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Acusadas de robar tela de la iglesia para hacer cojines o por vestir de milicianas: los consejos de guerra a las mujeres turolenses

Portada del libro 'Mujeres turolenses sometidas a consejo de guerra (1936-1945)

Candela Canales

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La acusación de unos vecinos, que llegaba a manos de la Guardia Civil, bastó para la detención de cientos de mujeres turolenses que fueron sometidas a un consejo de guerra en Teruel entre 1936 y 1945. 982 mujeres de la provincia comparecieron ante el tribunal militar, en el que también había un defensor de la mujer que era “otro militar que, por supuesto, ni la defendía ni intervenía. Había otro fiscal militar al cual le llegaban los informes que se daban por buenos y el tribunal los aceptaba totalmente sin ningún tipo de constatación o estudio”, explica Serafín Aldecoa, autor del libro ‘Mujeres turolenses sometidas a consejos de guerra (1936-1945)’, editado por Prames. 

Eran muchos los motivos que llevaron a 982 mujeres a estos consejos de guerra. “Iba desde actuaciones externas como proferir insultos a las fuerzas armadas en plena calle a cuestiones personales e íntimas como podía ser convivir con una persona sin haber pasado por el matrimonio canónico, hechos estos que eran reprobados y considerados agravantes desde una óptica católica. Pese a esta variedad de imputaciones, cuya valoración penal por los componentes de los tribunales era totalmente arbitraria, al final las condenas eran básicamente por auxilio, apoyo o adhesión a la rebelión, que no tenían relación con la tipología de las inculpaciones”, se expone en el libro. 

Ser familiar de algún dirigente de un sindicato, de partidos de izquierdas o de autoridades republicanas también suponía un riesgo para las mujeres. Aunque las imputaciones que más abundaron fueron las de carácter religioso. Se acusaba a las mujeres de destruir imágenes religiosas o de exteriorizar alegría ante este hecho. “Por otra parte, estaba lo que la Iglesia católica denominaba profanación de objetos o piezas religiosos como indumentaria u objetos de culto, actos considerados sacrílegos”. Una de las acusaciones comunes era la de robo de ropas o telas del interior de las iglesias y utilizarlas “para hacer algún otro tipo de objeto cotidiano como almohadas, cojines, vestidos, cortinas…”. Tampoco se podían proferir insultos o improperios contra los responsables de la iglesia y, había que cumplir con las prácticas religiosas convencionales. 

Por supuesto, las razones políticas como pertenecer o simpatizar con un partido de izquierdas o sindicato, votar al Frente Popular, promover y practicar las ideas libertarias, participar en las colectividades o el espionaje también eran motivo de consejo de guerra. 

“A las que más buscan y con las que más se ensañan son aquellas de aquellos pueblos donde hubo columnas de milicianos”, explica Aldecoa. Durante un año y medio los milicianos se instalaron en varias localidades turolenses, conviviendo con los vecinos y vecinas que eran acusadas de “colaborar con los milicianos”.  

Esta convivencia hizo que, en ocasiones, las mujeres portasen la indumentaria propia de los milicianos, lo que también fue motivo de consejo de guerra. “La vida personal de cada una de las mujeres, además de su trayectoria política de carácter público, era observada con lupa y detenimiento por parte de los redactores de los informes de antecedentes político-sociales y se reflejaba en los textos de las sentencias de los consejos de guerra”, se expone en el libro. 

Lejos de casa

Una característica de los consejos de guerra de la provincia de Teruel fue el traslado de las mujeres a Zaragoza, puesto que no había cárcel donde llevarlas desde noviembre de 1936. Aunque posteriormente el caso fuera sobreseído, las mujeres pasaban semanas o incluso meses en la cárcel, alejadas de sus familias y su entorno. 

“Había casos como el de Sarrión en el que las mujeres eran trasladadas a la prisión comarcal, a Mora de Rubielos, donde permanecen un tiempo, luego iban en tren en Zaragoza y también permanecían encarceladas hasta que les llegaba su turno en el consejo de guerra, realmente se quedaban semanas encarceladas sin ningún tipo de actuación y sufrían todo este periodo, aunque todas no son condenadas, su causa es sobreseída y quedaban libres pero habían estado encarceladas sin tener ninguna culpa”, explica el autor de ‘Mujeres turolenses  sometidas a consejos de guerra (1936-1945)’. 

Aldecoa explica que no ha encontrado datos de malos tratos a estas mujeres, aunque sí que permanecían “hacinadas en las cárceles, que estaban hasta arriba de mujeres trasladadas de Teruel y las de Zaragoza”.

El autor considera que aún hay muchos temas “que no se han tratado” respecto a la Guerra Civil y que “somos unos desmemoriados” y su interés es dar voz para que se conozcan.

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