Voluntariado, por una sociedad menos hipócrita

Voluntarias del Teléfono de la Esperanza. (Cedida a CA).

Eva González

Las Palmas de Gran Canaria —

Diciembre es el mes del voluntariado. Distintas organizaciones vinculadas a este movimiento de ayuda y solidaridad se dan cita en dos localizaciones de Las Palmas de Gran Canaria: Palacio de Congresos y Centro Cívico Suárez Naranjo. En ambos escenarios se desplegaron los estands de distintas entidades, talleres, charlas y debates con la intención de señalar, poner a la vista lo que hay fuera de la burbuja. Muchas veces inmersos en ella, no somos capaces de percatarnos de la frustración y preocupaciones de la gente a nuestro alrededor. A este ritmo endiablado al que estamos abocados, no es raro que nos distanciemos de conceptos como “voluntariado, solidaridad, colaboración, ayuda”.

¿Quién tiene tiempo para ser voluntario en una organización hoy en día? Lo cierto es que es necesario. En Canarias hay casi 200.000 personas vinculadas al voluntariado. En concreto, 197.554 personas, según datos de la Consejería de Empleo, Políticas sociales y Vivienda. Protagonistas de la lucha, salvaguardando que caigamos en el egocentrismo y dejemos de lado acciones y conductas sin las que una sociedad no podría sobrevivir en libertad. En palabras del sociólogo José Saturnino Martínez: “Si solo nos preocupamos de trabajar y cuidar a nuestros seres queridos, viviremos en un mundo inhóspito, donde muchas tareas solo se realizarán si quieren quienes tienen buenos vínculos familiares, dinero o poder político.”

El pasado 5 de diciembre más de 300 estudiantes de distintos centros de enseñanza de la isla visitaron, junto al resto de invitados, los estands de las cuarenta organizaciones congregadas por el Cabildo de Gran Canaria en el Palacio de Congresos. Cada entidad contó con un espacio para presentar sus actividades y acciones a los visitantes. Hablamos con Juan Serantes quien impartió una charla de motivación en el recinto ferial y es miembro del colectivo Soy Mamut y director del proyecto Ruta7. “Nosotros hacemos acciones de huella positiva, miramos las necesidades que hay en la sociedad, nos ponemos de acuerdo con una empresa y montamos igual una limpieza de playa, que un evento social de inclusión con personas diverso funcionales”.

Juan explicó que visto desde su experiencia, la crisis económica ha reactivado el voluntariado para poder hacer frente a problemas sociales. “No es que considere buena la crisis pero lo cierto es que el voluntariado puede generar soluciones transversales y mejores que si vienen de arriba hacia abajo. Es mejor que nazcan de abajo hacia arriba”. Puso énfasis en el número de personas y la inteligencia colectiva, asegurando que cuando las mismas personas que tienen el problema se responsabilizan de arreglarlo, es más difícil que vuelva a ocurrir. Si la solución viene desde arriba, se suele volver a repetir. Se debe a que los afectados no saben el cómo se ha logrado, sólo les llega la solución de una forma exógena. Otra de las aportaciones que hizo durante la charla trató sobre la regularización del voluntariado. “Se va a cuantificar y se acreditará la dedicación de las personas voluntarias. No es lo mismo una persona que ha estado durante años, todos los fines de semana acompañando a personas de movilidad reducida, que otra que ha ido durante un mes, un día por la tarde a un comedor social. El voluntariado es una buena escuela para aprender competencias personales y profesionales y las empresas lo van a tener en cuenta”.

La jornada en el Palacio de Congresos dio para mucho más. Entre otras, conocer de cerca la labor del Teléfono de la Esperanza, con un nuevo programa para mayores que han puesto en marcha desde su organización, así como de la gratificación de ayudar a los demás.

Mónica Domínguez, adjunta a dirección, asegura que el voluntario, tomando como ejemplo la pirámide de Maslow, entre sus necesidades básicas sitúa el ayudar a los demás. “Es algo tan importante como el contacto con su familia o hacer deporte. Es un dar y recibir que yo recomiendo integrar en la vida a cada persona. No sólo existe la necesidad económica. Por muy prioritaria que nos pueda parecer. La necesidad de sentirte en contacto con las personas, de ayudar y ser útil también es básica, lejos de un perfil psicopático, claro”, -explica.

Todos sabemos de las discusiones con amigos y personas que nos irritan, nos enfadan, nos conmueven, nos hacen reír, nos sorprenden y en definitiva nos importan. Qué sería la vida sin este tipo de relaciones en las que no cuenta el dinero, o de los trabajos que hacemos en casa sin cobrar, o de los favores que hacemos y nos hacen. Sin la colaboración y la humanidad, la vida no sería vida.

Silvia Florido, responsable de voluntariado de la misma ONG, explicó que aunque hay veces que se ejecutan proyectos en áreas donde debía intervenir la administración, también ocurre al contrario. El hecho de trabajar en áreas sociales, que a veces requieren de una labor continuada, supone que a la larga se creen también puestos de trabajo. “En el proyecto de mayores por ejemplo que hemos empezado a poner en marcha este año hay dos técnicos contratados además de los voluntarios”. Aseguran que detectaron una enorme necesidad de escucha y participación en personas mayores, jubiladas, a las que la sociedad deja poco espacio de actuación.

De las relaciones de buena vecindad al voluntariado

El Centro Cívico Suárez Naranjo también aglutinó este mes actividades por el Día del Voluntariado. Allí, Eugenio Reyes, responsable de la comisión intersectorial de voluntariado del área de medio ambiente, nos señala la diferencia entre voluntariado y empleo: “El primero es una actividad libre y gratuita, lo único que media es el deseo y el placer de hacerlo. El segundo consiste en una relación mercantil, lo que media son las prestaciones de servicio”. Añadió además que en todas las especies del planeta existe el apoyo mutuo, -aseguró-, es algo natural e instintivo.

Hizo un breve recorrido desde la Edad Media, en la que se daban las denominadas “relaciones de buena vecindad”, pasando por la Edad Moderna en la que toman protagonismo los ayuntamientos y empieza a tomar forma la beneficencia pública. A partir de la Revolución Francesa, con la nueva sociedad que surge desde los principios de igualdad, fraternidad y libertad comienza a considerarse al marginado como un ciudadano más con derechos y deberes. Progresivamente se va produciendo un cambio cualitativo importante, además de los sistemas públicos, la iniciativa social del movimiento obrero va generando una forma de protección social para los trabajadores y se van conformando los seguros sociales y posteriormente la Seguridad Social. El tránsito de una seguridad social para los trabajadores a una seguridad social para todos los ciudadanos se configura con la consolidación del Estado de Bienestar. Eugenio Reyes considera que hoy en una sociedad donde la vecindad está rota, donde la globalización ha dividido a los seres humanos en ricos y pobres, la solidaridad se expresa a través del voluntariado, social, ambiental, etc…

También se refirió al voluntariado como visualizador de trabajo oculto, que se puede convertir en empleo si la sociedad es capaz de avanzar con marcos jurídicos propios para convertir esos yacimientos en empleo. “El 90% de los voluntarios organizados son personas preparadas, profesionales que generosamente prestan su formación académica. Médicos, sociólogos, ingenieros, psicólogos que deben poder ser valorados a la hora de buscar trabajo. ”Si una persona ha estado diez años en África, prestando servicio como médico y salvando vidas afectadas por la malaria, ¿por qué no puede ponerlo en su curriculum y que se valore?“, -se pregunta Eugenio-, quien considera buena opción que esa experiencia quede acreditada.

Visita al centro cívico Suárez Naranjo

El Centro Cívico Suárez Naranjo reúne a niños, adultos, mayores, talleres de costura con materiales reciclados, de dinámicas participativas, actividades con referencia a las matemáticas, impartidos por la Asociación Educom, Médicos del Mundo o Isaac Newton; Asociación Canaria de Profesores de Matemáticas. Todo un mundo. Arístides Ramírez fue profesor de matemáticas en el Colegio Heidelberg. Actualmente jubilado, es voluntario de la asociación Isaac Newton y asegura que en las matemáticas intervienen la intuición, la imaginación y la afectividad. “Precisamente el fracaso escolar y la poco bondadosa imagen que se tiene de las matemáticas se debe en gran medida a la nula conexión emocional establecida durante la enseñanza”. Arístides se acercó a su público con juegos matemáticos que suelen tener un final feliz. No es lo que piensan. También demostró que a veces hay problemas sin solución y que también los hay con varias soluciones en los que intervienen distintas variables. Con la “matemagia” y otras actividades esta asociación, promovida por el profesor Luis Balbuena Castellano y fundada en 1977, acerca la ciencia a todos los públicos y obtuvo la Medalla de Oro de Canarias en 2015.

Además de los talleres, el debate celebrado en el que intervinieron voluntarios de CEAR, Protección Civil, APAELP, Asociación Entreculturas y personal del propio centro, trató fundamentalmente sobre qué tipo de cosas se puede hacer, qué acciones son posibles llevar a cabo para apoyarnos unos a otros. La técnica de lectura fácil se valoró por los participantes como urgente para ser aplicada a cualquier documento. Alicia Entonado, miembro de la asociación APAELP y participante en el debate, explicó en qué cosiste. “Es una técnica que permite el acceso de la información a la población, incluidos diversos funcionales. Sobre todo, lo referente a las normas, deberes y derechos en el ámbito del voluntariado. Hay muchos documentos como la propia ley del voluntariado que a todos nos resulta compleja. Están cargados de términos que no manejamos y tratamos de simplificar y aclarar la información”.

Y de la espesura de ciertas leyes nos salvó el cantautor Daniel Cano. Esta vez al piano y no a la guitarra como suele ser habitual en él. Deleitó con un concierto de aproximadamente una decena de temas que dejó al público en volandas. Mensajes que no estamos acostumbrados a escuchar. Ofreció poesía y buena música; aunque a veces parece que no cabe en nuestros días, que se extingue, siempre hay valientes que la rescatan y nos regalan así, sin más. Buen broche para el día del voluntariado. Un concierto en familia en el que dijo a los presentes: será el primero de muchos. Allí se le tomó la palabra.

Con el regustillo de la poesía, la charla continuó un rato más. Santiago Santana Trujillo, voluntario y Medalla de Plata de Cruz Roja Española y el sociólogo José Saturnino Martínez García, aportaron las últimas pinceladas sobre las necesidades y los límites del voluntariado. Santiago aseguró que en el voluntariado, además del compromiso social interviene la pasión con la que haces las cosas. “Yo cuando estaba de referente local (asignación de puesto en la Cruz Roja), que era un trabajo meramente administrativo, seguía yendo a los cayucos en horas fuera de mi contrato”. Santiago, que es abogado y enfermero, asegura que la motivación de sus segundos estudios la provocó el hecho de estar de voluntario en Cruz Roja. “Yo quería ser enfermero de la Cruz Roja y es lo que soy ahora. Uno entra con la intención de ayudar, de aportar algo a la sociedad y termina recibiendo mucho más de lo que da. Siempre que me he puesto la camisa de la Cruz Roja he llegado a casa con la sensación de estar en ”superávit“.

Necesidad y límites del voluntariado

El sociólogo José Saturnino hizo un breve análisis sobre necesidades y límites del voluntariado y asegura que una sociedad bien ordenada necesita de este conjunto de personas. “No podemos vivir en un mundo organizado solo mediante mercado, Estado y lazos de parentesco. Para que podamos ser libres, es necesario además que la ciudadanía tenga otros compromisos, más allá del dinero, la ley y la familia”.

Se refirió también a la libertad de decisión y a cómo podemos responsabilizarnos de nuestra sociedad. “Si solo nos preocupamos de trabajar y cuidar a nuestros seres queridos, viviremos en un mundo inhóspito, donde muchas tareas solo se realizarán si quieren quienes tienen buenos vínculos familiares, dinero o poder político. La aportación del propio esfuerzo al bien común permite que podamos abordar fines sociales necesarios que escapan esas limitaciones, y que redundan en beneficio de todos”.

José Saturnino también se refirió a la capacidad de observación y alcance sobre distintos asuntos que ha demostrado tener a lo largo de la historia. “El voluntariado es disponibilidad de tiempo y eso iguala a toda la ciudadanía. Los días tienen 24 horas para todos. El civismo y la solidaridad del voluntariado no son solo crecimiento personal para quien realiza las actividades y quienes se puedan beneficiar de ellas. También es cemento social, que permite mantenernos unidos más allá de los lazos de interés y parentesco. El voluntariado puede ser también una avanzadilla, con más flexibilidad para llegar antes a donde están los problemas, como ha sucedido durante crisis económicas, ambientales, catástrofes… La Administración cuenta con más recursos, pero también con más burocracia; asegura la universalidad de los servicios a costa de ser ciega a la complejidad de lo inmediato y lo particular. La motivación, dedicación y sensibilidad del voluntariado permiten que se afronten los problemas de forma eficaz, técnica, cálida y humanamente”.

Además, añadió que la capacidad de acción y de creación de sentido social del voluntariado entraña un riesgo que no debe minusvalorarse: la dejación del Estado de sus funciones básicas. La flexibilidad, el entusiasmo y la competencia profesional del voluntariado no pueden excusar que el Estado desatienda sus funciones. Una cosa es que las personas voluntarias colaboren mejorando nuestra sociedad, pero otra muy distinta es que dicha colaboración sea vista como un sustituto del Estado. Por ejemplo, el Estado español no ha desarrollado una red última de asistencia social, para las personas sin ningún tipo de ingresos. En esta situación de desesperación, el voluntario palia la dramática situación de estas familias, pero eso no puede ser a costa de que el Estado siga sin tomarse en serio el reto de atenderlas. O en países del Tercer Mundo, la gran presencia de organizaciones basadas en el voluntariado están llevando a que los Estados no se tomen en serio la necesidad de desarrollar el sistema educativo, sanitario, etc.

Entre los riesgos que para José Saturnino puede conllevar el voluntariado, señaló el de transformar la figura del voluntariado en algo interesado, corrompiendo el desinterés que está en la razón de ser del voluntariado. Esto se podría dar si el voluntariado es visto como una forma de acumular experiencia para hacer currículum, o para convalidar por estudios. Discrepando con las opiniones de algunos entrevistados, señaló que el reconocimiento debe limitarse a lo estrictamente simbólico y solidario, sin premios en otras esferas sociales, como la laboral o la educativa. El voluntariado no puede ser trabajo gratis.

Todos los entrevistados, con sus variantes y sus diferencias, así como las más de sesenta organizaciones que acudieron al Palacio de Congresos y al Centro Cívico Suárez Naranjo, coinciden con lo que ya expuso Piotr Kropotkin en su libro El apoyo mutuo. Un factor de evolución en el que identificó las circunstancias y procesos históricos que demuestran que es a través del apoyo y la ayuda mutua —y no a través de la lucha despiadada de “todos contra todos”—, como las sociedades humanas han podido extenderse y afianzarse, identificando los periodos de mayor expansión de esta idea con aquellos en los que el ser humano ha logrado dar lo mejor de sí mismo como especie y como conjunto de individuos.

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