Una paciente con cáncer relata su espera de cinco días en el pasillo de urgencias del Hospital Universitario de Canarias

Gara Santana

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Belén Álvarez es paciente oncológica y actualmente recibe tratamiento para la remisión del cáncer de mama que padece. El pasado 5 de abril decidió acudir a su centro de salud tras encontrarse mal con dolor en el pecho y fiebre alta. Desde allí fue derivada al Hospital Universitario de Canarias (HUC) para que le atendieran y lo que pasó a continuación, que Belén describe como “esperpéntico”, fue una espera de cinco días “con sus respectivas noches”, en una silla de urgencias padeciendo, sin intimidad, su dolencia con otros pacientes que corrieron la misma suerte.

Belén entró en el pasillo de urgencias del HUC a las 10.00 horas del viernes y allí estuvo hasta el martes 9. La explicación que en aquellos momentos se le dio por su larga espera fue que debía ser derivada a planta en la especialidad de Neumología y que, en aquellos momentos, no había camas disponibles. Álvarez asegura que el primer día estuvo siete horas sin que se le administrase medicamento alguno para aliviar su dolor y se pregunta por qué “sabiendo que los casos urgentes son prioritarios tanta tardanza en una primera valoración médica”. La paciente preguntó el motivo y la respuesta del resto de compañeros de cubículo fue: “Van por los de las cuatro de la tarde de ayer”. 

Álvarez describe cómo en aquel cubículo de diez personas predominaba una suerte de sistema de status que dependía de si se disponía de silla o sillón reclinable, manta o botella de agua. “La intimidad médico- paciente brillaba por su ausencia. Todos escuchábamos los padecimientos de todos. Era deshumanizador”.

Al cabo de dos días en aquella convivencia improvisada, Belén entendió por qué muchos pacientes piden el alta voluntaria en esa situación y lo dice tomando aire para recordar el asunto de la higiene. “Si pasaba algún incidente como el de una señora se le salió todo el orín de la sonda, poníamos nosotros mismos una manta para que empapara y así no caernos”, relata. “Pero, los baños”, continúa “esto sí que era duro, yo vi con mis propios ojos, un baño lleno de mierda por el suelo y las paredes, y no sólo un día, esta situación se repetía”. 

Este hecho fue un punto de inflexión en la historia de Belén en su estancia en el HUC, al día siguiente, un familiar suyo presentó una reclamación al Servicio de Urgencias. Después de esto, la trasladaron a una zona de observación “y dormí una noche en una cama, me duché y por supuesto el trato y servicio no tenían nada que ver con lo vivido hasta ese momento”. Por fin había subido en el escalafón pues del sillón pasé a una cama en un habitáculo separado por cortinas que ya da una cierta privacidad. Un logro“, ironiza.

Belén salió de aquella experiencia con la convicción de que hace falta más personal, mejor pagado, más conciencia social “y junto a la profesionalidad añadir algo más de humanidad, más ponerse en lugar del otro”, pero le preocupa que se normalice esta situación. “Las cosas las conseguíamos los trabajadores luchando en la calle, yo he luchado mucho para conseguir mejorar la enseñanza de todos nuestros hijos”, reclama.

Desde este periódico hemos querido saber cómo viven los profesionales sanitarios del HUC las situaciones descritas por Belén Álvarez. No niegan ninguna de ellas y fuentes de los trabajadores nos cuentan que “el problema de camas en el centro hospitalario es gravísimo, entre otras cosas porque muchas camas están ocupadas por pacientes que lo que realmente necesitan es estar en un centro sociosanitario”, denuncian. “En esas circunstancias, enfermeros y enfermeras se las arreglan para acondicionar habitáculos donde puedan aguardar los pacientes, incluso en casos muy duros donde ya se seda a pacientes que esperan la muerte y como podemos les habilitamos una zona donde su familia pueda despedirse con cierta intimidad”.

Este periódico también ha querido conocer la versión del propio HUC y hemos contactado con su departamento de prensa que asegura que “el centro hospitalario está estudiando lo ocurrido”.

Del relato que Belén hace de los cinco días de espera se ha desprendido una queja presentada al Diputado del Común y el asunto ha trascendido al Parlamento de Canarias, colándose en la sesión de un pleno donde se debatía la situación de la sanidad en el archipiélago en el contexto de un debate público en el que se lanzan interrogantes sobre la calidad de vida en Canarias tras batir cifras récord de llegada de turistas.