIB y emplea a unas 440.000 personas) y sujeto al conflicto entre pequeño comercio y grandes superficies y a continuos vaivenes legislativos: la Generalitat y el Ejecutivo central mantienen un choque abierto a cuenta de la liberalización horaria impulsada por el Gobierno de Rajoy. El Constitucional, además, anuló en diciembre varias limitaciones de horarios comerciales aprobadas por el Parlament, como la que obligaba a cerrar el día de Navidad.

Con todo, el Consell propone que los comercios cierren a las 19.30 horas y que se compacte la jornada para promover la compra durante el mediodía. “Hay que fomentar una franja horaria de compra responsable y sensibilizar a los consumidores: detrás del mostrador hay gente que tiene derecho a volver a casa temprano”, asevera el experto en trabajo Fabián Mohedano.

Desde el Consell instan a la Generalitat, además, a tener una actitud activa en la reforma horaria. En otras palabras, ir más allá de una campaña de publicidad y sensibilización institucional y fijar un calendario y un “momento cero” para implantar los cambios, con partidas presupuestarias e incentivos y ayudas fiscales.

“Una reforma horaria busca fomentar la igualdad, y esto quiere decir tocar elementos de la estructura de reparto de poder”, valora el sociólogo y miembro del Consell Assessor, Salvador Cardús, que prioriza que los cambios se adopten por consenso de los distintos actores sin olvidar la “capacidad coercitiva” de los poderes públicos. La pelota está ahora en el tejado de los políticos.

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